Al invadir Ucrania en febrero de 2022, Rusia no solo provocó la indignación internacional, sino que también desencadenó una oleada de sanciones diseñadas para debilitar la capacidad del Kremlin de financiar la guerra contra su país vecino.
Varias naciones congelaron los activos de Rusia en el extranjero, su economía fue aislada del sistema financiero global y también trataron de debilitar sus ingresos por las exportaciones de energía.
Funcionarios y analistas occidentales calificaron las sanciones de “paralizantes”, “debilitantes” y “sin precedentes”.
La situación parecía clara: no había manera de que la economía rusa resistiera a esas presiones.
Y ante la perspectiva de un colapso económico, el Kremlin se vería obligado a dar marcha atrás y retirar sus tropas de Ucrania.
Pero veintisiete meses después, la guerra continúa. Lejos de estar paralizada, la economía rusa está creciendo.
El Fondo Monetario Internacional predice que Rusia registrará un crecimiento económico del 3,2% este año, una cifra mayor a la de cualquier economía avanzada del mundo.
Las “debilitantes” sanciones no han provocado escasez en las tiendas y los supermercados rusos se encuentran abastecidos.
Pero es cierto que el aumento de los precios es un problema y que no todo lo que antes estaba a la venta todavía lo está.
Muchas empresas occidentales abandonaron el mercado ruso en protesta por la invasión de Ucrania.
Pero muchos de sus productos todavía llegan a Rusia a través de diversas rutas. Si buscas bien, todavía puedes encontrar Coca-Cola estadounidense en las tiendas.
Puede que los directores de empresas de Europa y Estados Unidos ya no acudan en masa al evento económico anual de Rusia, el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, pero sus organizadores afirman que este año participaron delegados de más de 130 países y territorios.
En lugar de ceder a las sanciones occidentales, la economía rusa ha estado desarrollando nuevos mercados en el Asia y el Sur Global.
Todo esto ha hecho que los funcionarios rusos puedan alardear de que los intentos de aislar a Rusia, política y económicamente, no han tenido éxito.
"Parece que la economía rusa ha logrado adaptarse a condiciones externas muy desfavorables", explica Yevgeny Nadorshin, economista senior de PF Capital.
”Sin duda las sanciones alteraron mucho el mecanismo de funcionamiento de la economía. Pero se ha restaurado bastante. Se está adaptando".
Solución alternativa
¿Significa esto que las sanciones han fracasado?
"El gran problema fue nuestra comprensión de lo que las sanciones pueden y no pueden hacer", afirma Elina Ribakova, investigadora principal del Instituto Peterson de Economía Internacional.
“No es como si se acciona un interruptor y Rusia desaparece. Lo que pueden hacer las sanciones es desequilibrar temporalmente a un país hasta que encuentre la manera de sortearlas, hasta que encuentre formas alternativas de recibir envíos o vender su petróleo. Estamos exactamente en ese espacio donde Rusia ha encontrado una solución”.
Moscú ha redirigido sus exportaciones de petróleo de Europa a China e India.
En diciembre de 2022, los líderes del G7 y de la Unión Europea introdujeron un plan de tope de precios destinado a limitar los ingresos que Rusia obtiene de sus exportaciones de petróleo, tratando de mantenerlos por debajo de los US$60 el barril.
Pero los expertos occidentales admiten que Rusia ha podido eludir esto con bastante facilidad.
La historia del tope de precios pone en evidencia un dilema para Estados Unidos y sus socios.
Al reconocer que Rusia es uno de los actores más importantes en el mercado energético mundial, han tratado de mantener el flujo de petróleo ruso para evitar el aumento de los precios de la energía. El resultado de esto es que Moscú todavía está ganando dinero.
"En cierto modo nos negamos a sancionar adecuadamente al petróleo ruso", señala Elina Ribakova.
"El tope de precios es un intento de tenerlo todo. Las prioridades son permitir que el petróleo ruso entre en el mercado y reducir los ingresos de Rusia. Y cuando estas dos prioridades entran en conflicto, lamentablemente gana la primera. Eso le permite a Rusia tener muchos ingresos y continuar con la guerra”.
"China se ha convertido en un salvavidas"
Rusia se ha convertido en el mayor proveedor de petróleo de China. Pero la importancia de Pekín para Moscú va mucho más allá de las exportaciones de energía.
China se ha convertido en un salvavidas para la economía rusa. El comercio entre los dos países alcanzó un récord de US$240.000 millones el año pasado.
No necesitas ser un experto en economía para comprender cuán importante se ha vuelto China para una Rusia golpeada por las sanciones.
Las tiendas de electrónica en las grandes ciudades rusas están llenas de tabletas, aparatos y teléfonos móviles chinos.
Los concesionarios de automóviles chinos dominan ahora el mercado local,
No es que la industria automovilística rusa se haya quedado de brazos cruzados.
En una reunión de negocios celebrada recientemente en Nizhny Novgorod, se exhibió la nueva versión de una marca rusa clásica, el Volga.
Pero había un detalle: el nuevo Volga está basado en un coche chino, el Changan.
“¿Dónde se hizo este volante? ¿Es chino?", preguntó el primer ministro de Rusia, Mikhail Mishustin, aparentemente irritado por la falta de componentes rusos.
"Queremos que (la rueda) sea rusa", añadió.
El motor de la economía
Pero no es la industria automovilística la que está impulsando el crecimiento económico de Rusia. Es el gasto militar.
Desde que Rusia lanzó lo que el Kremlin sigue llamando su "operación militar especial" en Ucrania, las fábricas de armamento han estado trabajando las 24 horas del día y cada vez más rusos son empleados en el sector de defensa.
Esto ha dado un impulso a los salarios en el sector militar-industrial.
Pero cuando se gasta mucho en el ejército, hay menos dinero para gastar en otras áreas.
"A largo plazo, se está destruyendo la economía", cree Chris Weafer, socio fundador de la consultora euroasiática Macro-Advisory. "No se destina dinero a desarrollos futuros".
Explica que en 2020 hubo mucha discusión sobre el programa del Proyecto Nacional, en virtud del cual se gastarían US$400:000 millones para mejorar la infraestructura, el transporte y las comunicaciones de Rusia.
En cambio, "casi todo ese dinero se ha desviado para financiar el sector industrial militar y apoyar la estabilidad de la economía".
Después de más de dos años de lucha, la economía rusa se ha adaptado a las presiones de la guerra y las sanciones.
Pero ahora Estados Unidos amenaza con sanciones secundarias a los bancos extranjeros que ayuden a realizar transacciones con Moscú, y eso está creando toda una nueva serie de problemas para Rusia.
"La llegada de productos a Rusia ha disminuido", asegura Chris Weafer.
“Tener acceso a repuestos es más difícil. Todos los días se escuchan historias de bancos en China, Turquía y los Emiratos que se niegan a hacer transacciones con Rusia, ya sea con dinero de Rusia para comprar bienes o dinero con destino a Rusia para pagar petróleo u otras importaciones. A menos que esto se resuelva, Rusia tendrá una crisis financiera en otoño”.
Por eso sería erróneo concluir que Rusia ha superado las sanciones.
Hasta ahora se han encontrado formas de abordarlas, sortearlas y reducir la amenaza.
Pero la presión de las sanciones sobre la economía rusa no ha desaparecido.