Tras el arrollador éxito de la serie Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer, ahora Netflix anunció la continuación del proyecto con nuevos asesinos. Se trata de los hermanos Lyle y Erik Menéndez.
En esta segunda temporada de la producción dirigida por Ryan Murphy serán dos los protagonistas por el macabro crimen ocurrido a fines de los 80' en Estados Unidos.
Este primer adelanto muestra una llamada al 911 por parte de un hombre realizada el 20 de agosto de 1989 en Beverly Hills, California, donde un hombre visiblemente agitado denuncia el asesinato de sus padres, revelando que acaba de llegar y se encontró con la escena.
Por el momento, se desconoce quiénes protagonizarán este nuevo proyecto que llegará a las pantallas del servicio de streaming en el 2024.
*Lo siguiente podría traer spoliers de lo que mostrará la serie.
LA HISTORIA DE LOS ASESINOS LYLE Y ERIK MENÉNDEZ
La nueva adaptación de Netflix trae la historia de los hermanos oriundos de New Jersey, Lyle y Erik Menéndez, quiénes asesinaron a sus padres en 1989.
Los jóvenes de 21 y 18 años se mudaron a California por el trabajo de su padre, José Menéndez, yendo ambos a la Universidad de Princeton. Sin embargo, no duraron mucho en esta entidad educativa, debido a su bajo rendimiento y problemas de conducta.
Tanto José como su esposa María, eran ejecutivos del entretenimiento, logrando amasar una gran fortuna que los llevó a vivir en una mansión ubicada en el exclusivo barrio de Beverly Hills.
Fue en este preciso lugar que los hijos del matrimonio asesinaron al padre de familia con un disparo de escopeta, para luego hacer lo propio con su madre, a quien le dispararon en la pierna, en el brazo, en el pecho y en el rostro, quedando prácticamente irreconocible.
Tras cometer el crimen, los hermanos se deshicieron de las armas homicidas en una carretera y fueron a ver la película Licencia para matar en un cine local para utilizar esto como coartada.
Una vez finalizado el filme, Lyle llamó al 911 y denunció el asesinato de sus padres.
Con todo lo anterior, ambos estaban seguros que podrían disfrutar de los más de 14 millones de dólares que tenían sus progenitores. Sin embargo, a pesar de su planificación, las autoridades lograron descubrirlos, siendo llevados a juicio en 1993.
Durante el juicio, Lyle y Erik aseguraron haber sido víctimas de abuso sexual, físico y psicológico, algo que nunca pudieron comprobar en el proceso legal.
Finalmente los hermanos fueron condenados a cadena perpetua, manteniéndose tras las rejas hasta el día de hoy, que tienen más de 60 años cada uno, compartiendo la misma cárcel desde 2018.