Israel se encuentra sumido en una guerra con Hamás después de los mortales ataques llevados a cabo por militantes del grupo islamista en su territorio el pasado 7 de octubre, que dejaron más de 1.300 fallecidos.
El ejército israelí ha bombardeado sin cesar la Franja de Gaza, territorio controlado por Hamás en el que viven más de 2 millones de personas, causando la muerte de más de 1.900 personas hasta este viernes.
El alcance de la respuesta militar de Israel ha desatado una oleada de manifestaciones, particularmente en Medio Oriente, a favor de los palestinos, aunque lo cierto es que las principales facciones políticas que representan a este pueblo están enfrentadas entre sí desde hace décadas, lo que ha dificultado que alcanzaran sus objetivos centrales, como la obtención de un Estado propio.
La rivalidad entre las principales facciones políticas palestinas llegó a un punto de quiebre en junio de 2007, cuando Hamás y Fatah combatieron en las calles de la Franja de Gaza, dejando decenas de muertos y cientos de heridos.
El conflicto armado, también conocido como “la batalla de Gaza”, cavó una zanja tan profunda entre los dos rivales que las huellas de esos enfrentamientos persisten hasta hoy.
La violencia estalló luego de que Fatah perdiera las elecciones parlamentarias de 2006 y los combatientes de Hamás tomaran el control de Gaza. La batalla resultó en la disolución del gobierno de unidad y la división de facto de los territorios palestinos: Cisjordania quedó en manos de Fatah y Gaza en manos de Hamás.
“La rivalidad ha sido especialmente amarga desde la breve guerra de 2007 entre Hamás y Fatah en la que se derramó mucha sangre”, le dice a BBC Mundo Nathan Brown, profesor de Ciencias Políticas y Asuntos Internacionales de la Universidad George Washington, en EE.UU.
Desde ese momento, los territorios palestinos y sus líderes han seguido caminos diametralmente opuestos.
Sin embargo, la grieta entre las dos facciones existía desde mucho antes.
Contexto: la fundación de Hamas y Fatah
Hamás es el más grande entre los varios grupos islámicos palestinos y su nombre es un acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica.
Su origen se remonta a la Primera Intifada, el levantamiento palestino de 1987 contra la ocupación israelí y surgió como la rama palestina de los Hermanos Musulmanes de Egipto.
Sus milicias, llamadas Brigadas Al Qassam, fueron fundadas en 1991 y están lideradas por el comandante Mohammed Deif.
Hamás, o en algunos casos las Brigadas Al Qassam, es considerado un grupo terrorista por Israel y las potencias de Occidente.
Seguidores de la vertiente sunita del Islam, y apoyados por países como Irán, los miembros de Hamás controlan Gaza desde que expulsaron a Fatah hace 16 años, momento en que Israel estableció un bloqueo contra la Franja restringiendo el movimiento de mercancías y personas dentro y fuera del territorio.
Por su parte Fatah, acrónimo inverso de la traducción árabe del Movimiento de Liberación Nacional Palestino, es el mayor partido político palestino secular y la fuerza impulsora detrás de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) y la Autoridad Palestina.
El partido fue formado en 1959 por activistas de la diáspora palestina, entre ellos el expresidente Yasser Arafat, poco más de una década después de la guerra árabe-israelí de 1948.
Aunque originalmente Fatah se oponía al gobierno israelí utilizando la vía armada, el partido comenzó a buscar vías diplomáticas en la década de 1980 que finalmente condujeron a los Acuerdos de Oslo y a la propuesta de una solución al conflicto con el establecimiento de dos Estados, un acercamiento que fue rechazado por Hamás.
Diferencias fundamentales
Fatah reconoce la existencia del Estado de Israel y aboga por que se cumpla la resolución 242 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que establece la retirada de las tropas israelíes de los territorios ocupados en 1967 durante la Guerra de los Seis Días.
En esa guerra Israel ocupó la península del Sinaí, Cisjordania y Jerusalén Oriental, la Franja de Gaza y la mayor parte de los Altos del Golán, triplicando el tamaño del territorio bajo su control.
Hamás, en cambio, no reconoce al Estado de Israel. Si bien la carta fundacional del grupo militante islámico de 1988 postula la toma de control de los territorios palestinos, incluido el actual Estado de Israel, un nuevo documento, firmado en 2017, acepta las fronteras que existían antes de la guerra de 1967 como base para un Estado palestino, con Jerusalén como su capital.
El documento subraya que la lucha de Hamás no es contra los judíos sino contra los "agresores sionistas ocupantes".
Las dos facciones políticas buscan el mismo objetivo de construir un solo Estado palestino, pero sus visiones son marcadamente distintas.
Fatah, a veces llamado Al-Fatah, es el mayor partido político de la Autoridad Palestina (AP) cuyo líder, Mahmoud Abbas, es reconocido internacionalmente como el presidente palestino.
Mientras Fatah se define como un partido político secular abierto a negociar con los israelíes y participar en los foros internacionales, Hamás utiliza la vía armada para luchar contra la ocupación israelí de los territorios palestinos y crear un Estado islámico.
“Son irreconciliables”
Hamás ve a la Autoridad Palestina de Cisjordania como un representante “corrupto” de la causa palestina, mientras que los líderes de Fatah rechazan los ataques violentos contra Israel lanzados desde Gaza. Ambos se culpan porque no han podido lograr sus aspiraciones.
Las dos facciones “tienen distintas visiones del mundo, distintas ideologías y distintos electorados”, dice Yousef Munayyer, jefe de programa Palestina/Israel del Centro Árabe de Washington D.C. (ACW, por sus siglas en inglés).
“Los dos se oponen a la ocupación israelí de los territorios palestinos, pero ambos creen en distintas formas de conseguir sus objetivos”, apunta.
Munayyer dice que el problema es que “las diferencias fundamentales son irreconciliables”.
Tan antagónicas, que algunos creen que Fatah se ha transformado en una especie de “subcontratista de seguridad para los israelíes” porque están decepcionados al no ver resultados concretos y creen que las negociaciones con Israel han sido contraproducentes.
Y desde el otro lado, ven a Hamás como un grupo de terroristas que bloquean todos los posibles avances que podrían conseguirse con Israel.
Los Acuerdos de Oslo
Para algunos analistas, el origen de la rivalidad entre Hamás y Fatah se remonta a los Acuerdos de Oslo de 1993.
Considerados como un acuerdo de paz provisional, estos pactos entre Israel y la Organización de Liberación Palestina (OLP, por sus siglas en inglés), bajo el auspicio de Estados Unidos, contemplaron la creación de la Autoridad Palestina (que hoy preside Mahmoud Abbas), dándole autoridad limitada sobre partes de Cisjordania y la Franja de Gaza ocupadas por Israel.
El acuerdo permitió el regreso del líder de la OLP, Yasser Arafat, y otros palestinos que vivían en el exilio. Muchos vieron estos acuerdos como un punto de partida para lograr un acuerdo de paz permanente y celebraron la iniciativa.
Los que se oponían, entre ellos Hamás, los consideraron “unos acuerdos que vendieron los intereses palestinos nacionales para favorecer intereses personales”, sostiene Munayyer, agudizando la rivalidad entre Hamás y Fatah que se mantiene hasta el presente.
“Ese acuerdo marcó uno de los puntos de no retorno”, dice el experto.
Una lucha por “el control del dinero y las armas”
Algunos observadores plantean que Israel se ha beneficiado de la grieta política que existe entre Hamás y Fatah, y que incluso la incentiva para “debilitar al enemigo”.
Otros, creen que el factor clave de la división entre las facciones palestinas está directamente vinculada con una lucha de liderazgos.
“La rivalidad es un asunto de poder”, le dice a BBC Mundo Brian Katulis, investigador principal y vicepresidente de políticas del Instituto de Medio Oriente (MEI, por sus siglas en inglés).
“Las diferencias ideológicas no son tan relevantes”, agrega, argumentando que en el fondo es un conflicto entre los líderes de dos facciones que quieren mantenerse en el poder acumulando apoyo entre las bases.
A fin de cuentas, sostiene, la rivalidad se refiere a “quién controla el dinero y las armas”, que es, básicamente, la esencia del poder.
Ambas facciones tienen una crisis de legitimidad que les afecta profundamente, agrega, y es por eso que la fisura entre Fatah y Hamás sigue creciendo.
La rivalidad entre las facciones afecta a la causa palestina, argumenta, porque se trata de “un conflicto de liderazgo entre las élites”.
“Han perdido mucho del apoyo popular que tenían porque ninguna de las dos facciones ha conseguido una solución de largo plazo”, dice Katulis.
Frustración entre los palestinos
La rivalidad entre Fatah y Hamás Fatah afecta a la causa palestina de distintas maneras.
“La división es profundamente impopular entre los palestinos, aunque no están de acuerdo sobre quién tiene la culpa”, explica Nathan Brown.
En ocasiones, cuando han estado cerca de entenderse, “han disimulado las diferencias en lugar de encontrar un medio para resolverlas o gestionarlas”, agrega.
El escenario es complejo porque persiste la pregunta sobre quién representa realmente a los palestinos.
Desde la fundación del Estado de Israel en 1948, han pasado 75 años.
Una gran parte de los palestinos está frustrado al ver que no han podido conseguir sus aspiraciones, ni por la vía diplomática, ni por la vía armada.
Ese inmovilismo, sostienen algunos analistas, ha contribuido a un aumento del apoyo a la resistencia armada, al menos en Gaza, hasta llegar al punto en el que se ha desencadenado la actual crisis, que ha dejado miles de muertos y heridos.
Persisten las dudas sobre quién reemplazará a la cúpula de la Autoridad Palestina en Cisjordania cuando Mahmoud Abbas, de 87 años, deje el cargo en el cual ha permanecido durante casi 20 años.
Tampoco se sabe qué va a pasar con los dirigentes de Hamás cuando termine el actual conflicto con Israel en Gaza, ni cómo van a reaccionar en el futuro los palestinos más jóvenes tanto en Cisjordania como en la Franja, a la luz del nuevo escenario.
Por ahora, el tablero político está en uno de sus momentos más inciertos tras el sorpresivo ataque de Hamás a Israel.
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