¿Te imaginas cómo sería no bañarse por cinco años? Esto ha sido parte del experimento de James Hamblin (37), especialista en medicina preventiva y profesor de la Universidad de Yale, quien tomó la decisión de alejarse de las duchas para siempre el año 2015.
Uno de sus principales motivos: cuestionarse cómo y cuántos nos bañamos.
En una extensa entrevista a BBC Mundo, Hamblin aseguró que es algo a lo que “te acostumbras. Se siente normal”.
El también periodista ha publicado diferentes artículos al respecto, entre ellos, “I Quit Showering, and Life Continued” (Dejé de ducharme y la vida continuó) el año 2016 y “You're Showering Too Much” (Te estás duchando demasiado) este año.
“Pasamos dos años completos de nuestras vidas bañándonos. ¿Cuánto de ese tiempo (y dinero y agua) es un desperdicio?”, afirma el artículo publicado en 2016, según el citado medio.
El proceso
Según destaca el especialista, con el paso del tiempo, “el cuerpo se acostumbra cada vez más para que no huela tan mal si no usas desodorante y jabón”.
“Muchas personas usan champú para eliminar los aceites del cabello y después se aplican un acondicionador para colocar aceites sintéticos. Si logras romper ese círculo, tu cabello terminará viéndose de la manera que era cuando empezaste a usar esos productos”, comentó a BBC Mundo.
“Pero lo principal es entender que toma tiempo (ver el efecto), no sucede de la noche a la mañana, no es inmediato”.
De acuerdo con sus declaraciones, a veces sentía la necesidad de tomarse una ducha porque “olía mal”, sin embargo, “eso empezó a pasarme cada vez menos”.
El olor de su cuerpo
Según el especialista, “el olor de los cuerpos es producto de bacterias que viven en nuestra piel y se alimentan de las secreciones aceitosas del sudor y las glándulas sebáceas que están en la base de nuestros folículos pilosos”.
“Cuando te duchas agresivamente, destruyes los ecosistemas. Se repueblan rápidamente, pero las especies quedan desequilibradas y tienden a favorecer los tipos de microbios que producen olor”, explicó.
No obstante, después de un tiempo, se da un proceso de regulación, a través del cual el ecosistema llega a un estado estable y dejas de oler mal.
Hamblin sostiene que tiene un olor propio que a su esposa le gusta, y que para otras personas “no estaría mal”.
Aún así, hay ámbitos en su rutina de limpieza que no ha dejado de lado: lavarse las manos con jabón y cepillarse los dientes.