El 26 de abril de 2026, Chile comenzará una nueva etapa de la implementación de la Ley 40 de Horas, reduciendo la jornada laboral de 44 a 42 horas semanales. Este cambio impactará tanto a las empresas como a los trabajadores, quienes, deberán adaptarse a la implementación y las consecuencias de ésta.
Según el Estudio de Teletrabajo realizado por Mercer durante el 2024, respecto a Desconexión Digital y la Ley 40 Horas de Mercer Chile, el 60% de las empresas aplicaría la reducción de manera gradual, mientras que un 17% aún no define cómo implementará este ajuste. Además, la manera en que se distribuirán las horas varía: 34% de las compañías permitirá que los colaboradores reduzcan las jornada a la salida, mientras que un 28% concentrará la reducción en uno o dos días a la semana.
Calendario de implementación Ley 40 Horas
Para entender mejor la transición, es fundamental conocer el calendario de aplicación de la Ley 21.561, que establece una reducción progresiva de la jornada laboral:
- Primera reducción: Entró en vigencia el 26 de abril de 2024, disminuyendo la jornada de 45 a 44 horas semanales.
- Segunda reducción: Programada para el 26 de abril de 2026, cuando la jornada bajará a 42 horas semanales.
- Tercera reducción: A partir del 26 de abril de 2028, la jornada laboral alcanzará las 40 horas semanales definitivas.
¿Cómo afectará la reducción de jornada a la productividad?
Si bien la reducción de la jornada busca mejorar la calidad de vida de los trabajadores, su impacto en la productividad sigue siendo una interrogante para muchas empresas. Según el sondeo de Mercer, el 38% de las compañías prevé un impacto medio en la productividad, mientras que un 32% cree que será bajo y solo un 14% considera que será significativo.
Para Agustina Bellido, líder de Carrera de Mercer Chile, la clave estará en cómo las empresas y sus colaboradores gestionen el tiempo de manera eficiente. "Es fundamental que la gente entienda qué implica realmente esta reducción. No se trata solo de trabajar menos horas, sino de optimizar los procesos, mejorar la organización del trabajo y garantizar que la desconexión digital sea efectiva. Las empresas deben acompañar a sus equipos en este cambio, asegurando que la reducción sea real para todos", explica.
Un punto clave es garantizar que la reducción de jornada no termine simplemente redistribuyendo el trabajo en otros horarios o extendiendo la carga laboral fuera del tiempo formal. "Si no se establecen límites claros, la reducción de jornada podría traducirse en más trabajo fuera del horario laboral, afectando el bienestar de los trabajadores como también aumentando el costo laboral por las horas extras. La implementación de esta ley debe ir acompañada de una correcta planificación de la fuerza laboral, cruzada con la demanda del mercado, considerando la estacionalidad y poniendo un colchón para imprevistos. Todo esto debe venir acompañado de un cambio cultural, apoyo del liderazgo e incorporación de tecnología que permita realmente que reducir 3 horas en 2 años sea una realidad cierta y no sólo una declaración", enfatiza Bellido.
¿Qué pueden hacer las empresas y trabajadores para este cambio?
Para asegurar una transición exitosa, Mercer recomienda:
- Comunicación clara: informar a los colaboradores sobre cómo se aplicará la reducción de jornada en la empresa.
- Planificación de la fuerza de trabajo: cruzar el talento que necesito para cumplir con las metas de negocio con el talento que tengo, mapeando carga de trabajo y rediseñando los puestos para hacerlos más productivos (con una lógica de regoles y tareas que se pueden transformar, automatizar, y/o mantener)
- Optimización de procesos: ajustar la forma y los procesos de trabajo para mantener la productividad sin sobrecargar a los equipos.
- Capacitación de líderes: preparar a los responsables de equipo para gestionar el cambio y fomentar una cultura de desconexión digital efectiva.
- Monitoreo constante: evaluar el impacto de la reducción de jornada e implementar mejoras según sea necesario.
Con la segunda fase de la implementación de la Ley 40 Horas, empresas y trabajadores deben prepararse para una transición eficiente. La clave estará en entender el proceso, adaptarse a los cambios y garantizar que la reducción de jornada realmente contribuya al bienestar y la productividad de todos.