Una exmonja presentó una demanda por perjuicios al monasterio Santa Clara de Pucón y solicita a la Corte de Apelaciones de Temuco que condene a la orden religiosa y a la Diócesis de Villarrica a un pago de $400 millones por daño moral.
Según acusa la exreligiosa, que renunció a la congregación en 2021, dentro del claustro vivió episodios de sobreviviencia ante una enfermedad que la acomplejaba: endometriosis. Y es que cuando ingresó al monasterio a los 20 años, presentó fuertes dolores menstruales que la imposibilitaban a realizar funciones diarias.
"Sor Verónica me decía que había que aguantar el dolor, demostrar ser fuerte y ofrecerlo a Dios. Un día me hizo caminar descalza sobre piedras calientes cuando tenía dolores menstruales para que me diera cuenta que el dolor era soportable, sin embargo, era tan fuerte el dolor que a veces a escondidas tomaba algo de licor para soportarlo y estar de pie", consigna LUN.
Incluso, relata que un día se quemó con agua hirviendo y negó el dolor que sentía por temor. "Llegó sor Verónica y le dije que no era nada, pero era porque me daba miedo que no me quisiera si no era fuerte para soportar el dolor. Sor Verónica decía que pensara en San Lorenzo, que lo mataron, y en San Francisco, que le cauterizaron un ojo. Tenía la capacidad de convencerte de que podías soportar cualquier tipo de dolor", declara.
Una vez controlada su endometriosis, la exreligiosa presentó una grave enfermedad gastrointestinal, donde le extirparon el colon y la dejaron con una bolsa en el estómago. El mismo año que fue operada, fue enviada a Italia junto a sor Verónica, no obstante, le había consultado si habría un médico allá para ser atendida, quien le aseguró que sí.
Sin embargo, descubrió que en el monasterio italiano solo tenían un cirujano abdominal que no conocía suficientemente su enfermedad. Tras ello, enfermó y llegó a pesar tan solo 34 años, además, se le hicieron llagas en su cuerpo, obstrucciones intestinales y fístulas.
"Sor Verónica siempre me hacía sentir culpable diciéndome que yo no aguantaba nada y me pedía cosas realmente imposibles, por ejemplo, no vomitar la comida, cuando era normal en mis condiciones. Recuerdo que una vez pasé toda la noche llamándola para que me cambiara ileostomía (bolsa), pero no contestó. Me arrastre hasta el coro donde estaba rezando para decirle que me ayudara, pero ella solo me miró y no se movió", agregó.
De igual manera, el escrito judicial señala que en Chile, continuó con el mismo dolor y solicitó a las monjas capuchinas un permiso para acudir a un médico, pero éstas se negaron. "Debía volver a Pucón, si era necesario que muriera, así sería, ya que esa era nuestra forma de vida", declara la exmonja.