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Lukashenko es presidente por séptima vez pese a acusaciones de fraude

El mandatario que lidera desde 1994 en Bielorrusia es considerado como el "dictador".

24horas.cl

EFE

Lunes 27 de enero de 2025

El bielorruso Alexandr Lukashenko es reelegido este domingo por séptima vez en mandato presidencial, es el mandatario europeo que con 30 años lleva más tiempo en el poder, pese a acusaciones de fraude

"No soy eterno", aseguró en rueda de prensa tras votar en una universidad de Minsk.

A sus 70 años, Lukashenko aludió al presidente ruso, Vladímir Putin, al asegurar que no quería presentarse a la reelección, pero le obligó su entorno más cercano, el amor del pueblo y el tenso panorama internacional.

"Lukashenko nunca dejará el poder. Le gusta demasiado. Solo abandonará el cargo por motivos de salud", comentó a EFE Pável Latushko, jefe del Gobierno bielorruso en el exilio.

Un hombre de campo con alma estalinista

Lukashenko, admirador de Stalin, pero también de Hugo Chávez, se define a sí mismo como "un hombre de pueblo". De ahí su afición a la agricultura y, en particular, a los tractores y las patatas, dos de los principales productos nacionales.

Comenzó su andadura profesional en tiempos soviéticos como director de un Sovjoz, es decir, una granja estatal, a diferencia del Koljoz, una cooperativa agrícola.

Desde que llegó al poder en 1994, gestiona este país de 10 millones de habitantes como si fuera una granja. Prácticamente, todas las decisiones importantes pasan por sus manos.

Las elecciones que lo llevaron al poder fueron las últimas que pueden ser consideradas democráticas. Desde entonces, recreó el Estado totalitario soviético con varias reformas constitucionales que le han perpetuado en el poder.

Para ello, cuenta con la inestimable ayuda del KGB, que se encarga de mantener el orden y de eliminar a cualquier rival o disidente que le haga sombra, lo que incluye a opositores y defensores de los derechos humanos, incluido el Nobel de la Paz, Ales Bialiatski, fundador de la organización Viasna.

Con el paso de los años condenó a todos sus enemigos a la cárcel o al exilio, lo que le ha valido el sobrenombre de último dictador de Europa, apelativo que repitió gustosamente durante la campaña electoral.

"Ya vendrán a aprender de mí", dijo en una ocasión.

El azote de los oligarcas 

Lukashenko tuvo claro desde un principio que Bielorrusia bajo su mando no seguiría ni la vía rusa ni la ucraniana, sus dos grandes vecinos y hermanos eslavos.

En Moscú los oligarcas marcaban la agenda y la privatización salvaje condenó a los rusos a la miseria tras la caída de la Unión Soviética; mientras en Kiev estaba surgiendo una democracia incipiente, pero que estaba ejecutada por la división entre Este y Oeste y, por consiguiente, traía consigo una gran inestabilidad política.

La tercera vía consistía en devolver al Estado el tejido productivo, atar en corto a los oligarcas e impedir un éxodo rural masivo, de forma que el campo pudiera seguir alimentando al país.

"Tomamos lo mejor de la URSS y lo mejoramos", asegura.

Además, aunque firmó la Unión Estatal Rusia-Bielorrusia, se opuso a que su país se convirtiera en un mero protectorado del Kremlin, aunque su economía siempre ha dependido de los hidrocarburos rusos subsidiados.

Eso le ha permitido mantener en pie una economía casi planificada que exportaba tanto a Rusia como a Europa, desde fertilizantes a productos derivados del petróleo que Moscú le suministraba a precios de amigo. 

El hermano menor de Putin

Cuando llegó al poder Putin, Lukashenko ya llevaba seis años en el cargo. No obstante, el líder bielorruso se dirige últimamente al jefe del Kremlin como su “hermano mayor”, ya que le lleva casi dos años.

Aunque protagonizaron no pocos desencuentros, de lo que Minsk culpó siempre a las burócratas rusos, Lukashenko se ha abstenido de criticar a Moscú desde que Putin le salvara prácticamente del derrocamiento durante las multitudinarias protestas antigubernamentales contra el fraude electoral de agosto de 2020.

Lukashenko sobrevoló a la multitud en helicóptero y un Kaláshnikov en sus manos, pero lo que garantizó su supervivencia política fue el apoyo político y militar, y el préstamo millonario ruso.

Es por eso que Lukashenko no pudo más que aceptar cuando su colega ruso le pidió que cediera su territorio para invadir el país vecino, Ucrania, en febrero de 2022.

El líder bielorruso se irrita cada vez que se lo recuerdan:“Nunca involucré a mi país en la guerra”, dijo , pero la realidad es que Minsk es cómplice en la campaña militar rusa.

No solo eso, sino que desde entonces ha pedido el despliegue de armas nucleares tácticas y más recientemente del misil balístico hipersónico Oreshnik, aduciendo que la OTAN amenaza la seguridad de ambos países.

"Nadie ataca a un país con un paraguas nuclear", aseguró el domingo en rueda de prensa.

Lukashenko, que también tiene una estrecha relación con China, se ha convertido en el mejor aliado de Putin, pero esa política tiene un grave riesgo. Sus destinos están entrelazados.