En la madrugada del viernes 12 de abril, el adolescente israelí Benjamin Achimeir salió de su asentamiento de colonos en la ocupada Cisjordania con un rebaño de ovejas y desapareció.
Achimeir, de 14 años, vivía y tabajaba en una pequeña granja fronteriza cerca del asentamiento de su familia, Malachei HaShalom, uno de los casi 150 asentamientos en Cisjordania considerados ilegales, según la ley internacional.
El joven adolescente fue asesinado esa mañana, de acuerdo con la policía israelí, pero pasarían 24 horas antes de que encontraran su cuerpo. Cuando el rebaño de ovejas regresó a la granja sin él, se lanzó una enorme búsqueda que involucró a la policía, el ejército, la fuerza aérea, los servicios de inteligencia israelíes y miles de voluntarios de la comunidad de colonos.
Para algunos, eso no fue suficiente. A las 08:30 del sábado, Elisha Yered, un exportavoz del parlamentario Limor Son Har-Melech y colono extremista sospechoso del asesinato de un palestino en agosto pasado, publicó un mensaje en un grupo de WhatsApp para los colonos.
“Shabbat Shalom, han pasado casi 24 horas de intensas sospechas de que Benjamin fue secuestrado del pastadero y todavía no se han tomado las medidas obvias”, escribió Yered.
El mismo mensaje fue enviado a otros grupos de colonos en WhatsApp esa mañana. Los instaba a que tomaran el asunto en sus propias manos “coronando” las aldeas palestinas aledañas (una expresión que significa bloquear la salida y entrada de los residentes), con “registros casa por casa”, y “castigos colectivos contra la población árabe asesina”.
El mensaje contenía una lista de puntos de encuentro. Horas más tarde, otro mensaje empezaría a circular en los grupos de colonos pero con emojis de llamas añadidos a cada lugar, así como llamados de colonos individuales a “eliminar al enemigo”, “exterminar a las bestias”, y -en referencia a una aldea palestina cercana- a “que toda Duma se queme”.
Lo que siguió a continuación fue una oleada de tiroteos y ataques incendiarios contra 11 aldeas palestinas en la que al menos diez casas y más de 100 automóviles fueron quemados, miles de animales masacrados, cuatro personas fueron asesinadas a tiros y decenas más heridas de gravedad.
En las semanas que han pasado, cinco colonos israelíes han sido arrestados en relación con la violenta represalia, y un palestino está detenido en conexión con el asesinato de Benjamin Achimeir.
El cuerpo de Achimeir se encontró muy cerca de su asentamiento. Pero en su desenfreno, los colonos atacarían aldeas palestinas a hasta 7 km de distancia.
Los registros de algunos de los chats de los grupos en WhatsApp ese día, así como el testimonio de funcionarios palestinos y las familias en las aldeas atacadas, dibujan el cuadro de una campaña de venganza organizada que fue instigada en parte a través de WhasApp, realizada por grupos coordinados en el terreno, contra palestinos comunes y corrientes sin aparente conexión con el asesinato, salvo la mala suerte de vivir cerca de allí.
Los colonos religiosos en Cisjordania normalmente no se comunicarían vía WhatsApp un sábado, por las leyes que rigen durante el Sabbat.
Pero los mensajes enviados por Yered así como por Eitan Rabinovich -fundador de una organización que aboga por no comprar ni emplear a palestinos en Cisjordania- y otros, resaltaron que la desaparición de Achimeir era la “verdadera Pikuach Nefesh”, una expresión hebrea que declara que la preservación de la vida humana se antepone a toda ley religiosa.
Extractos de los grupos de WhatsApp, recopilados por los grupos de monitoreo israelíes FakeReporter y Democratic Bloc y que fueron compartidos con la BBC, muestran que muchos colonos creían que la desaparición también se anteponía a cualquier adherencia a la ley existente.
El texto descriptivo que uno de los grupos más activos utilizó ese día, llamado “Investigando el Temor de Secuestro”, instaba a los colonos a establecer retenes en lugares clave alrededor de aldeas palestinas y detener e inspeccionar autos y pasajeros; medidas para las que los colonos no están autorizados legalmente.
Los administradores de “Investigando el Temor de Secuestro” eran David-Zvi Atia, Yedidya Asis e Israel Itzkovitz. Asis, un miembro de la organización de colonos de extrema derecha Hilltop Youth (Juventud de la Cima), había tenido vetado el ingreso a Cisjordania durante un tiempo.
Itzkovitz también es integrante del grupo en WhatsApp “Guardia de Honor del Área de Naplusa”, que fue utilizado para organizar violencia desenfrenada contra la aldea palestina de Huwara y otros tres pueblos en febrero del año pasado.
Esa embestida fue uno de los ataques de colonos más intensos y sistemáticos en Cisjordania en décadas. En los meses posteriores al ataque de Hamás el pasado octubre, la violencia contra los palestinos en Cisjordania se ha disparado dramáticamente y los colonos han actuado con casi total impunidad, según grupos de derechos humanos israelíes.
Unas horas después de la desaparición de Benjamin Achimeir, los mensajes empezaron a difundirse a través de los grupos de colonos en WhatsApp llamando abiertamente a los ataques en venganza contra los habitantes palestinos.
Algunos contenían la imagen de Achimeir en un afiche con la palabra “VENGANZA” estampada en letras grandes; una imagen con la que también físicamente empapelaron la ocupada Cisjordania ese fin de semana. Otros mensajes contenían una nueva lista de lugares de encuentro, con emojis de fuego añadidos.
El primer lugar en la lista divulgada en WhatsApp por Yered, Rabinovich y otros el sábado en la mañana -el mismo mensaje que instaba al “castigo colectivo de la población árabe asesina”- fue el Cruce de Duma, donde la carretera principal sale hacia la aldea.
Unas horas después de que los mensajes circularan, en una de las primeras casas después del cruce, Murad Dawbsheh, un obrero de 52 años y padre de tres hijos, estaba bombeando a mano agua de su pozo cuando escuchó a una mujer gritando, seguido de la visión de humo surgiendo cerca de ahí.
Dawbsheh corrió a la entrada de su casa y vio a un numeroso grupo de colonos reunidos a unos 100 metros de distancia entre los árboles. Los colonos se dividieron en dos grupos, el primero dirigiéndose a la propiedad de su vecino y el otro a la de él. Este segundo grupo se dividió otra vez, unos en dirección de la casa principal y los otros hacia las construcciones anexas.
Dawbsheh encerró a su familia en un pequeño cuarto seguro de su casa con rejas metálicas en las ventanas. Los colonos rompieron todos las vidrios y prendieron fuego a la puerta, pero no lograron penetrar en la casa. Sus tres hijos, todos con discapacidad auditiva, estaban aterrados, según describió.
Los colonos incendiaron una casa nueva que Dawbsheh había construido para su hijo, junto con sus herramientas, su garaje, sus dos automóviles, su cobertizo y toda la leña que tenía.
Lo peor, dijo, es que quemaron su “santuario”, una pequeña construcción de dos cuartos que contenía todos sus libros, los poemas que había escrito, las pertenencias de su fallecida madre y los documentos de identidad, registros, recuerdos y fotografías de la familia.
“Cada pedazo de papel que hacía referencia a mi pasado, presente y futuro estaba allí”, comentó Dwabsheh, bajo un intenso sol, sus lágrimas mezclándose con las gotas de sudor en las mejillas. “Es una pérdida que no puede ser resarcida. Es como perder una extremidad. La buscas y encuentras que te hace falta otra vez”.
Al tiempo en que su casa estaba bajo ataque, el grupo de WhatsApp “Investigando el Temor de Secuestro” pedía urgentemente automóviles para sacar a los colonos de la zona y consejos sobre cómo evadir a la policía.
“Estamos saliendo de Duma, está llena de fuerzas de seguridad”, decía uno de los miembros del grupo, Israel Yuval, en un mensaje de audio. “Estamos siendo perseguidos por soldados. ¿Cuál es el plan?¿A dónde deberíamos ir? Déjennos saber”.
Shmulik Fine, un colono condenado en 2015 por incitación a la violencia y terror, informó al grupo que la policía israelí estaba empezando a arrestar a colonos en Duma.
“¿Por qué los arrestos? Que toda Duma se queme”, respondió “Tali”. Una cuenta de Facebook vinculada a este número pertenece a Tali Dahan, quien tiene un estatus que sugiere que trabajó para la policía israelí en el cercano cruce del Puente Allenby.
“Así se hace”, respondió Dahan a las imágenes de Duma incenciándose. “Que se asusten, esas bestias. Extermínenlas”. (Dahan negó estar trabajando para la policía israelí o haber escrito los mensajes en WhatsApp, a pesar de que la BBC se comunicó con ella a través del número usado para enviar los mensajes al grupo. La policía no respondió a las indagaciones).
Israel Baniuk, un colono de 17 años que ha abogado en otras redes sociales para que los judíos colonicen la Franja de Gaza, advirtió que los habitantes palestinos estaban publicando videos online y que los colonos podrían perder la “guerra mediática” contra los aldeanos “nazis”.
“Tengan siempre en cuenta que este es un grupo abierto”, advirtió Ofer Ohana, un destacado activista colono de extrema derecha de Hebrón. “Todos los mensajes aquí pueden ser filtrados a aquellos de recopilan información en contra nuestra”.
La oleada de ataques había empezado un día antes, solo unas horas después de la desaparición de Achimeir. En al-Mughayyir, una aldea de unos 2.500 habitantes a menos de 1,5 km del asentamiento de Achimeir, Addellatif Abu Aliya realizaba las oraciones del viernes cuando escuchó acerca de la desaparición.
El obrero de 52 años, quien vive una casa en el extremo norte de la aldea, regresó a su hogar y vio a los colonos congregándose en torno a su residencia. Describió cómo desde el tejado fue testigo de un nivel de organización e intención entre los colonos que jamás había visto antes en todos sus años en la aldea y en los tres ataques anteriores que sufrió contra su casa.
Imágenes en video filmadas por la familia muestran a los colonos armados patrullando en torno a la casa, dos de los cuales parecen vestir uniformes de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), antes del inicio del ataque.
Se acercaron a la casa por entre el jardín de olivos que Abedllatif dijo que una vez pertenecieron a su familia, pero que ahora no son suyos por la expansión de los colonos.
“Primero, rodearon la casa por todos lados, antes de atacar”, explicó Abdellatif, sentado en su casa, rodeado de ventanas rotas, agujeros de balas y los cascarones quemados de sus automóviles.
“Trabajaban en grupos y seguían las órdenes de dos hombres, uno en uniforme y el otro no. Se cubrieron las caras. Entonces un grupo se adelantó arrojando piedras e incendiando los autos. Otro grupo se paró frente a la propiedad con pistolas. Detrás de ellos había un grupo con un rifle M16 que dispararon contra la casa desde los olivares”.
Los colonos también cortaron la electricidad de la casa y vaciaron los tanques de agua a tiros. Los hombres palestinos que salieron a defender la casa arrojaron piedras desde el tejado contra los colonos. Pero estos respondieron con fuego, matando al primo de Abdellatif, Jihad, de 20 años, de un disparo a la cabeza.
La sangre de Jihad todavía mancha las paredes y los pisos de la casa y hay agujeros de balas en las ventanas y baldosas de la construcción.
Abdellatif recolectó unos 20 cartuchos alrededor de su propiedad y aseguró que muchos más fueron recogidos por funcionarios locales. Los colonos incendiaron más de diez automóviles en la carretera entre la aldea y la casa.
Otras dos familias cuyas casas fueron atacadas cerca en al-Mughayyir ese día describen operaciones organizadas similares.
En la residencia de Shehade Abu Rasheed, un agricultor de 50 años, un grupo de colonos se acercó a la entrada y arrojó piedras a la familia, golpeando a su esposa en la cara y tumbándola al piso, dijo, mientras otro incendió su auto.
Cuando su hija de 17 años Noor corrió hacia su madre, afirmó que le dispararon dos veces, una en cada pierna. Ambas balas penetraron tejido suave, aunque sólo una pudo ser sacada ese día en el hospital.
Yaqoub Nasan, un lugareño de 17 años que fue a defender la casa de su familia, recibió un disparo en el cuello, como lo muestra un video, mientras estaba solo y aparentemente desarmado.
Fue una herida que temporalmente interrumpió la circulación de sangre al cerebro, causando una serie de complicaciones, incluyendo la incapacidad de usar las piernas, según informó a la BBC el jefe de medicina del Hospital de Ramala.
De acuerdo con el Ministerio de Salud palestino, 32 personas fueron heridas de bala ese fin de semana en al-Mughayyir.
En frente de la casa de Shehade, los colonos atacaron el garaje del mecánico Mohamed Abu Aliya, de 25 años. Según él, el viernes quemaron 14 vehículos en su propiedad y trataron de incendiar el garaje. El sábado, regresaron y quemaron todo el edificio.
Cuando el garaje estaba completamente envuelto en llamas, los colonos atravesaron la calle e incendiaron la casa de Shehade Abu Rasheed también. Mientras estaba en llamas, un miembro del grupo de WhatsApp “Investigando el Temor de Secuestro” envió un mensaje de audio.
“Necesitamos que todos los adultos que puedan vengan con vehículos a la carretera cerca de al-Mughayyir para recoger a las personas que están corriendo a la carretera”, dijo “Itiel”. “Hay policías persiguiéndolos. ¿La vía a Shilo está abierta?”.
Llegada la noche del sábado, después de que encontraran el cuerpo de Achimeir, ya habían matado a dos palestinos y quemado al menos 20 casas y más de 100 automóviles.
Pero los mensajes seguían difundiéndose a través de los grupos WhatsApp de colonos que pedían venganza. Antes de que terminara la violencia, otros dos hombres palestinos fueron asesinados en la aldea de Aqraba, a 7 km de donde Achimeir había desaparecido.
Abdul Rahman Bani Fadel, de 30 años, y Mohammad Bani Jamea, de 21, murieron a tiros durante una ataque de decenas de colonos, muchos de ellos armados, a unos 1,5 km del Cruce Gitit, uno de los lugares de encuentro marcados con emojis de fuego en uno de los grupos WhatsApp de los colonos.
Imágenes en video del incidente muestran lo que parecen ser soldados de las FDI observando mientras un numeroso grupo de colonos, algunos armados, rodean a varios hombres palestinos de la aldea.
“Los colonos están buscando cualquier razón para aumentar su agresión contra nosotros”, expresó el hermano mayor de Fadel, Ahmed Maher. “Y la muerte de Benjamin fue una razón”.
Mientras las casas de Murad Dawbsheh, Shehade Abu Rasheed, Mohamed Abu Aliya y muchos otros yacían incendiadas el sábado en la noche, los miembros del grupo WhatsApp “Investigando el Temor de Secuestro” empezaron a tratar de borrar sus huellas, compartiendo consejos sobre cómo eliminar permanentemente los mensajes.
“Que cada persona borre sus mensajes”, ordenó el administrador David Zvi-Atia. “Luego sálganse de este grupo y escóndalo en su configuración”.
Zvi-Atial se negó a hacer comentarios para esta historia, acusando a la BBC de “virulenta propaganda antisemita”. Shmulik Fine y Elkana Nachmani enviaron mensajes idénticos, negándose realizar comentarios. Elisha Yered y Eitan Rabinovich también acusaron a la BBC de ser antisemita y se negaron a hacer comentarios.
Israel Yuval negó haber escrito los mensajes. Israel Baniuk, Ofer Ohana, Israel Itzkovich, Yedidya Asis, Eliezer Eyal y Yair Kahati se negaron a comentar o no respondieron.
Las FDI dicen que sus fuerzas operaron en la zona ese fin de semana con “miras a proteger la propiedad y vidas de todos los ciudadanos” y que las quejas sobre el comportamiento de los soldados durante la violencia serían examinadas.
La policía israelí no le ha respondido a la BBC.
El domingo 15 de abril, con partes de Duma y al-Mughayyir en ruinas, y algunos de sus residentes todavía en el hospital, Adar Lpair, un DJ del asentamiento Amichai que se había ofrecido en el grupo WhatsApp a sacar a la gente de Duma después de los ataques, escribió en Facebook.
“Gracias a los cientos y miles de hombres valientes que salieron a vengarse”, escribió. “Benditos sean los ojos que vieron a Duma y al-Mughayyir el sábado”.
Lafair se negó a hacer comentarios sobre sus mensajes.
También ese domingo, Noor Abu Rasheed regresó del Hospital de Ramala, con sus piernas vendadas, a la dilapidada carpa que su familia ahora comparte al lado de su casa quemada.
Dos semanas después de los ataques, se encontraba con su familia entre los restos de su casa mientras sacaban lo que quedaba de los muebles chamuscados. “Mi esperanza es regresar a la escuela y terminar mis exámenes”, dijo Noor, mirando hacia la parte de su pierna donde le dispararon. Luego levantó la mirada y sonrió. “Si sigo con vida”, expresó.
Muath Al-Khatib contribuyó a este artículo. Las fotos son de Joel Gunter.