Las cifras lo explican claramente. Chile se ubica por sobre el nivel mundial de depresión, con un índice de un 17,2%, según la Encuesta Nacional de Salud. Incluso el 21.67% de los habitantes del territorio nacional indicaron haber recibido un diagnóstico relacionado con esta enfermedad al menos una vez en su vida. Pero, ¿sabemos realmente qué es esta patología?
“La depresión es una enfermedad anímica y se caracteriza principalmente por un ánimo bajo, desgano, carencia de apetito, problemas de sueño, y falta de deseo de hacer cosas. Causasentimientos de tristeza generalizados y tiene un impacto altamente negativo en el entorno social de la persona que la padece”, señala Mariane Krause, profesora de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica y directora del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad, MIDAP.
Padecerla, no sólo involucra un funcionamiento disminuido en actividades sociales, sino también en aspectos laborales y educacionales. Incluso, durante los últimos años los problemas de salud mental se han transformado en una de las principales causas de incapacidad laboral, provocando un aumento en las licencias médicas, lo que genera un alto y creciente costo económico para el país.
En Chile una de cada tres personas sufre problemas de salud mental como angustia o depresión, en algún momento de su vida.
Una ciudad deprimida
La Organización Mundial de la Salud señala que Santiago encabeza la lista de capitales con más alta frecuencia de depresión en el mundo. Además, en los últimos años se ha observado un aumento importante de patologías mentales en niños, jóvenes y adultos jóvenes, grupos etarios que hasta hace poco no eran considerados dentro de los sectores con mayor riesgo de enfermedades mentales.
Por su parte, el Ministerio de Salud ha señalado que en la población urbana el porcentaje de cuadros depresivos alcanza el 18,3% versus el 12,4% de los sectores rurales. También, la prevalencia es más alta en el nivel social bajo (20,8%).
“No es que en los países más pobres exista más depresión y en los más desarrollados menos. El tema es bastante más complejo, la depresión se concentra en ciertos países que han tenido un rápido tránsito hacia un modelo de desarrollo distinto, como el caso de China, Corea y Chile”, explica la especialista. Pero, al mismo tiempo al interior de algunos países que ya tienen índices de depresión altos como es Chile, la depresión se concentra en sectores sociales de más bajos ingresos.
Sin duda, el modelo económico y social del país favorece la depresión. “Ha habido un tránsito de lo que se llama una sociedad de características más colectivistas a una sociedad más individualista”. En los últimos diez años los chilenos han experimentado un deterioro de la vida en comunidad, afectando considerablemente las redes de apoyo de las personas. Esto se traduce en un aumento de los sentimientos de soledad y una sobrecarga de exigencias al pertenecer a un mundo cada vez más competitivo.
Al convertirnos en una sociedad centrada en el individuo y en su bienestar resulta más difícil mantener grupos de ayuda al momento de enfrentar conflictos, asegura la especialista. En sectores más pobre la situación es de mayor gravedad, porque el estar expuesto cotidianamente a situaciones estresantes ligadas a la situación de carencia, aumenta la vulnerabilidad a la depresión.
Perspectiva evolutiva.
Si analizamos los factores que influyen a lo largo de la vida de una persona, es necesario considerar el ambiente en que nace: “Por un lado, importan las características de los padres, porque si ellos están deprimidos van a tener una interacción distinta con ese bebé y van a generar un apego más inseguro, que con los años puede convertir a la persona en alguien con una autoestima más baja y una mayor tendencia a deprimirse, y puede influir negativamente en sus propias capacidades para establecer relaciones personalmente gratificantes con otros”, explica la directora de MIDAP.
Para Mariane Krause, es importante explorar en profundidad las causas de la depresión, la manera de prevenirla de acuerdo a los distintos grupos y el tratamiento a seguir. “Es necesario realizar una aproximación multidimensional a la depresión, es decir, estudiarla desde distintos ángulos”. De esta manera, las dimensiones culturales, sociales, evolutivas, cognitivas, emocionales, conductuales, psico-fisiológicas y genéticas cobran importancia al momento de establecer un modelo de estudio.
En este modelo, es necesario analizar la relación entre depresión y personalidad y cómo las características de esta última influyen en la manera en que la depresión se manifiesta clínicamente. Por lo tanto, es necesario comprender la personalidad como un factor de predisposición o vulnerabilidad para el desarrollo de la depresión.
¿Introyectivo o anaclítico?
Existen dos tipos de depresión al momento de preguntarnos cómo cómo se manifiesta la depresila enfermedad: depresión anaclítica y depresión introyectiva.
Los anaclíticos están más centrados en la aprobación de su entorno, por lo que el rechazo gatilla un cuadro depresivo caracterizado por sentimientos de desesperanza, soledad, debilidad, manifestando un intenso anhelo de ser amados y protegidos.
Por su parte, quienes son considerados introyectivos, se enfocan en su propios logros, con una tendencia a la autoexigencia, la autocrítica y al cumplimiento de metas. Por lo tanto es necesario adaptar las terapias según las características de cada individuo.
Como ya veíamos, no es posible desvincular estas personalidades de su historia de vida, en especial sus vínculos afectivos tempranos.
En definitiva, la prevalencia de trastornos mentales es un problema relevante para Chile. Una comprensión profunda de la depresión, su prevención y tratamiento requiere de un enfoque multidimensional, que incluya la personalidad y las dimensiones culturales, contexto social, perspectiva evolutiva, genética, conductual, emocional, cognitivas y psicofisiológica.
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