Durante el Festival de Ciencia Puerto de Ideas Antofagasta 2025, el Premio Nobel de Medicina 2021, Ardem Patapoutian, fascinó al público con su charla “¡Que la fuerza te acompañe! Descubriendo la ciencia detrás del tacto, la presión y el dolor”, donde compartió los detalles de su revolucionaria investigación sobre cómo nuestro cuerpo percibe el mundo a través de los sentidos.
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Desde el inicio, Patapoutian fue enfático en reconocer el trabajo de su equipo de estudiantes, a quienes atribuyó gran parte de sus descubrimientos en el campo de la biología sensitiva. ¿Cómo sentimos el tacto, la presión o el dolor? La respuesta está en los canales de iones, minúsculas puertas moleculares en nuestras neuronas sensoriales.
¿Cómo sentimos el mundo?
Nuestro cuerpo traduce estímulos mecánicos, térmicos y químicos en señales que el cerebro interpreta. Estas funciones están mediadas por canales de iones que, como sensores, activan las neuronas encargadas de transmitir la información. Patapoutian explicó que existen distintos tipos de neuronas: las de temperatura y dolor están en la piel, mientras que los propioceptores conectan directamente con los músculos.
Una parte clave de su investigación fue identificar canales como TRPM8, que detecta el frío (y responde al mentol), o TRPA1, que reacciona a estímulos como el wasabi o el ajo crudo, provocando la sensación de quemadura.
El descubrimiento de los canales Piezo
En 2010, tras años de estudio, el equipo de Patapoutian identificó el canal Piezo1, una proteína sensitiva a la presión. Esta molécula responde al tocar la membrana celular, generando un cambio eléctrico que el cerebro interpreta como tacto.
Más adelante, descubrieron Piezo2, directamente asociado con el sentido del tacto y la propiocepción —nuestra capacidad de saber en qué posición están nuestras extremidades sin necesidad de mirar—. Gracias a Piezo2, podemos hacer tareas como tocar el violín o cruzar una cuerda floja con los ojos vendados.
"Antes del descubrimiento de Piezo2, los pacientes que carecían de este canal eran erróneamente diagnosticados", señaló Patapoutian, destacando la importancia de este hallazgo para abrir nuevas rutas de investigación médica.
Aplicaciones y evolución del tacto
Patapoutian reveló que los canales Piezo no solo están en los humanos, sino también en las plantas, donde ayudan a que las raíces sientan el suelo. Para el Nobel, este fenómeno es un ejemplo de cómo la evolución reutiliza soluciones exitosas en diferentes organismos.
Además, el funcionamiento de Piezo2 está, posiblemente, asociado a funciones corporales como la respiración, el control de la vejiga y posiblemente incluso la sensación de saciedad al comer.
"Al principio, solo nos interesaba el sentido del tacto, pero encontramos que estos sensores también desempeñan un papel en la percepción del dolor, el control de la presión arterial y en varios otros aspectos de la fisiología" dice Patapoutian.
Casi en el cierre, Patapoutian mostró el tatuaje de la proteína Piezo en su brazo, como homenaje al impacto que este descubrimiento ha tenido en su vida científica y que refleja, de una forma sencilla, cómo la ciencia puede ser divertida.