La agricultura ha sido una de las actividades más golpeadas por el cambio climático que afecta a nuestro planeta. Cifras al respecto indican que alrededor de un 40% de la superficie terrestre mundial corresponde a terrenos afectados por la sequía, valor que aumentaría a un 50% de aquí al año 2025.
El aumento de los territorios impactados por factores de estrés abiotico —como la sequía y la salinidad— y la consecuente disminución en el rendimiento de los cultivos por estas causas, motivaron a un grupo de investigadores chilenos a buscar soluciones desde la ciencia para el desarrollo de una agricultura más resiliente y sustentable. Este es el objetivo del proyecto “Planta-Con-Ciencia”, que apunta —entre otros aspectos— a la creación de nuevas variedades vegetales resistentes al cambio climático.
La iniciativa, enmarcada en el concurso “Anillo de Investigación en Ciencia y Tecnología”, del programa de investigación asociativa (PIA) de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo ANID, es liderada por investigadores del Centro de Biología Molecular Vegetal de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, junto a profesionales del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) y del Laboratorio de Biotecnología Celular de la Facultad de Recursos Naturales Renovables de la Universidad Arturo Prat.
Cultivos resistentes a los efectos del cambio climático
Uno de los focos iniciales del proyecto es generar nuevas variedades de tomates y kiwis mediante la técnica de ingeniería genética CRISPR/Cas9. En el caso del tomate, se estudiarán las características del “Poncho Negro”, variedad chilena originaria del Valle de Azapa que cuenta con una alta resistencia a la salinidad y al efecto de metales pesados. También se investigarán componentes que permitan mejorar el tomate 7742 (seminis), la variedad más producida y comercializada en Chile. En cuanto a los kiwis, se buscará aumentar la tolerancia a la salinidad y sequía de variedades usadas como portainjertos, para mejorar la productividad de las plantas de kiwi comercial Hayward; el tercero más exportado de nuestro país.
Además, se trabajará en el estudio y desarrollo de biomoduladores amigables con el medioambiente basados en rizobacterias promovedoras del crecimiento y metabolitos vegetales, que podrán aplicarse directamente en plantas del tomate u otras para aumentar su resistencia al estrés abiótico.
La investigadora del Centro de Biología Molecular Vegetal de la Facultad de Ciencias de la U. de Chile y directora del proyecto, Claudia Stange, señala que “a través de este proyecto buscamos aportar a una agricultura sustentable, utilizando la biotecnología para mejorar especies frutales de un alto valor económico para nuestro país. Herramientas de edición genética nos permitirán obtener kiwis y tomates que requerirán menos agua, lo que permitirá ahorrar este recurso y adaptarnos a las condiciones generadas por la sequía y el aumento de la salinidad”.
Para finalizar, la académica agrega que “este proyecto estará acompañado de una campaña de difusión respecto de los efectos del cambio climático y de promoción de una agricultura sustentable. Con ella que daremos a conocer a la comunidad el gran valor de la ciencia y la tecnología para mejorar los cultivos agrícolas y permitirnos seguir contando con alimentos saludables a pesar de la grave situación a la que se ve afectado nuestro planeta”.