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8M: Cómo un mundo diseñado por y para los hombres afecta la salud de las mujeres

Desde los horarios laborales hasta las estructuras de productividad, la organización del mundo moderno ignora las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, generando consecuencias significativas en el bienestar femenino.

24horas.cl

Lunes 3 de marzo de 2025

Cada 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer nos invita a reflexionar sobre los desafíos que aún persisten en la búsqueda de la equidad. Entre estos, uno de los menos visibilizados es el impacto en la salud femenina de vivir en una sociedad diseñada en torno a los ritmos biológicos masculinos. Desde los horarios laborales hasta las estructuras de productividad, la organización del mundo moderno ignora las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, generando consecuencias significativas en el bienestar femenino.

El ciclo biológico femenino vs. el sistema laboral de 9-6

A nivel hormonal, los hombres experimentan un ciclo diario de testosterona que sigue un patrón predecible, con peaks por la mañana y descensos por la noche. En contraste, las mujeres atraviesan un ciclo hormonal mensual, donde los niveles de estrógeno y progesterona fluctúan en diferentes fases, influyendo en la energía, el estado de ánimo, la concentración y la resistencia al estrés. Sin embargo, los entornos laborales y sociales no están diseñados para estas variaciones cíclicas, sino que imponen una rutina lineal y constante, alineada con el ritmo masculino.

Andreína Guerrero, coach de ciclo menstrual, educadora de Método Sintotérmico y fundadora de Hacia La Raíz, comenta que “vivimos en un mundo diseñado para los ritmos biológicos masculinos, donde incluso las recomendaciones de salud se basan en estudios que excluyen la realidad de las mujeres. Nos enseñan a mantener rutinas lineales de trabajo y ejercicio, además de una mentalidad orientada a la ‘fuerza de voluntad’ y al constante ‘hacer’. Esto nos lleva a ignorar nuestras necesidades reales, especialmente en fases del ciclo donde el descanso es clave y la tolerancia al estrés es menor. Cada día es más urgente comprender los ciclos de las mujeres para impulsar cambios sociales. No podemos construir bienestar sobre algo que desconocemos.”

La falta de adaptación a este ciclo mensual y por ende, el estrés que genera la constante sobreexigencia de las mujeres para cumplir y responder a la velocidad del sistema social, puede derivar en diversos problemas de salud, como fatiga crónica, desequilibrios hormonales y mayor predisposición al agotamiento y la ansiedad. Según estudios recientes, como la investigación publicada en la Revista Internacional sobre la Biología del Estrés, el estrés prolongado impacta de manera más severa en la salud femenina, afectando la regulación del cortisol, el metabolismo y la calidad del sueño, además de aumentar el riesgo de trastornos como el síndrome de fatiga crónica, enfermedades cardiovasculares, diabetes e hipertensión.

Décadas de exigencias crecientes

Si bien las mujeres han ganado derechos y oportunidades en las últimas décadas, la carga social sobre ellas ha aumentado de forma exponencial. Durante el siglo XX, el rol femenino se centraba en el ámbito doméstico, con responsabilidades claras pero limitadas. Sin embargo, en la actualidad las mujeres deben equilibrar carreras demandantes con responsabilidades familiares, sociales y personales, sin que las estructuras laborales y económicas hayan evolucionado para compensar esta carga adicional.

Este modelo social,  sumado a la falta de flexibilidad en los entornos laborales y la carencia de políticas que reconozcan estas diferencias biológicas, han contribuido a la crisis de salud femenina que se vive en la actualidad.

Aviva Romm doctora, partera y autora reconocida internacionalmente, especializada en salud integral de la mujer, afirma que “estamos en medio de una epidemia oculta en la que un número extraordinario de mujeres de todas las edades y etapas de la vida —al menos el 80% de nosotras— enfrentará un problema hormonal o ginecológico en algún momento de su vida que será lo suficientemente significativo como para causar una disrupción en su calidad de vida, carrera o salud en general”.

Repensar el sistema: una cuestión de equidad y bienestar

El mundo laboral, académico y social debe evolucionar para reconocer las diferencias biológicas entre mujeres y hombres, y buscar la forma de adaptar los modelos de productividad en pro de la inclusión. Propuestas como la flexibilidad horaria, la optimización de los tiempos de descanso y la educación en salud hormonal podrían generar un impacto positivo en el bienestar femenino.

Este 8M, la reflexión no solo debe centrarse en la búsqueda de igualdad de oportunidades, sino también en la equidad en salud y bienestar. Construir una sociedad que respete los ritmos biológicos femeninos no es solo una cuestión de justicia, sino también de eficiencia y sostenibilidad.