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Club Hípico, el inicio a la ciudad abierta

Inaugurado en 1870, el actual edificio se terminó en 1923, dejando un legado arquitectónico de gran calidad y dando origen a una de las carreras más antiguas de Latinoamérica. No te pierdas detalles de uno de los centros de entretención que ha marcado la vida de los santiaguinos.

Carmen Aguilar

Martes 7 de octubre de 2014

"Carruajes de cuatro ruedas: 4 pesos, Carruajes de dos ruedas: 2 pesos. Asientos de tribuna: 1 peso. Huasos a caballo: 50 centavos. Personas a pie: 10 centavos".

Así anunciaba el diario El Ferrocarril "la apertura del Club Hípico de Santiago en septiembre de 1870, según recogen los archivos de la DIBAM. Un edificio y un espectáculo que años más tarde, en 1944, sería alabado por la revista En Viaje como "un legítimo motivo de orgullo para el país". Un lugar que nació, sin embargo, de un grupo de aficionados a los caballos que en 1869 deciden formalizarse como Club Hípico.

Un año más tarde, el 20 de septiembre de 1870, en plenas Fiestas Patrias, se celebra la primera carrera en el recinto en el que hoy se mantiene, entre las calles Blanco Encalada y General Rondizzoni.

 

Sin embargo, la estructura de aquel año nada tiene que ver con el aspecto actual. "Las graderías de madera se incendiaron en 1892", explica Hernán Rodríguez, miembro del directorio de Patrimonio Cultural de Chile, "y motivó que el Club encargara el edificio definitivo".

"Una construcción con una gran impronta republicana", analiza el director de Patrimonio de la Universidad Católica, José Rosas, por la fachada, las rejas, el parque del ingreso… Una obra que incorpora el paisajismo en la ciudad y "que arma la cara de una sociedad nueva que celebra la independencia".

En ese mismo período se están construyendo el Cerro Santa Lucía, el Teatro Municipal, el Parque Forestal, la Biblioteca Nacional, espacios públicos que muestran "una sociedad más democrática que intenta articular diversas clases sociales. La élite chilena de ese período es muy culta e introduce un tipo de ciudad más abierta" complementa Rosas.

 

Inaugurado en abril de 1923, el actual Club Hípico es obra de Josué Smith, uno de los grandes arquitectos chilenos. De influencia francesa, "tiene un impacto en la arquitectura de la ciudad, porque dejó un edificio de gran calidad, que mira a la cordillera, declarado Monumento Histórico" en 1992, apunta Rodríguez.

Sin embargo, no es el único legado que dejó el Club de finales del siglo XIX. En 1873 apareció uno de los clásicos, El Ensayo. La carrera de 2.400 metros, en la que participan los mejores caballos, es la más antigua de Latinoamérica.

¿Cuál fue la relación del Club Hípico con Vicuña Mackenna?

Siendo intendente de Santiago Benjamín Vicuña Mackenna se propuso ordenar el crecimiento urbano determinando los límites. Fuera de ellos, estaría prohibida la construcción de calles o viviendas.

De esta manera, se creó el Camino de Cintura, una suerte de barrera que rodeaba el centro por las avenidas Matucana, Exposición, Blanco Encalada, Matta Vicuña Mackenna y Mapocho.

"Uno de los punto que unía el Camino de la Cintura con el resto de la ciudad era el Club Hípico", recuerda Hernán Rodríguez, "que hasta ese momento estaba extramuros de la ciudad". El intendente llegó entonces a un acuerdo con el hipódromo que cedió parte de sus territorios para que pasara por delante de la actual avenida. "La relación entre ambos fue fructífera", dice Rodríguez, de Patrimonio Cultural de Chile.

¿Es un recinto popular o sólo de elite?

En el Club Hípico se desarrollaban dos "juegos". El de los caballos y el de la elite santiaguina que se reunía para mostrar la moda traída desde Europa y realizar grandes celebraciones.

Sin embargo, las carreras de caballos convocaban a un público variopinto. "El Club tuvo un impacto social que tiene que ver con la entretención, pues las carreras tienen una composición social muy diversa, con gente de muchos y pocos recursos", explica Rodríguez.

 

Pero la mezcla de clases está relacionada también con el propio barrio República donde se localiza el hipódromo; "un lugar donde confluyen la clase alta con las medias y bajas", apunta el director de Patrimonio de la UC.

Las grandes avenidas como República, Dieciocho o España albergan casonas aristocráticas. Pero entre ellas, aparecen las calles medias, dirigidas a esta misma clase. E incluso hay cabida en ese mismo barrio para los más vulnerables, que se ubicaban en las vías atravesadas de dirección oriente-poniente.

El contacto entre las diferentes clases, bien porque trabajaban en las caballerizas o porque acudían a los espectáculos, dieron pie al uso de espacios públicos para actividades masivas, que se mantienen hasta hoy.

En la actualidad, ¿es sólo hípica?

El hipódromo ha sido escenario de varios eventos que poco tienen que ver con lo deportivo: conciertos, exposiciones, ferias… Durante el mes de octubre, por ejemplo, se celebra CasaCor, feria de la decoración de interiores donde para sus organizadores es fundamental un ambiente como el del Club Hípico.

"Realizar esta feria en un edificio histórico, glamuroso, estético, lindo, obra de uno de los arquitectos más importantes de Chile, acompaña a lo que se muestra dentro. Más aún si de estética estamos hablando. Todo es de otro nivel y eso hace que la muestra sea de otro nivel", dice desde la organización Valeria Goldaracena.

"Siempre estamos abiertos a este tipo de eventos mientras no se altere la actividad hípica ni la salud" de los 2.000 caballos que viven en el hipódromo, aclara el Gerente comercial del Club Hípico, Cristián Muñoz.

 

Presidido por el empresario Carlos Heller Solari, la institución está proyectando, sin embargo, una estrategia que deriva hacia lo turístico sin perder el foco deportivo. "Es un espacio demasiado lindo para que solo se abra los días de carreras", justifica Muñoz.

Según la regulación del Consejo Nacional de la Hípica, los hipódromos tienen hasta un máximo de 86 reuniones anuales; es decir, 86 días de carreras, con 18 a 20 espectáculos por jornada. El Club Hípico de Santiago abre los viernes, lunes por medio y 10 domingos al año, con un precio que va desde los $500 a los $1.000.

 

"Los viernes y lunes acuden unas 3.000 o 5.000 personas. Los domingos, alrededor de 10.000. Mientras que en las grandes competiciones, como El Ensayo, se llena el aforo de 70.000 espectadores", indica Muñoz.

En El Ensayo, que se celebrará el 31 de octubre, solo corren los mejores. Todos los caballos del hipódromo santiaguino son pura sangre y están registrados en el Stud Book de Chile. Comienzan a competir con dos años y los mejores llegan a este evento, el más antiguo de Latinoamérica donde se consagran.

Revise a lo largo de la semana nuestra serie patrimonial.