El consumo de alcohol está instalado como parte de la cultura del país. Según encuestas realizadas por el SENDA y el Ministerio de Salud, se estima que casi 5 millones de chilenos lo consumen mensualmente, y más de 2 millones de estos admite tener al menos un episodio de ebriedad en ese período. Sin embargo, un científico del Estudio Canadiense para la Investigación del Uso de Sustancias ha calculado cuantos días, meses y años de vida te quita el trago, y la aritmética no favorece a los chilenos.
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El costo en vida de tomar alcohol
El estudio fue realizado por el doctor Tim Stockwell. Según lo que contó a la New York Times Magazine, 2 tragos a la semana le costaría a una persona una semana menos de vida; si el número aumenta a un trago al día, el número sube a dos meses y medio perdidos. La situación se pone aún peor cuando uno lo compara con las estadísticas de consumo de alcohol en nuestro país.
Según encuestas conducidas por el SENDA del año 2016, el chileno promedio consume 55g de alcohol puro al día, lo que equivale a casi cinco tragos diarios, o 35 semanales. Según el estudio Stockwell, alguien con tales niveles de consumo estaría, en promedio, perdiendo hasta dos años de vida al trago. La cifra es aún más preocupante en j´óvenes entre 18 y 29 años quienes llegan a los 80g diarios, u ocho tragos al día.
¿Cuántos tragos serían saludables para el cuerpo humano?
Cero. Esa es la cantidad de alcohol que sería saludable para el cuerpo. Así concluye Stockwell en un meta-estudio del tema. El año pasado, revisó más de 107 investigaciones relacionadas a los efectos del alcohol en el cuerpo humano. Concluyó que ningun nivel consumo de alcohol puede considerado saludable, ni hasta el más moderado. De hecho, su ingesta incrementa el riesgo de morir de cualquier causa, médica o no.
Esta conclusión ir´ía en contra de consensos médicos antiguos y hasta de las creencias anteriores del investigador. Estudios del siglo pasado habían encontrado un vínculo positivo entre el consumo moderado del vino rojo y la salud cardiovascular. Hasta el mismo Stockwell se encontraba convencido de sus beneficios. Sin embargo, según cuenta en una entrevista a la revista del New York Times, esto cambió cuando Kaye Middleton Fillmore, una socióloga de la Universidad de San Francisco, en California lo llamó con sus inquietudes.
Filmore postul´ó que los estudios presentaban falencias en sus muestras. Por ejemplo, muchos de los que habían sido descritos como "abstenientes" eran ex-consumidores. No habían considerado que muchos de estos habían dejado de tomar alcohol por problemas de salud, lo que podría influenciar los resultados. Además, buena parte de los consumidores en esos estudios vivían vidas saludables no relacionadas al consumo. Este último grupo incluía un número no proporcional de personas con amplios recursos, dietas saludables, y acceso a atención médica.
Una posible explicación de estos estudios defectuosos yace en su financiamiento. Según una investigación de la Universidad de Florida, casi 13,500 estudios dentro del área se encontraban siendo económicamente apoyados, de una forma u otra, por la industria del alcohol.