Una serie de "casualidades" marcaron la iniciación de la brasileña Rebeca Andrade en la gimnasia artística cuando tenía 6 años y vivía en Guarulhos, un municipio de Sao Paulo.
Eran principios de los años 2000 y el nuevo grupo de niños de un proyecto social de gimnasia de la municipalidad de Sao Paulo ya estaba prácticamente seleccionado.
En él no estaba el nombre de Rebeca, hija de una madre sola, empleada doméstica, que poco tiempo tenía para imaginar una carrera deportiva en la familia.
Pero la tía de Rebeca, Cida, acababa de comenzar a trabajar como cocinera en el gimnasio. Y le pidió a la profesora y entrenadora Mónica dos Anjos que le "echara un vistazo" a esa vivaz sobrina a la que ya le gustaba saltar de los muebles de la casa.
"Cuando vi ese cuerpito fuerte, tonificado y lleno de músculos que buscamos en los niños en la gimnasia, ya supe que tenía algo especial", recuerda Mónica sobre la decisión de hacerle hueco a otra alumna en su clase.
El resto es historia.
De joven talento a la mujer "más olímpica" de Brasil
Rebeca Andrade se convirtió este primero de agosto en la mayor medallista femenina de la historia olímpica brasileña, al conquistar su cuarta medalla, la de plata, en la prueba completa individual.
El 30 de julio ya había ganado el bronce por equipos. Y, en los Juegos de Tokio 2020, la plata en la prueba completa individual y el oro en salto.
Andrade aún tiene posibilidades de ganar tres medallas más, ya que disputará las finales de salto, suelo y barra en París el lunes.
Si gana al menos dos medallas más, se convertirá en la atleta brasileña, entre hombres y mujeres, con más logros olímpicos, superando a Robert Scheidt y Torben Grael en vela.
Para la profesora que acompañó los primeros saltos de Andrade, las cada vez más frecuentes subidas al podio de la gimnasta "rebobinan una película".
"Me viene a la mente cuando ella vino de niña con su tía. Le tomé la mano y le pedí que saltara. Pensé: 'aquí tenemos una nueva Daiane dos Santos'", dice Mónica dos Anjos, recordando otra victoriosa gimnasta brasileña, también negra y de la periferia, que vivía en ese momento su apogeo.
Tanto el éxito de Daiane como el de Rebeca, dos mujeres "carismáticas y que aportan la alegría del deporte", han consolidado cada vez más a Brasil en la gimnasia mundial, afirma Luisa Parente, la primera gimnasta de Brasil en participar en dos Juegos Olímpicos: Seúl 1988 y Barcelona 1992.
En aquel proyecto social de Guarulhos, donde Andrade acudía con su hermano mayor, uno de los ocho hijos de doña Rosa, el talento de la niña no tardó en destacar.
La niña comenzó a ser acompañada por el entrenador Chico Porath, quien está con ella hasta el día de hoy.
"Era difícil mantenerla concentrada, porque todo le resultaba fácil. Cuando ponía a las niñas en fila yo preguntaba, ¿y dónde anda Rebeca? Ella estaba observando a las mayores, imitando los pasos de baile, los movimientos", recuerda Mónica dos Anjos.
La gimnasta se mudó a la ciudad de Curitiba con 10 años y, más tarde, a Río de Janeiro, donde se incorporó al gimnasio del Club de Regatas de Flamengo, del que es deportista hasta la actualidad.
Pero, además de la coincidencia de vivir en una ciudad con un proyecto social importante, de tener el "empujón" del éxito de Daiane y de tener una tía que cocinaba para un gimnasio, ¿qué hace que Andrade sea una deportista tan "genial" al punto de ser la única que actualmente se enfrenta de igual a igual con Simone Biles, la supergimnasta estadounidense?
Hay tres factores principales destacados por sus entrenadores: fuerza y potencia física; equilibrio mental; y carisma.
Poco después de ganar la medalla de plata este jueves en París, Rebeca respondió a una pregunta de BBC News Brasil: ¿cuál de estas tres características la ayudó más a llegar donde está?
"Me ayudaron las tres, el equilibrio entre todas. Y claro, todo el trabajo de mi equipo, Chico (mi entrenador) me mira y sé que confía en mí. Lo miro y confío en él. Si pasa algo, sé que siempre nos sentiremos orgullosos, eso me tranquiliza", afirmó Andrade.
1. Un cuerpo potente
Aquellas características físicas que la entrenadora Mónica dos Anjos notó al ver por primera vez a Rebeca resultaron ser el arma de la brasileña.
"Su fuerza muscular le hace subir muy alto en sus saltos y realizar las rutinas de una forma más limpia", afirma dos Anjos.
La exgimnasta y pionera Luisa Parente, que trabajó con Rebeca en Flamengo, pone el ejemplo de una bailarina para explicar las cualidades de Rebeca, que "parece una pluma, aunque tiene que hacer mucha fuerza".
"Se nota que hay gimnastas que se esfuerzan mucho para realizar los movimientos. Pero Rebeca, al igual que Simone Biles, no. Es una conjunción de capacidades naturales, con la constitución física y la potencia muscular, y de la habilidad técnica que adquirió", afirma.
"El vuelo de Rebeca logra lo que toda gimnasta busca: lo que llamamos amplitud de movimiento, que es altura más distancia".
La fuerza de Rebeca la hace "explosiva" cuando sale a correr, explica Mónica dos Anjos: es como un auto potente que puede pasar de 0 a 100 km/h en poco tiempo.
"En el caso del salto de potro, llega muy rápido y, cuando golpea el aparato consigue elevarse alto. Esto hace que aterrice con más tranquilidad".
A pesar de ser fuerte, el cuerpo de Rebeca también se resiente del esfuerzo constante del deporte. La gimnasta debió someterse a tres cirugías en la rodilla derecha, en 2015, 2017 y 2019.
Durante estos períodos pensó en varias ocasiones en abandonar su carrera, como ha relatado en entrevistas. Pero Rebeca contó con el apoyo de su madre, entrenadores e incluso de Simone Biles, quien le aconsejó "no darse por vencida", según la gimnasta brasileña.
"Durante su última lesión recuerdo que casi tira la toalla. Recuerdo que hablé con ella en la terraza del club y le dije: 've a hablar con tu madre, luego vuelve que tu sitio está en el podio'", relata Luisa Parente.
2. Concentración y cabeza bien puesta
La gimnasia no es un deporte fácil. Los entrenamientos son pesados, repetitivos, con horas y horas practicando el mismo movimiento.
"Cuando llegan a la competición, la presión sobre sí mismas es enorme, no quieren cometer ningún error", explica Monica dos Anjos.
Pero los errores inevitablemente llegan, independientemente de las horas dedicadas a la formación. Y ahí entra el trabajo de concentración y con los psicólogos.
"Si te equivocas, tienes que levantarte. Veo cómo las niñas están centradas, concentradas. Sé que están recibiendo apoyo psicológico, lo que marca la diferencia", dice la entrenadora.
El jueves, tras ganar la medalla, Andrade reforzó la importancia de tener a una profesional de la salud mental a su lado: "Hubo un día que estaba más ansiosa y fui a hablar con mi psicóloga. Me ayudó mucho".
Además de poder afrontar los fallos, la gimnasta es capaz de ponerse a si misma "en una burbuja" durante las pruebas, según afirma su primera entrenadora.
"Observo que ella hace como que no hay nada alrededor. No sigue mirando el marcador ni si los demás cometieron errores o acertaron sus movimientos. Ella sólo quiere ejecutar los suyos", dice.
Para Luísa Parente, deportistas con mucha experiencia como Andrade –que, a pesar de tener 25 años, lleva 20 en la gimnasia– tienen la ventaja de conocer mejor su cuerpo.
"Puedes disfrutar más del momento, no estar tan tensa por la perfección", afirma.
"Y también está la relación con el entrenador (Rebeca y Chico Porath trabajan juntos desde que ella era niña), que también ayuda, porque es la persona que pasa más tiempo con ella, tiene intimidad con ella y sabe apoyarla".
3. El carisma que levanta a la multitud
En las pruebas en suelo, donde las gimnastas hacen sus presentaciones con música, la energía de la gimnasta cuenta, según los entrenadores. Y Andrade tiene eso en abundancia.
"En comparación, las estadounidenses hacen muy bien las acrobacias. Pero nuestras brasileñas, no sólo Rebeca, animan al público, montan un espectáculo", dice Monica dos Anjos.
Para la entrenadora, que también actúa como árbitro en competiciones internacionales, cuando la gimnasta ve a la multitud celebrando "se le pone la piel de gallina y eso ayuda a potenciar los saltos, es como si fuera una persona más en el escenario".
Al ver a Rebeca dar entrevistas en la actualidad, con su voz delicada y siempre sonriendo, su primera entrenadora dice recordar a la niña que aún vive en la gimnasta olímpica.
"Aquel jeitinho o modo de ser suyo que nos conquistó sigue ahí."
La elección de la música para la rutina en suelo, realizada conjuntamente entre la deportista y el entrenador, también ayuda a la interacción con el público.
En el caso de Rebeca, el ritmo que empuja su energía hacia arriba cuenta un poco de su historia.
La brasileña actúa en París al son de un remix de los temas End of Time, de Beyoncé, y Movimento da Sanfoninha, de la cantautora brasileña Anitta. En Tokio ya había conquistado al público con su Baile de Favela, del artista brasileño MC João.
"La atleta tiene que estar disfrutando de lo que están presentando. Y con Rebeca vemos que es así", dice Mónica dos Anjos.
"Eso se traduce en alegría, es una diversión en medio de la competición", añade Luisa Parente.