La región metropolitana de Porto Alegre, la ciudad más importante del sur de Brasil, tenía barrios enteros bajo las aguas este sábado por las históricas inundaciones que han causado al menos 56 muertos y 74 desaparecidos desde el comienzo de la semana.
La crecida del río Guaíba, sin precedentes desde 1941, ha dejado prácticamente aislada a la capital del estado de Rio Grande do Sul, anegando la estación de autobuses y obligando en la noche del viernes a suspender las operaciones en el aeropuerto internacional, que por lo menos permanecerá cerrado hasta el lunes.
El municipio de Canoas, en el área metropolitana, es uno de los más afectados por las inundaciones y se encuentra completamente bajo las aguas.
Los cuerpos de salvamento se afanaban este sábado en rescatar a los habitantes que se subieron al tejado de sus casas, mientras dentro de sus viviendas el agua había destruido todas sus pertenencias.
Numerosos ciudadanos llevaron sus vehículos a la parte más alta de un viaducto para evitar que el agua se los trague.
La capital fue algo más afortunada, puesto que en la zona portuaria cuenta con unas compuertas metálicas de cinco metros de altura, que se pueden cerrar para proteger a la ciudad de la crecida del río.
No obstante, esta es la primera vez que las aguas han penetrado en la ciudad desde la construcción del sistema de muros y diques, en 1974.
El agua ha invadido muchos barrios a lo largo del litoral, ha cortado los accesos al aeropuerto e incluso han llegado a anegar el estadio de fútbol del Gremio, uno de los dos clubes grandes de la ciudad.
La capital solo permanece conectada al resto de Brasil por una carretera, en dirección este, y el resto presenta bloqueos.
En todo Rio Grande do Sul, región de 11 millones de habitantes fronteriza con Argentina y Uruguay, la situación es muy preocupante.
Las inundaciones y los deslizamientos de tierra causados por las lluvias han provocado 128 bloqueos totales o parciales en 61 carreteras.
En total, las autoridades regionales calculan que hay 317 municipios afectados y 510.585 damnificados, entre los cuales 82.000 personas han tenido que dejar sus casas.
El número de muertes confirmadas es de 56, pero podría subir a 63, puesto que hay siete fallecimientos en investigación. A esto, se suman 74 desaparecidos.
El gobernador de Rio Grande do Sul, Eduardo Leite, dijo en una rueda de prensa que "la lluvia ha comenzado a dar una tregua", pero anticipó que la región enfrentará dificultades durante varios días, hasta que los ríos vuelvan a su cauce, y después, requerirá de ayuda económica para recuperarse.
"Rio Grande do Sul va a necesitar un plan Marshall de recuperación", dijo Leite en una intervención al lado del ministro de Comunicación Social, Paulo Pimenta.
El Gobierno brasileño se ha movilizado para apoyar a la administración regional con el envío de cerca de un millar de militares, así como helicópteros y vehículos de rescate.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva viajará este domingo a Porto Alegre por segunda vez desde que comenzó la crisis para supervisar las tareas de rescate y distribución de ayuda.
Estas inundaciones son las más graves que ha registrado Rio Grande do Sul y se producen después de una secuencia de cuatro desastres meteorológicos desde el pasado junio.
El más grave hasta ahora, un ciclón extratropical registrado el pasado noviembre, causó la muerte a cerca de 50 personas en el valle del río Taquari, una de las regiones que ha vuelto a ser golpeada por las inundaciones en esta ocasión.
Los meteorólogos han atribuido estos acontecimientos climáticos extremos al fenómeno El Niño, que provoca un aumento de las precipitaciones en esta parte del país