Es "Zona Típica" desde que en 1992 lo declarara el Consejo de Monumentos Nacionales, pero sus calles no se llenan con turistas, sino con estudiantes. Los solitarios domingos por el barrio República permiten apreciar con mayor detalle y detenimiento las casonas de la alta sociedad que se erigen y mantienen (algunas en mejor estado que otras) en el que luego se convertiría en barrio universitario.
Todo comenzó en la segunda mitad del siglo XIX, cuando Henry Meiggs, estadounidense que llegó a Chile escapando de sus deudas, hizo una fortuna en nuestro país encabezando proyectos ferroviarios. Esto le permitió levantar su residencia de verano Quinta Meiggs en una zona aún desierta a las afueras, que luego se demolería en 1941 para construir el conjunto Virginia Opazo por el arquitecto Luciano Kulczewski.
Tras la inauguración de la Quinta Meiggs y del Club Hípico, la clase alta santiaguina comenzó a mirar con ojos golosos este sector. En su gran mayoría eran "familias chilenas y extranjeras que acrecentaron o hicieron su fortuna con la explotación minera", señala un documento del Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA), cuya sede también se encuentra en una de estos edificios.
De marcada influencia europea y estadounidense, el barrio República se proyecta "como el primer barrio jardín", dice el MSSA, antigua residencia de la familia aristocrática Heiremanns y luego Embajada española hasta los 70, cuando la compró la Universidad de Chile. Durante la dictadura fue Cuartel General de la Central de Inteligencia Militar y quedó deshabitada hasta 2005.
Enfrente se encuentran las Casas Tudor, otro de los hitos de esta "ciudad jardín". Creadas por Josué Smith Solar, el mismo arquitecto que construyó el Club Hípico, y su hijo para residencia personal, en 1960 las compró la Universidad de Chile. Durante la dictadura fueron centro de tortura de la CNI y con la democracia quedaron abandonadas hasta que las rescató el Serviu.
Este mismo arquitecto construyó en el número 701 una gran casa de estilo neoclásico para la familia del abogado Arturo Alessandri Rodríguez, hijo del presidente Arturo Alessandri Palma. En los 70 se vendió a la Universidad de Chile y hoy es la sede del Departamento de Ingeniería Industrial.
Quedó también como sede educativa el antiguo Palacio Herquíñigo Gómez, construido por el arquitecto Ricardo Larraín Bravo. En la actualidad es el Instituto Profesional de Chile, que forma parte del conjunto de centros docentes que componen la primera mitad de la Avenida República. Un recorrido en el que llama la atención el actual Gran Circo Teatro, construido en los años 30 por Enrique Costabal.
MEZCLA DE CLASES
Durante estos años de esplendor arquitectónico y social del barrio, se instala "una particularidad", destaca el director de Patrimonio de la Universidad Católica, José Rosas. Las grandes casonas de la alta sociedad se combinan con las clases medias, ubicadas "en las calles medianas" y las bajas, "situadas en las vías atravesadas de dirección oriente-poniente", explica Rosas.
Es, en definitiva, un sector donde se mezcla población de diferentes estratos. Un espacio que muestra "una sociedad más democrática que intenta articular diversas clases sociales. La élite chilena de ese período es muy culta e introduce un tipo de ciudad más abierta", complementa.
Pero en la primera década del siglo XX, con la llegada de la industrialización y de las migraciones del campo a la ciudad, esas acaudaladas familias se trasladaron hacia sectores como Providencia o Ñuñoa, dejando abandonadas sus palacetes. Algunos se transformaron en pensiones o se subdividieron para arrendar; otras, se demolieron para lotear los terrenos.
El barrio tomó así un cariz más popular que se mantuvo, incluso, con la expansión universitaria de los años 40. La actual Universidad de Los Lagos, por ejemplo, fue en los años 20 sede de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Con el golpe, queda en manos de la DINA y quedó abandonada en los 90. Finalmente en 2002 la compra la Universidad de los Lagos.
El uso de estos edificios como centros militares fue una constantes tras el golpe de Estado en 1973. "Esta ocupación", señala el MSSA, "transformó radicalmente la dinámica del barrio, ya que esta área se mantenía constantemente bajo vigilancia, iniciando la devaluación y deterioro del sector, cuyo punto cúlmine fue el terremoto de 1985 que dejó los terrenos a un precio muy bajo". Atraídas por estos costos, y consolidada la democracia, las universidades privadas comenzaron a interesarse por el ahora barrio universitario.