La Agencia Espacial Europea (ESA) apagó oficialmente la sonda Gaia este 27 de marzo de 2025, cerrando una misión que durante más de una década revolucionó nuestro conocimiento sobre la Vía Láctea. El último mensaje de la nave llegó a las 9:52 a.m. con 23 segundos, marcando un hito en la historia de la exploración espacial.
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Durante sus más de 10 años de operación, Gaia mapeó con una precisión sin precedentes casi 2.000 millones de estrellas, además de detectar agujeros negros, exoplanetas y pistas fundamentales sobre la formación del sistema solar. Gracias a sus observaciones, hoy contamos con el retrato más detallado que la humanidad haya tenido de nuestra galaxia.
Un adiós programado y cuidadosamente planificado
En su último día de vida activa, Gaia recibió dos instrucciones clave: un impulso final para entrar en una órbita de retiro estable alrededor del Sol, y el apagado completo de sus sistemas, según explicó Rolf Densing, director de operaciones de la ESA. "Fue un momento cargado de emociones. Orgullo por los logros, pero también melancolía por el fin de una misión histórica", señaló.
La nave fue diseñada para resistir todo tipo de fallos: desde tormentas de radiación hasta impactos de micrometeoritos. Contaba con múltiples sistemas redundantes que garantizaban su funcionamiento incluso en condiciones extremas.
Un desmantelamiento responsable
El equipo científico desactivó cuidadosamente todos los subsistemas e instrumentos de la sonda, y finalmente corrompieron su software interno para evitar cualquier reactivación no deseada. El objetivo: evitar que Gaia, si sus paneles solares vuelven a recibir luz, intente reconectarse con la Tierra.
"No queríamos correr el riesgo de que se reactivara en el futuro. El proceso incluyó desmontar las capas de seguridad que la protegieron durante más de una década", explicó el ingeniero Miguel Nogueira.
Gracias a su nueva órbita, Gaia no se acercará a menos de 10 millones de kilómetros de la Tierra durante al menos los próximos 100 años. La sonda se despide, pero deja tras de sí un legado inmenso de datos que seguirán siendo analizados por científicos de todo el mundo en las próximas décadas.