Un hombre adulto en situación de calle denunció haber sido violado por un sacerdote en la Catedral de Santiago hace cuatro años. Informe Especial accedió al testimonio exclusivo del denunciante, identificado como Zoro Daniel Rojas Álvarez (43), quien no registra antecedentes penales, está divorciado y tiene tres hijos.
Se trata de un nuevo escándalo con ribetes sexuales que estremece a la Iglesia Católica. El religioso acusado es el padre Tito Rigoberto Rivera, un cura tradicionalista aficionado a las misas en latín y compulsivo coleccionista de incensarios, cálices, crucifijos y ornamentos religiosos.
Actualmente, el religioso está aquejado del mal de Parkinson, cáncer a la próstata, diabetes y problemas renales. Un equipo liderado por Santiago Pavlovic lo fue a visitar a su casa, pero optó por el silencio y pidió que su abogada se haga cargo de realizar los descargos correspondientes, quien niega tajantemente que haya habido violación.
Rivera fue ordenado sacerdote en San Felipe, se desempeñó como capellán de Carabineros por 14 años, luego párroco en Santiago, capellán en la Catedral y desde marzo de 2015, rector en la Iglesia de Las Agustinas.
LOS HECHOS
De acuerdo al relato de la supuesta víctima, en 2015 pidió ayuda en la Catedral para comprar un medicamento para su hija, afectada por una enfermedad urinaria. Fue ahí cuando se cruzó con el padre Tito, quien le dijo que lo ayudaría llevándolo a una pieza al interior del segundo piso del recinto ubicado en el corazón de Santiago, a un costado de la Plaza de Armas.
Según Daniel, ya sentado en la cama de la habitación bebió un vaso de agua que le ofreció el cura, quien a su vez entró al baño. Mientras esperaba, el denunciante declara haberse sentido "sin fuerzas".
Tras esto, el religioso volvió. Fue ahí cuando luego de bajarse los pantalones y de hacer lo mismo con su supuesta víctima, le practicó sexo oral y además lo violó. "Mi cuerpo no reaccionaba, me sentía cochino (...) Hasta el día de hoy me cuesta dormir", cuenta entre lágrimas Rojas, añadiendo que tras esto el religioso le pidió que no revele lo sucedido a nadie.
LA SUPUESTA COMPLICIDAD DEL CARDENAL EZZATI
Días después de este episodio, denunció al padre Tito en la Oficina Pastoral de Denuncias lo cual dio origen a una investigación previa del sacerdote Francisco Walker, a quien le llegó pronto otra denuncia en contra de Rivera estampada en 2011.
El padre Tito, según los testimonios que le llegaban a Walker, tenía un patrón de conducta común en todas las denuncias en su contra: la homosexualidad. Incluso, él mismo reconoció esta tendencia, la cual fue corroborada por su abogada Sandra Pinto: "Podría definirse como una persona que ha tenido algunas conductas homosexuales y también heterosexuales, como la gran mayoría de los sacerdotes, por lo demás".
Como Daniel sentía que su denuncia no tenía avances, se decidió a hablar directamente con el cardenal Ricardo Ezzati dado que acostumbraba a confesar a feligreses algunos días en la Catedral.
"Le empiezo a confesar lo que me había pasado en el segundo piso y por qué llegué ahí. También le conté lo que había hecho el padre Tito Rivera conmigo. Entonces me dice 'ya', y ahí me empieza a decir que no le cuente a nadie. Después me vuelve a repetir fuera del confesionario que esto quedaría en las manos de Dios", sostiene el hombre.
Es en ese momento que Daniel Rojas cuenta que el cardenal Ezzati le entregó $30 mil en efectivo. Tiempo después, en abril de 2015, el arzobispo capitalino ordena que el padre Tito deje de oficiar misas dentro de la Catedral.
Hoy, la investigación está en manos de la Fiscalía de Alta Complejidad, la cual el año pasado incautó la documentación del Arzobispado asociado con la denuncia en contra del padre Tito.
Por su parte, la abogada del sacerdote duda de la condición mental del denuncante Daniel Rojas: "Normalmente, las personas indigentes tienen varios problemas mentales. Si el Tribunal Eclesiástico estimó que era verosímil, fue porque efectivamente contó con la denuncia de este señor que fue bastante persistente".
Lo cierto es que el peritaje psicológico que le practicó la PDI al denunciante, observó síntomas ansiosos depresivos asociados a su experiencia en la Catedral. La PDI además declara que Daniel tiene las competencias necesarias para declarar, y se descarta qe los signos de daño psicológico respondan a un proceso de simulación con fines gananciales.
"No necesito que me paguen un pasaje para ir a visitar al Papa (...) lo único que busco es verdad y justicia", concluye la supuesta víctima.