El Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) se refirió a la polémica en torno a la clásica bebida dieciochera: el Pipeño. Esto, luego de la resolución y confusión generada en algunos sectores respecto a su clasificación, aclarando que es característica de las regiones del Maule, Ñuble y Biobío.
"Este reconocimiento permite diferenciar claramente al Pipeño de otros productos en el mercado, otorgándole una protección especial y asegurando su posición como parte del patrimonio cultural chileno", comentó el organismo.
Asimismo, el SAG comentó que dicha medida está diseñada específicamente para apoyar a los pequeños viñateros y viñateras y así dejar esclarecido cuál es el vino Pipeño y el Pipeño.
En ese sentido, la resolución del SAG estableció la clasificación del pipeño. Por su parte, el vino Pipeño debe cumplir con la definición legal de vino, es decir, debe tener una graduación alcohólica mínima de 11.5 grados de alcohol.
Por otro lado, el Pipeño es una bebida parcialmente fermentada de uva que presenta un contenido de azúcar residual, lo que le confiere su dulzor natural. Debido a esto, su graduación alcohólica siempre será inferior a los 11.5 grados de alcohol.
Es decir, el Pipeño no es considerado vino bajo la normativa actual, mientras que el Vino Pipeño, sigue existiendo como una categoría separada, afecto a la normativa vigente para vinificación y elaboración del vino, y con una producción que puede realizarse a nivel nacional por cualquier razón social.
"El Pipeño, al ser categorizado como una bebida alcohólica única, solo puede ser producido y comercializado por miembros de la Agricultura Familiar Campesina (AFC) y cooperativas integradas por ellos. Esta exclusividad garantiza que el valor cultural y territorial del Pipeño sea preservado y que los pequeños productores y productoras puedan competir en el mercado con un producto que refleja su herencia y tradiciones", puntualizó el SAG.
De igual manera, el SAG complementó señalando que el Pipeño no puede ser adulterado debido a las estrictas normas enológicas que rigen su producción, y que con ello la bebida se elabora exclusivamente a partir de la fermentación parcial del mosto de uvas frescas, sin permitir la adición de agua ni azúcares externos para modificar su graduación alcohólica o dulzor.
"Las prácticas enológicas permitidas excluyen la adición de agua o azúcares no fermentados, lo que desmiente categóricamente cualquier insinuación de que el Pipeño pueda estar adulterado. Estos controles, que no implican costo alguno para los productores/as, son parte del compromiso del SAG de proteger tanto a los productores como a los consumidores, garantizando que el Pipeño continúe siendo una bebida de calidad reconocida", agregó el organismo.