Las cosas están a punto de cambiar para gran parte de las economías de América Latina.
Si a principio de año la subida de los precios de las materias primas permitió compensar los efectos de la inflación, el incremento de los tipos de interés está a punto de dañar la buena trayectoria registrada al principio de año.
Al menos así lo creen los economistas del FMI.
"En los próximos meses dadoel endurecimiento de las condiciones financieras globales, la desaceleración de la economía mundial y también alguna caída de los precios de las materias primas, que ya estamos viendo, esperamos una desaceleración muy importante de la economía de la región", explica en esta entrevista con BBC Mundo, Gustavo Adler, jefe de División en el Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Sin embargo, cada país sufrirá las consecuencias de las turbulencias económicas mundiales de una forma distinta.
"En México, tras un sólido primer semestre en 2022, se espera que la economía se desacelere a finales de 2022 y comienzos de 2023, al mismo tiempo que lo hace la de Estados Unidos", su principal socio comercial, dice el informe sobre la región presentado esta semana.
En Bolivia, Colombia o Perú, el FMI cree que el crecimiento se moderará en los próximos trimestres.
Lo mismo que en Chile, pero el gobierno de Gabriel Borich se enfrenta a "riesgos que derivan del posible descontento social por los precios elevados de los alimentos y la energía, las demandas sociales insatisfechas o el desenlace incierto del proceso de reforma constitucional".
En Argentina la inflación no parece que vaya a dar tregua. Sus problemas internos junto con la incertidumbre en torno a las políticas y el empeoramiento del contexto externo están agravando las perspectivas.
"La adopción de políticas más restrictivas en el marco del programa respaldado por el FMI será fundamental para apuntalar la estabilidad y contener la inflación, que ahora se proyecta que ascenderá a 95% a finales de 2022", dicen los economistas del organismo con sede en Washington.
Por su parte remesas, turismo y exportaciones van a jugar un papel importante en América Central.
En el caso de El Salvador, dice el FMI, "la situación fiscal sigue siendo crítica, por lo que la consolidación fiscal ha de ser la máxima prioridad".
"Es necesario abordar los riesgos derivados de la adopción del bitcoin como moneda de curso legal", afirma la institución en referencia a una de las medidas económicas más llamativas (y polémicas) de toda la región.
Hablamos con Gustavo Adler, economista del FMI, para analizar qué puede esperar Latinoamérica en los próximos meses.
En una publicación en el blog del FMI varios economistas hablaban de que América Latina se enfrenta a un tercer shock debido a la subida de tipos por parte de los bancos centrales. ¿Cuáles fueron los dos anteriores shocks que sufrió la región? ¿Cuál es para vosotros este tercer shock que se avecina?
En los últimos 3 años, la región de América Latina y el Caribe enfrentó dos shocks muy importantes. El primero, por supuesto, la pandemia.
En el 2020 y el 2021 claramente la pandemia dominó toda la perspectiva económica de la región y tuvo consecuencias muy severas en toda América Latina y el Caribe.
Hacia finales del 2021 y principios de este año finalmente se estaba viendo una normalización de la actividad económica.
Ahora, a inicios de este año, a pesar de haber también presiones inflacionarias, llegó el segundo shock que fue la invasión rusa a Ucrania.
Básicamente implicó para América Latina una subida muy fuerte del precio de los commodities. Ahora bien, algunos de los de los países de la región son exportadores de materias primas y se beneficiaron de eso.
Lo que estamos viendo ahora, más recientemente, es el tercer shock, que es el endurecimiento de las condiciones financieras globales.
¿Qué va a provocar en América Latina esta subida de tipos de interés en las principales economías del mundo?
El endurecimiento de la política monetaria por parte de los bancos centrales, principalmente en Estados Unidos y en Europa, está haciendo más costoso el financiamiento externo, pero también provoca salidas de inversores internacionales.
Estamos saliendo de un período largo de baja tasa de interés en el que hubo una búsqueda por rendimientos más altos que favoreció mucho a los mercados emergentes. Varios de ellos están en la región.
Ahora estamos viendo una reversión de eso, donde básicamente los capitales están volviendo hacia los activos más seguros, como el dólar.
¿Qué le pasa a una economía cuando el financiamiento se vuelve "cada vez más escaso y más caro"?
Significa que las posibilidades de tomar crédito en la economía son menores y más costosas. Hacer inversiones se vuelve más caro y por lo tanto se tiende a ver una desaceleración de la inversión privada.
De la misma forma, tomar crédito para el consumo se vuelve más caro y entonces hay una desaceleración del consumo también.
Esto se traduce, obviamente, en un menor impulso a la demanda interna de la economía y a la actividad económica.
A su vez, se produce un efecto sobre las cuentas públicas. El sector público tiene que pagar mayores intereses sobre su deuda.
¿Hay algún efecto sobre la divisa?
Sí. Lo que hay en general es una salida de capitales de la economía que tiende a poner presión sobre el tipo de cambio y debilitamiento de las monedas locales.
Y eso ya lo hemos visto en parte con el fortalecimiento del dólar.
Esto puede tener efectos contractivos sobre la economía en la medida que los hogares o las empresas -y esto pasa en muchos países de Latinoamérica- están endeudados en moneda extranjera.
En ese caso, cuando se debilita la moneda local, esa deuda en moneda extranjera se vuelve más difícil de pagar y por lo tanto también tiene efectos contractivos sobre las decisiones de inversión y consumo.
En este contexto de inflación, desaceleración mundial y subida de tipos en las principales economías del mundo, ¿qué le espera a América Latina en este final de año y el siguiente?
Es importante poner en contexto a América Latina antes de tercer shock.
La región venía con un crecimiento bastante bueno y a un paso firme como parte de su recuperación de la pandemia gracias a la reapertura de los sectores de servicios a principio de año, de la recuperación del empleo y del consumo privado.
A esto se sumó el incremento de precios de las materias primas, que pese a las primeras subidas de tipos de interés por parte de la Fed, fortaleció el crecimiento de la economías de América Latina.
Sobre todo de América del Sur, que son principales exportadores de commodities.
De hecho, eso hizo que la actividad económica fuera muy fuerte en el primer semestre sobre todo, y nos llevó a elevar al alza nuestras proyecciones para el año 2022.
En este momento, desde el FMI, creemos que la región en su conjunto va a crecer 3,5% este año, lo cual es medio punto porcentual más que lo que preveíamos en julio.
¿Y qué podemos esperar con respecto a la inflación?
Las presiones inflacionarias también fueron, al mismo tiempo, más fuertes por el empuje de la demanda interna y por los precios altos de las materias primas.
Y eso nos llevó también a elevar al alza las proyecciones de inflación para la región, que ahora están proyectadas en 14,6% para finales de este año.
Ahora hacia adelante, con el endurecimiento de las condiciones financieras globales, la desaceleración de la economía mundial y también alguna caída de los precios de la materia prima, que ya la estamos viendo, esperamos una desaceleración muy importante de la economía de la región.
Y eso se ve en todos los países de la región, tanto en América del Sur como de América Central y el Caribe.
Y en ese sentido esperamos justamente que el crecimiento para el año 2023 ronde alrededor de 1,7%, que es básicamente la mitad de lo que esperamos para este año.
Al mismo tiempo, estamos esperando que la inflación todavía continúe relativamente alta.
Va a empezar a mermar en relación a los niveles que estamos viviendo este año, pero seguirá relativamente alta y esperamos que básicamente termine el 2023 alrededor del 9-10% con respecto a diciembre del año anterior.
Entonces vemos un contexto en el que las economías de América Latina van a desacelerar, al tiempo que la inflación va a seguir alta, gradualmente descendiendo, pero va a seguir alta.
¿Qué países están mejor preparados y qué factores les hacen estar mejor preparados?
Históricamente, la región ha sido muy sensible a las condiciones de la política monetaria en Estados Unidos.
Una subida de tipos de la Fed normalmente estaba asociada con subidas de tasas en la región y con salida de capitales y efectos bastante significativos sobre la actividad económica en sí.
Ahora bien, no todos los países son igualmente vulnerables a este efecto y depende un poco de los fundamentos económicos, que son muy importante para mitigar o amplificar estos efectos.
Una de las claves es el nivel de reservas internacionales.
Cuanto mayor, más se pueden amortiguar las consecuencias.
Y en este sentido, la región ha mejorado mucho cuando uno la compara respecto de episodios pasados de endurecimiento de política monetaria en Estados Unidos.
Si uno ve en los 80, por ejemplo, o a principios de los 2000 y compara con los niveles de reservas de hoy, en la mayoría de los países de la región son mucho más altos.
Ese es un nivel de fortaleza adicional que tienen hoy los países respecto al pasado.
Otro aspecto relevante son las necesidades de financiamiento, sobre todo en moneda extranjera que varían de un país a otro, y la solidez del sistema financiero.
El sistema bancario en general está muy sólido si comparamos con el pasado y no es una fuente de preocupación. Hay ratios de liquidez y de capital muy sólidos.
Y por supuesto, ya ha habido una mejora muy importante en lo que se refiere a la supervisión y a la regulación bancaria en las últimas dos décadas.
¿Y si hablamos de países?
Bueno, yo te diría desde un punto de vista, por ejemplo, de los fundamentos de deuda pública, que hay países como Chile, Perú o Paraguay, que tienen niveles de deuda pública muy bajos y claramente están en buena posición para afrontar este tipo de impacto.
Otros países se ven menos sólidos, pero pueden serlo en otras dimensiones como los niveles de reserva, por ejemplo. No hay una medida única.
Los cinco países grandes de América Latina, Brasil, Chile, Colombia, México, y Perú tienen el sistema bancario hoy muy sólido en relación al pasado.
Pero tal vez es importante enfatizar que la región no solo depende del endurecimiento de las condiciones financieras globales, sino también de otros factores. Y ahí sí hay diferencia entre subregiones.
Por ejemplo, América del Sur es una región exportadora de materias primas y va a depender mucho de lo que pase con los precios en los mercados internacionales, sobre todo lo que son granos y metales.
Ya hemos visto que los precios han bajado significativamente y esperamos que sigan bajando.
América Central, por otro lado, está muy atada a la economía de Estados Unidos, tanto en lo que se refiere a exportaciones como a remesas, y eso depende mucho de qué es lo que pase con el mercado laboral de Estados Unidos.
¿Y en ese contexto, cuáles son los principales riesgos?
Desde el punto de vista externo, diría que hay dos y están y están relacionados. Uno es que la inflación mundial sea más persistente de lo que se espera.
Que haya un enquistamiento de esta inflación alta, sobre todo en economías avanzadas. Eso significaría que los bancos centrales de las principales economías probablemente tendrán que hacer una política monetaria mucho más contractiva de lo que se espera.
Y esto haría que el endurecimiento de las condiciones financieras globales se exacerbe incluso aún más. Eso, obviamente, desaceleraría aún más la economía de la región.
Por supuesto, el otro riesgo, un poco independiente, pero que tendría efectos probablemente relacionados, sería una escalada en los conflictos geopolíticos que estamos viendo.
Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.