Brad Sigmon, un recluso de Carolina del Sur condenado a pena de muerte por el asesinato de los padres de su expareja, optó por morir por un pelotón de fusilamiento, método de ejecución que no se ha utilizado en Estados Unidos hace 15 años, según informó The Associated Press (AP).
El hombre había sido condenado por el asesinato de los padres de su exnovia, David y Gladys Larke en su propio hogar en Greenville con un bate de béisbol, golpeándolos hasta la muerte, para luego secuestrar a su expareja a punta de pistola. Sin embargo, la mujer logró escapar del vehículo en movimiento y el disparo que realizó Sigmon contra ella.
"No podía tenerla, no iba a dejar que nadie más la tuviera”, dijo el ahora recluso en una confesión.
Su pena de muerte está programada para el 7 de marzo, convirtiéndose en el primer recluso de Carolina del Sur en elegir el nuevo pelotón de fusilamiento del estado en lugar de la inyección letal o la silla eléctrica.
El recluso de 67 años será atado a una silla y le colocarán una capucha sobre la cabeza y una diana sobre el corazón en la cámara de muerte. Tres voluntarios le dispararán a través de una abertura a unos 4,6 metros de distancia.
Según su abogado, Gerald "Bo" King, Sigmon no habría elegido la silla eléctrica porque "lo quemaría y lo cocinaría vivo" mientras que por la inyección letal "corría el riesgo de sufrir la muerte prolongada que sufrieron los tres hombres que Carolina del Sur ha ejecutado desde septiembre -tres hombres que Brad conocía y cuidaba - que permanecieron vivos, atados a una camilla, durante más de 20 minutos".
"No desea causar ese dolor a su familia, a los testigos ni al equipo de ejecución. Pero, dado el secreto innecesario e inadmisible de Carolina del Sur (sobre como se realizan las inyecciones letales), Brad está eligiendo lo mejor que puede", dijo King.
Los abogados de Sigmon tienen una última apelación, pidiendo a la Corte Suprema del Estado que detenga su ejecución para que se pueda celebrar una audiencia sobre sus argumentos de que su defensa durante el juicio no tenía experiencia y fallaron al no detener su declaración ante el jurado o al no traer completamente su enfermedad mental o su difícil vida familiar en su infancia.
La última oportunidad de Sigmon de salvar su vida puede ser pedirle al gobernador republicano Henry McMaster que reduzca su sentencia a cadena perpetua sin libertad condicional. Sin embargo, nadie ha concedido clemencia en los 49 años transcurridos desde que se restableció la pena de muerte.