Emily Nkhana, una agricultora del norte de Malawi, solía desechar las bananas demasiado maduras o simplemente dejaba que se pudrieran, pero ahora ha encontrado un uso rentable para ellas: hacer vino.
El calor extremo estaba provocando que las bananas maduraran demasiado rápido, lo que ocasionó grandes pérdidas para Nkhana y muchos otros agricultores que viven en el distrito de Karonga.
"Entonces descubrimos cómo hacer vino de banana", le dice a la BBC, mientras pela limones que se utilizarían para preservar el sabor de los frutos en la planta procesadora de Twitule Cooperative Group.
Para las agricultoras, no se trata solo de hacer vino, sino también de supervivencia, resiliencia y de aprovechar las nuevas posibilidades que trae consigo un clima cambiante.
Solían cultivar junto a las orillas del Lago Malawi, pero sus plantaciones estaban siendo arrasadas por el crecimiento del nivel del agua debido al aumento de las precipitaciones.
Eso los obligaba a trasladarse a zonas más altas, pero más cálidas, donde las temperaturas se disparan hasta los 42 °C.
"En la antigua granja, nuestro desafío era la gran cantidad de agua del lago. Algunas matas de banana quedaban sumergidas en el agua. Otras ni siquiera podíamos ver dónde las habíamos plantado”.
“Aquí arriba hace demasiado calor y eso provoca que nuestras bananas maduren muy rápido y se desperdicien”, señala Nkhana, quien integra un grupo de mujeres que se han unido en la cooperativa para mejorar sus condiciones económicas a través de la agricultura.
Balance entre dulzura y acidez
La producción de vino es una iniciativa a pequeña escala en los patios traseros de las casas de las mujeres, donde plantan cultivos de bananas
El proceso de elaboración del vino se lleva a cabo en un pequeño recinto en una casa de cuatro habitaciones en el pueblo de Mchenjere.
El proceso es simple: las bananas demasiado maduras se pelan, se cortan en trozos pequeños, se pesan y se mezclan con azúcar, levadura, pasas, agua y se cubren con limones.
Luego, la mezcla se deja fermentar durante varias semanas, transformando la pulpa en un vino potente y aromático, que contiene un 13% de alcohol, similar al vino elaborado con uvas.
“Es un vino de muy buena calidad. Tienes que beberlo sentado para poder disfrutar de su sabor dulce”, indica Nkhana.
Vino de banana puede sonar extraño para aquellos acostumbrados a los sabores del vino tradicional, pero para quienes lo han probado, la experiencia no es decepcionante.
El vino, cuyo color puede variar desde el amarillo pálido hasta el ámbar intenso, tiene un sabor ligeramente dulce y afrutado, a menudo acompañado de un aroma sutil y un ligero sabor a limón y banana
“Es suave y ligero, casi como un vino de postre”, explica Paul Kamwendo, un entusiasta del vino local que se ha convertido en uno de los mayores fanáticos del vino de banana en Karonga.
“No tenía idea de que se pudiera hacer vino con bananas”.
Para Nkhana y sus compañeras, la clave para un buen vino radica en el equilibrio entre dulzura y acidez.
“El tiempo lo es todo”, dice. “Tienes que saber cuándo las bananas están en su mejor momento. Si están demasiado maduras, el vino se vuelve demasiado dulce; si están demasiado verdes, es muy ácido”.
En el mercado
El auge del vino de banana en Malawi ha sido recibido con entusiasmo tanto por los productores como por los consumidores.
En los mercados locales, las botellas de vino de banana, que se venden a US$3, son ahora algo habitual, y los vendedores están ansiosos por mostrar sus últimas creaciones.
“Las vendemos en mercados de todo Malawi, en la capital Lilongwe y en la ciudad más grande, Blantyre, y siempre se agotan”, dice Tennyson Gondwe, director ejecutivo de Community Savings and Investment Promotion (Comsip), una cooperativa que ha formado a las mujeres en la producción de vino para garantizar la calidad y el sabor.
Nkhana dice que hacer vino, en lugar de simplemente vender bananas crudas que a menudo se desperdician, ha transformado su vida y la de las otras mujeres.
“Algunas de nosotras hemos construido casas, algunas tenemos ganado y otras tienen gallinas. Podemos permitirnos comer comidas decentes”.
La cooperativa Twitule produce entre 20 y 50 litros de vino al mes y espera comprar máquinas que les ayuden a expandirse.
"Queremos producir más vino. Queremos pasar de esta pequeña casa de producción a una fábrica", señala Nkhana.
Y el grupo tiene planes aún más ambiciosos: Comsip ha pedido a la Oficina de Normas de Malawi que apruebe su exportación.
"La gente siente curiosidad", dice Nkhana, sonriendo mientras revuelve la mezcla de vino, preparándola para la fermentación.
"Quiere saber a qué sabe. Y cuando lo prueba, se sorprende de lo bueno que es".
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