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Ciencia

Las moscas que podrían cambiar el rumbo de la lucha contra las adicciones

Científicos descubren cómo la adicción a la cocaína actúa en el cerebro usando moscas de la fruta. Un avance clave para futuros tratamientos.

Mosca de la fruta utilizada en laboratorio para investigar los efectos de la cocaína en el cerebro.

Vicente Barraza

- TVN

Jueves 5 de junio de 2025

Un grupo de científicos descubrió nuevos mecanismos detrás de la adicción a la cocaína, y lo hicieron con un modelo inesperado: las moscas de la fruta. Estos pequeños insectos comparten con los humanos más del 75% de los genes asociados al consumo de drogas, y ahora están ayudando a la ciencia a entender cómo opera esta peligrosa sustancia a nivel biológico.

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La investigación, publicada en el Journal of Neuroscience, revela que al inducir artificialmente el gusto por la droga en las moscas, es posible observar de forma acelerada y controlada los efectos neurológicos de la cocaína y los genes que están involucrados. ¿El objetivo? Desarrollar terapias más efectivas y personalizadas para tratar esta adicción, que sigue cobrando vidas en todo el mundo.

¿Moscas adictas a la cocaína? Solo si desactivamos su sentido del gusto

A diferencia de los humanos, a las moscas de la fruta no les gusta la cocaína. Esto se debe a que, evolutivamente, están preparadas para detectar toxinas vegetales (como lo es la cocaína) y evitar su consumo.

“Las moscas ‘saborean’ con los brazos. Tienen receptores en sus patas que les permiten saber si algo es amargo antes de probarlo”, explica Adrian Rothenfluh, psiquiatra de la Universidad de Utah y autor del estudio.

Al silenciar estos receptores del sabor amargo, los científicos lograron que las moscas comenzaran a preferir agua azucarada con cocaína por sobre la normal… ¡en solo 16 horas desde su primera exposición! Un resultado que simula el rápido proceso de adicción que se observa también en humanos.

¿Por qué esto es importante?

Este hallazgo permite estudiar en profundidad los genes involucrados en la elección y consumo de cocaína, un desafío enorme en la investigación sobre drogas. A diferencia de los modelos tradicionales en ratones, las moscas son más fáciles de manipular genéticamente, tienen ciclos de vida cortos y responden a estímulos de forma clara y medible.

Además, su comportamiento bajo los efectos de la droga es muy similar al nuestro: a dosis bajas se agitan, y a dosis altas, quedan inmóviles, una respuesta que valida aún más su uso como modelo científico.

Acelerar tratamientos con ayuda inesperada

Hasta ahora, el gran número de genes involucrados en la adicción dificultaba saber cuál era la mejor estrategia para abordarla. Con este modelo en moscas, los investigadores pueden identificar más rápidamente genes clave y posibles blancos terapéuticos que permitan desarrollar tratamientos más eficaces.

“Las moscas nos permiten avanzar más rápido. Nos ayudan a entender mejor por qué alguien elige consumir cocaína, y eso es clave para diseñar nuevas terapias”, concluye Rothenfluh.