La microbióloga y comunicadora científica Natalia Pasternak generó una polémica con su nuevo libro, en el que describe al psicoanálisis como una “pseudociencia”.
Esta descripción provocó acaloradas reacciones en las redes sociales, tanto en contra como a favor de la especialista, que se hizo conocida a nivel popular por sus comentarios durante la pandemia de covid-19.
En su libro “Que Bobagem! Pseudociências e Outros Absurdos que Não Merecem Ser Levados a Sério” (¡Qué absurdo! Pseudociencias y otras tonterías que no merecen ser tomadas en serio) Pasternak y el periodista Carlos Orsi critican también la homeopatía, la astrología y la acupuntura, a las que llaman “falsificaciones de la ciencia”.
Sin embargo, la controversia provocada por Pasternak sobre el psicoanálisis no es nueva: tiene más de un siglo.
Algunos expertos afirman que el trabajo de Freud era completamente pseudocientífico por naturaleza y que los defensores de su teoría hicieron poco por revisarla.
Otros defienden que la eficacia del psicoanálisis puede ser comprobada científicamente.
También destacan que tiene una influencia enorme en la cultura occidental, a pesar de todas las críticas, y que cuenta con muchos adeptos en todo el mundo.
Desde sus inicios, a comienzos del siglo XX, ha habido encarnizadas discusiones sobre si el psicoanálisis es o no una ciencia.
Pero, antes de entrar en esa polémica, es preciso entender qué es el psicoanálisis, un método para tratar trastornos mentales y una teoría para explicar el comportamiento humano.
El austríaco Sigmund Freud (1856-1939) es considerado su padre fundador.
Freud creía que los acontecimientos de nuestra infancia tienen una gran influencia en nuestra vida adulta, moldeando nuestra personalidad.
Freud, padre del psicoanálisis
Por ejemplo, en términos simples, la ansiedad originada por las experiencias traumáticas en el pasado de una persona se oculta de la conciencia y puede causar problemas en la edad adulta (neurosis).
Así, cuando nos explicamos nuestro comportamiento a nosotros mismos o a los demás, raramente damos cuenta de nuestra motivación.
Por ello, Freud se abocó a tratar de penetrar ese “camuflaje”, muchas veces sutil y elaborado, que oscurece la estructura de los procesos ocultos de nuestra personalidad.
Freud aseguraba que sus postulados formaban la base de la ciencia de la psicología, que, para él, era una “ciencia natural”.
Uno de los principales críticos de las teorías de Freud fue el austrobritánico Karl Popper (1902-1994).
Considerado uno de los más influyentes filósofos del siglo XX, Popper consideraba al psicoanálisis una pseudociencia por proponer hipótesis que no podían ser refutadas empíricamente, llegando a compararlo con la astrología.
Argumentaba que la ciencia se diferencia de la pseudociencia o la superstición porque se puede demostrar que las hipótesis científicas son falsas por medio de la observación de experimentos.
Popper y el “falsacionismo”
Según el falsacionismo de Popper, cualquier afirmación científica basada en la observación jamás puede ser considerada una verdad absoluta o definitiva.
Popper sostenía que las teorías científicas se caracterizan por implicar predicciones que las observaciones futuras pueden revelar como falsas.
Por ejemplo: en el pasado, como se desconocía la existencia de cisnes negros, se creía que todo cisne era blanco.
Pero, para Popper, no importa si todos los cisnes observados eran blancos, basta con que aparezca uno solo negro para desmontar esa teoría.
Como consecuencia, no podemos afirmar científicamente que “todos los cisnes son blancos”.
Cuando se demuestra que las teorías son falsas en vista de tales observaciones, los científicos pueden responder revisando la teoría o rechazándola en favor de una rival, o dejando la teoría tal y como está y cambiando a una hipótesis auxiliar.
En el caso del psicoanálisis freudiano, Popper argumentaba que este, así como otras teorías que describe como no científicas, no hacen ninguna predicción que sea refutable.
En este sentido, por no haber predicciones precisas, estas teorías terminan siendo creadas a medida y proporcionan una supuesta explicación para cualquier comportamiento observado.
Niño en el agua
Para ilustrar su punto, Popper da como ejemplo una situación con dos hombres.
Uno empuja a un niño al agua con la intención de ahogarlo y el otro se lanza al agua para salvarlo.
Según él, el psicoanálisis puede explicar las dos acciones aparentemente contradictorias.
En el primer caso, el psicoanalista puede decir que la acción fue impulsada por un componente reprimido del "ello" (inconsciente) y, en el segundo caso, que la acción resultó de una sublimación exitosa de ese mismo tipo de deseo del "yo" y el "superyo".
En otras palabras: para Popper, independientemente de cómo se comporta realmente una persona, el psicoanálisis puede usarse para explicar ambos comportamientos.
Eso, a su vez, nos impide formular cualquier experimento crucial que pueda servir para refutar el psicoanálisis.
Para Popper, el psicoanálisis era “simplemente inverificable, irrefutable. No había comportamiento humano concebible que lo contradijese”.
“Es muy claro. Ni Freud ni Adler (Alfred Adler, psicólogo austriaco fundador de la psicología del desarrollo individual) excluyen la acción de cualquier persona en particular, de cualquier manera particular, sean las que sean las condiciones externas. Si un hombre sacrifica su vida para rescatar a un niño que se ahoga (un caso de sublimación) o si asesina al niño ahogándolo (un caso de represión), no podría ser previsto ni excluido por la teoría de Freud”, escribió en 1974.
“Yo personalmente no dudo de que mucho de lo que ellos (Freud y Adler) dicen es de una importancia considerable y puede desempeñar un día un muy buen papel en una ciencia psicológica que pueda ser puesta a prueba”.
“Pero eso significa que las ‘observaciones clínicas’ que los analistas creen que confirman su teoría no seandiferentes de las confirmaciones diarias que encuentran los astrólogos”, añade.
Popper, por otro lado, señaló que muchas veces hay propósitos legítimos para postular teorías no científicas.
Él decía que las teorías que comienzan como no científicas pueden luego volverse científicas a medida que encontramos métodos para generar y comprobar predicciones específicas basadas en esas esas teorías.
Criticando al crítico
A lo largo de los años, la validez científica del psicoanálisis fue cuestionada por otras figuras prominentes como el psicólogo Steven Pinker, el lingüista Noam Chomsky, el biólogo evolutivo Stephen Jay Gould o el físico Richard Feynman.
Algunos profundizaron en la obra de Freud, diseccionando lo que consideraban sus deficiencias, como el filósofo germano-estadounidense Adolf Grünbaum (1923-2018).
Su libro “Los fundamentos del psicoanálisis: una crítica filosófica” (1984) lo volvió mundialmente famoso.
En ese momento, su trabajo fue visto como un punto de inflexión en el debate sobre el psicoanálisis y considerado por algunos críticos de Freud como una “obra maestra”.
Curiosamente, Grünbaum era un crítico de Popper antes de volverse crítico de Freud.
La verdad es que gracias a Popper, Grünbaum se empezó a interesar por Freud.
Esto se debe a que tanto en la teoría como en la práctica, dice Grünbaum, Freud entendía y aceptaba la falsabilidad de Popper.
“El primer ímpetu para mi investigación sobre los méritos intelectuales de la empresa psicoanalítica”, escribió, “provino de mis dudas sobre la filosofía de la ciencia de Karl Popper”, en alusión a la falsabilidad.
Grünbaum también sostuvo que el padre del psicoanálisis practicaba lo que predicaba: en varias ocasiones, Freud abandonó sus ideas porque eran empíricamente insostenibles.
En otras palabras, en opinión de Grünbaum, Freud actuó exactamente como dice la teoría de Popper, abandonando las posturas teóricas cuando los hechos las contradecían.
Pero, en su opinión, el problema del psicoanálisis estaba en lo que llamó el “argumento de la adecuación”.
En síntesis, Grünbaum criticaba a Freud por creer que solo el psicoanálisis podía producir efectos terapéuticos.
Según él, los pacientes no son fuentes confiables para descubrir qué “funciona” realmente para curar sus trastornos.
Otro lado
Muchos expertos sostienen que algo merece ser considerado una ciencia cuando predomina la consideración de los datos, que están disponibles para todas las partes interesadas, y cuando la teoría está basada en datos y cambia en respuesta de nuevas observaciones.
Esa es una visión más tradicional.
De acuerdo a este punto de vista, el progreso de la teoría es acumulativo, y el modelo original puede servir de base para modelos más nuevos.
Las afirmaciones deben también basarse en evidencias y no en la autoridad.
“El psicoanálisis, por otro lado, está basado principalmente en postulados pseudocientíficos que son inherentemente no refutables”, explica Anna Järvinen, psicóloga clínica, neuropsicóloga y terapeuta de tradición no psicoanalítica/psicodinámica en un artículo publicado en la la revista británica The Skeptic.
En entrevista con la BBC, dice que las reacciones acaloradas sobre si el psicoanálisis es o no una ciencia “se deben, por lo menos en parte, al hecho de que, a pesar de sus deficiencias bastante debatidas y delineadas, en la psicología continúa teniendo una presencia bastante prominente, al menos en el ámbito clínico.
“Muchos encuentran esto incómodo y francamente amenazante, debido a que, posiblemente, la teoría de Freud no es fácil de entender en un sentido intelectual (y muy pocos han leído sus textos de primera mano), y toca áreas muy sensibles”, añade Järvinen, quien cuenta con un doctorado en Psicología del Goldsmith College de la Universidad de Londres.
Según Järvinen, “el psicoanálisis es extremadamente poderoso. El paciente suele ser colocado en la posición de objeto, y los tratamientos suelen ser vistos como misteriosos y hasta oscuros”.
“Dado que es algo de difícil comprensión, los psicoanalistas son vistos a veces como ‘elitistas’ por diferentes profesionales de la salud mental. Tampoco ayuda que existan algunos grupos o cultos de practicantes que asumen una actitud muy poco crítica en relación a la obra de Freud”, añade.
Provocador
“Los factores mencionados hacen que la teoría de Freud sea altamente provocadora/evocadora emocionalmente, y las personas reaccionan naturalmente con una actitud defensiva”.
“Además, en esta era de modelo médico y tratamientos basados en evidencia, muchos encuentran probablemente incompresible el que se le preste tanta atención al psicoanálisis. Sin embargo, el tratamiento continúa beneficiando a muchos”, concluye.
Aunque, como muchos otros psicólogos, Järvinen no considera al psicoanálisis una ciencia, advierte que los tratamientos médicos comprobados científicamente “no siempre llegan a los niveles más profundos de la psique y carecen de la flexibilidad necesaria”.
“Necesitamos una amplia variedad de opciones de tratamiento para abordar la enorme heterogeneidad de la población humana y sus diversos síntomas, e indiscutiblemente, el psicoanálisis es una opción útil”, destaca.
Järvinen también apunta a que es “extremadamente importante” ubicar a la teoría de Freud en su contexto cultural -él vivió y creció en el mundo sexista, racista e imperialista del siglo XIX, en una privilegiada Viena, y eso con certeza se refleja en su teoría. Sin embargo, él estaría actualizando su teoría si pudiese ver la evolución de la psicología”.
“Sin embargo, en mi opinión, la contribución de Freud al campo de la psicología es irrefutable”, concluye.
Concepto “no uniforme”
Para Érico Andrade, psicoanalista, filósofo y profesor de la Universidad Federal de Pernambuco, en Brasil, el concepto de ciencia “no es uniforme”.
“La misma concepción de la ciencia va a variar a lo largo de la historia. El ataque al psicoanálisis se basa en un modelo estrictamente empírico de evidencia científica, demostrable en términos de observación en el laboratorio”, dice.
“La idea de empirismo también esta asociada en este contexto a algo que podemos mostrar en términos físicos, es decir, la evidencia es de orden material”, añade.
“Con el advenimiento de las Ciencias Humanas, hay una reelaboración de la concepción misma de la evidencia. La evidencia empírica ya no está más en el plano material, sino en la observación del comportamiento humano a partir de análisis sociológicos, antropológicos, etc. El psicoanálisis deja de girar en torno a la conexión con la psiquiatría y la neurociencia y pasa a dialogar más con las Ciencias Humanas”, dice.
“Cuando se dice que el psicoanálisis no es una ciencia, hay una mala interpretación de la producción de las Ciencias Humanas. Y, peor, cuando se dice que el psicoanálisis es una pseudociencia, se plantea la idea de que sus efectos se basan en cosas mágicas y misteriosas, que no tiene nada que ver con la reflexión que el propio psicoanálisis propone”.
En opinión de Andrade, el psicoanálisis no se postula como “la única verdad, una solución trascendental, ni como mecanismos inmateriales. Tampoco como una sustancia física que puede cambiar al ser humano”.
La base del psicoanálisis es la idea de que, por un proceso de análisis personal, llegar a comprender mejor nuestro deseo tiene implicaciones en nuestra vida, porque parte de nuestro sufrimiento está vinculado a cuestiones psíquicas y no de orden material”.
En una entrevista con el periódico Folha de S.Paulo, Ana Cláudia Zuanella, directora de Febrapsi, (Federación Brasileña de Psicoanálisis), defendió esta disciplina como una ciencia.
“No es una ciencia dura, que implica refutaciones por medio de la replicabilidad, sino que es una ciencia que engloba un conjunto de conocimientos sólidamente establecidos a través de investigaciones clínicas y una infinidad de debates teóricos”, señaló Zuanella.
A juicio de la experta, el psicoanálisis “ha demostrado incesantemente su eficacia no en el interior de los laboratorios, sino dentro del sujeto”.
Problemas de metodología
Para Martin Hoffmann, investigador del Departamento de Filosofía de la Universidad de Hamburgo, en Alemania, “incluso si el propio Freud consideraba al psicoanálisis como una teoría científica válida, su propia metodología de investigación enfrenta serios problemas”.
“Pero, contrariamente a la crítica de Popper, no se puede negar que muchas de las afirmaciones de la teoría psicoanalítica son empíricamente comprobables y que, desde la década de 1950, existe un notable cuerpo de evidencia que cumple con los estándares de investigación científica con el objetivo de confirmar las afirmaciones teóricas centrales del psicoanálisis y la eficacia de la terapia psicoanalítica”, escribió en un artículo publicado en 2017.
Por lo tanto, desde el punto de vista metodológico, “el psicoanálisis actual es sin duda una ciencia”.
“Pero, al mismo tiempo, es una pregunta abierta si el esfuerzo científico para confirmar los postulados centrales del psicoanálisis tendrá éxito”.
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