Un grupo de científicos espaciales chinos propuso la creación de un calendario y sistema de medición del tiempo basado en todo el sistema solar, relegando aquellos establecidos en torno a la Tierra y las religiones, según el diario South China Morning Post.
La propuesta surge por la creciente exploración espacial de los seres humanos, lo que conlleva grandes complejidades a la hora de realizar los cálculos necesarios para guiar las naves e instrumentos enviados, por ejemplo, a Marte.
Los científicos, en su artículo publicado en el Journal of Electronic Measurement and Instrumentation, destacan la imposibilidad de determinar la hora exacta en el planeta rojo sincronizándola con la Tierra.
Las señales de radio enviadas entre los dos planetas tardan entre 3 y 22 minutos en viajar debido al cambio constante en la posición relativa y la velocidad de ambos.
Para desarrollar un mecanismo de medición que funcione más allá de la Tierra, los autores propusieron utilizar el centro de masa común del sistema solar como origen de las coordenadas para determinar ubicaciones en el espacio.
“El comienzo de los tiempos podría definirse como el momento en que una señal elegida de un púlsar de milisegundos, una estrella de neutrones altamente magnética que pulsa cientos de veces por segundo, alcanzó el baricentro”, afirmaron.
Un desafío importante para establecer el estándar sería elegir el púlsar y la señal específicos para una hora de inicio en el calendario, dijeron los investigadores.
Esto difiere del método actual, con nuestro planeta como centro de un sistema de coordenadas y un calendario internacionalmente aceptado determinado por acontecimientos religiosos.
“Se necesita un nuevo tipo de regulación del tiempo más allá de la Tierra”, dijeron los investigadores de diferentes organismos relacionados con el área astronómica y aeroespacial de China.
En los últimos años, China invirtió fuertemente en su programa espacial y consiguió alunizar la sonda Chang'e 4 en la cara oculta de la Luna -primera vez que se logra- y llegar por primera vez a Marte, convirtiéndose en el tercer país -tras Estados Unidos y la extinta Unión Soviética- en "amartizar"