Ya han pasado más de 120 años desde aquel histórico hallazgo de 1901, cuando unos buceadores que buscaban esponjas rescataron de las profundidades del Mediterráneo el enigmático mecanismo de Anticitera. Desde entonces, este artefacto ha cautivado a arqueólogos y científicos por igual, manteniendo intacto su halo de misterio.
El primer ordenador analógico de la antigüedad
El ingenioso dispositivo de bronce y madera, fechado aproximadamente en siglo II a.C., ha sido considerado como el primer ordenador analógico de la historia. Los expertos coinciden en que fue diseñado como un sofisticado calendario astronómico capaz de seguir los movimientos planetarios, anticipar eclipses y convertir fechas entre los sistemas egipcio y griego.
Sin embargo, una reciente investigación cuestiona parte de su supuesta funcionalidad, encendiendo nuevamente el debate sobre lo que creíamos saber acerca de esta maravilla de la antigüedad.
¿Un dispositivo defectuoso?
La nueva investigación llega a cargo de un equipo de investigadores argentinos de la Universidad Nacional de Mar del Plata, quienes han puesto en duda la efectividad del famoso mecanismo a través de una simulación por ordenador. Los resultados son sorprendentes: el dispositivo se atascaba el 90 % de las veces, generalmente antes de que su componente solar pudiera completar cuatro meses de movimiento.
Un punto de inflexión en el estudio del artefacto llegó en 2006, cuando una revolucionaria tomografía de rayos X reveló sus entrañas: un intrincado sistema de anillos concéntricos giratorios accionados por engranajes. Sin embargo, este mismo análisis, además de otros, expuso dos problemas fundamentales: la forma triangular de los dientes de los engranajes (que idealmente deberían ser curvos e involutivos) y las imprecisiones en su fabricación manual.
Ahora, los investigadores Esteban Szigety y Gustavo Arenas, quienes publicaron sus resultados en el servidor de preimpresiones arXiv a principios de abril, aún pendientes de revisión por pares, han descubierto que la forma triangular, por sí sola, no arruina el engranaje como se pensaba antes; el auténtico talón de Aquiles estaría en el espaciado irregular entre los engranajes.
"Nuestro enfoque ha consistido en construir un modelo computacional del mecanismo que intenta aproximarse lo más posible a su estado original", explica Szigety. "Los errores del mecanismo superan los límites de tolerancia mecánica necesarios para que gire suavemente", agrega.
Juguete elaborado o maravilla tecnológica antigua
¿Significa esto que el mecanismo de Anticitera era un simple juguete elaborado? A pesar de los resultados, los investigadores no lo creen. La complejidad de su construcción y el trabajo artesanal que requirió sugieren, según los investigadores, que "es improbable que alguien se tomara la molestia de construir un dispositivo tan complejo y a la vez tan poco funcional".
Así, la explicación podría estar en la corrosión. Después de dos milenios bajo el agua, el bronce original se ha transformado en atacamita, un material con propiedades físicas muy diferentes. "Muchos componentes están deformados o cubiertos de incrustaciones, lo que complica la obtención de mediciones precisas", señala Szigety.
En definitiva, la controversia continúa, presentando dos hipótesis fascinantes: por un lado, que este sofisticado artefacto nunca alcanzó la funcionalidad pretendida debido a imperfecciones en su fabricación original; por otro, que fue creado con una precisión extraordinaria para su época, pero los daños causados por veinte siglos sumergido en aguas mediterráneas han borrado las evidencias de su verdadera maestría técnica, dejando a los científicos actuales ante un enigma arqueológico de difícil interpretación.
Todo parece indicar que el misterio del mecanismo de Anticitera está lejos de resolverse.