Los compuestos químicos utilizados en protectores solares y productos de cuidado personal han generado preocupación ambiental debido a su impacto en los ecosistemas marinos. Un estudio publicado en Marine Pollution Bulletin, por científicos del Laboratorio Marino de la Universidad de Plymouth, advierte que estas sustancias pueden afectar la vida marina y potencialmente ingresar a la cadena alimentaria humana.
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Químicos en los océanos: un problema creciente
Según cifras de The Guardian, se estima que entre 6.000 y 14.000 toneladas de filtros UV llegan a los océanos cada año, solo en zonas de arrecifes de coral. Además, una única playa con 1.000 visitantes puede recibir hasta 35 kg de residuos de protector solar al día.
Sustancias químicas y su impacto en la vida marina
Los filtros UV pueden ser orgánicos (químicos) o inorgánicos (minerales). Mientras los inorgánicos, como el dióxido de titanio y el óxido de zinc, reflejan la radiación solar, los orgánicos absorben los rayos UV y contienen compuestos como las benzofenonas, que han sido clasificadas como tóxicas y bioacumulables.
La benzofenona-3, conocida como oxibenzona, está en la lista de vigilancia de la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas por su potencial efecto en el equilibrio hormonal de los organismos. Sin embargo, aún faltan estudios para comprender su impacto total en la vida marina.
“La investigación actual apenas ha comenzado a entender cómo estos productos químicos pueden afectar los ecosistemas marinos”, explica Anneliese Hodge, autora principal del estudio.
¿Cómo llegan estos químicos al océano?
Los filtros UV ingresan al medio marino de diversas maneras:
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Directamente: a través de la natación y deportes acuáticos, donde los protectores solares se desprenden de la piel.
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Indirectamente: mediante el lavado de toallas impregnadas con protector solar, duchas domésticas y la orina.
Estos compuestos han sido detectados en regiones remotas, como la Antártida y el Ártico, lo que evidencia su distribución global.
“Estos ecosistemas ya enfrentan múltiples amenazas, desde el calentamiento de los océanos hasta la acidificación marina, por lo que comprender el impacto adicional de la contaminación química es crucial”, afirma la Dra. Frances Hopkins, coautora del estudio.
¿Qué riesgos existen para la salud humana?
Los científicos han identificado que estos químicos pueden bioacumularse en organismos marinos, lo que aumenta el riesgo de ingresar a la dieta humana.
Dado que más de 4.300 millones de personas dependen del pescado como fuente principal de proteínas, es fundamental estudiar los efectos de esta contaminación en la cadena alimentaria.
Un llamado a la acción
El estudio destaca la necesidad de tomar medidas urgentes y propone las siguientes acciones:
- Ampliar la investigación sobre filtros UV sintéticos e inorgánicos de nueva generación.
- Realizar estudios en regiones poco exploradas, como el norte de Europa, África y Sudamérica.
- Evaluar la exposición crónica de especies marinas a estos contaminantes.
- Investigar la bioacumulación de los compuestos en la cadena alimentaria.
A medida que la ciencia avanza, se espera que las regulaciones y prácticas sostenibles ayuden a mitigar los impactos de los protectores solares en el ecosistema marino, promoviendo el uso de alternativas más seguras para el medioambiente.