Más de 300 muertos y la renuncia de la primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, son algunas de las consecuencias generadas por las semanas de protestas estudiantiles registradas en la nación sudasiática.
Las manifestaciones, que comenzaron a principios de julio, fueron motivadas por la aplicación de cuotas por parte del gobierno al empleo público, las cuales fueron consideradas discriminatorias por los jóvenes, pues se trata de uno de los países más pobres del mundo.
Las protestas derivaron en la renuncia de Sheikh Hasina, quien debió escapar a India después de varias semanas de violencia en las calles.
Tras huir de Bangladesh, los manifestantes incendiaron las oficinas y la vivienda personal de la primera ministra y también la residencia del presidente del Tribunal Supremo. De igual forma, fueron vandalizadas las sedes de los medios de comunicación.
Tampoco se salvó del fuego el museo dedicado al denominado "padre de la nación" o Bangabandhu, un apelativo con el que se conoce a Sheikh Mujibur Rehman, primer presidente de Bangladesh asesinado en un golpe militar en 1975 y padre de Sheikh Hasina.
"La situación es anárquica, estamos recibiendo muchas noticias de incendios pero no podemos acercarnos debido a las multitudes", dijo a EFE un portavoz del servicio de Bomberos de la capital, Shah Jahan Sikder.
Hospitales reciben decenas de cadáveres
Producto del caos y las violentas manifestaciones, el personal de varios hospitales de Bangladesh afirmaron a EFE que están recibiendo "un gran número de cadáveres".
Si bien se desconoce el número total de fallecidos a raíz de las protestas, medios internacionales estiman que la cifra alcanzaría los 300.
En prima instancia, las concentraciones estudiantiles comenzaron de forma pacífica, pero acabaron tornándose violentas entre denuncias por la dura represión policial.
Ante los episodios de violencia, el gobierno decretó un toque de queda para la nación, sin embargo, la medida no fue respetada.
Las manifestaciones comenzaron para exigir el fin de unas cuotas al empleo público que se consideran discriminatorias en uno de los países más pobres del mundo, pero acabaron exigiendo la dimisión de Hasina y de su gobierno tras la muerte de los manifestantes.
La ahora ex autoridad asumió el pasado enero su cuarto mandato consecutivo tras imponerse con claridad en unas elecciones que fueron boicoteadas por la oposición.