El año pasado empresas en todo el mundo comenzaron a subir los precios a un ritmo que no se había visto en décadas. Entre las principales economías, un país fue uno de los más afectados: Estados Unidos.
Los precios aumentaron a una tasa anual del 4,7% el año pasado, más rápido que cualquier otro país del Grupo de los Siete (G7) de economías más desarrolladas, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En Reino Unido, por ejemplo, la inflación fue solo del 2,5%.
El mes pasado, la inflación en EE. UU. llegó al 8,6 %, una de las tasas más altas del mundo.
Muchos de los factores que impulsaron la inflación el año pasado no fueron exclusivos de Estados Unidos, como las interrupciones de los suministros por la pandemia de covid y el aumento en los precios de los alimentos por daños en las cosechas causados por tormentas severas y sequías.
¿La razón por la que a EE.UU. le fue peor? En dos palabras: alta demanda.
Este incremento en la demanda fue impulsado por los US$5.000 billones aprobados por el gobierno de EE.UU. para proteger a los hogares y las empresas del impacto económico de la pandemia.
Gastos gubernamentales
Al amortiguar las finanzas familiares, la ayuda, que incluía cheques directos a los hogares, ayudó a las personas a continuar comprando.
Hubo un aumento en la demanda de bienes como muebles, automóviles y productos electrónicos, y la razón fue que los consumidores redireccionaron el dinero que de otro modo podrían haber gastado en restaurantes y viajes.
Y como la demanda inusualmente alta se enfrentó a los problemas de suministro derivados de la pandemia, las empresas aumentaron los precios.
Un estudio reciente del Banco de la Reserva Federal de San Francisco concluyó que los paquetes de ayuda por la pandemia probablemente contribuyeron a 3 puntos porcentuales de aumento de la inflación hasta finales de 2021, un factor que explica en gran medida por qué la inflación de EE. UU. superó a la de otros países del mundo.
Oscar Jorda, asesor principal de políticas del banco y una de las personas que trabajaron en el estudio, advirtió que no se debe poner demasiado énfasis en porcentajes exactos, pero señaló que el panorama general es claro.
"Estos programas (...) fueron una inyección considerable de liquidez en los bolsillos de los consumidores en un momento en que quizás la industria no estaba preparada para responder a un aumento de la demanda", dijo Jorda en una entrevista en mayo. Esas ayudas se tradujeron en "un gran estímulo a lo que yo llamaría inflación de impulso de la demanda".
Respuesta lenta de la Fed
El riesgo de que los paquetes de ayuda dispararan la inflación fue planteado antes de su aprobación, sobre todo por el economista Larry Summers, de la Universidad de Harvard, asesor del Partido Demócrata desde hace mucho tiempo, así como por algunos republicanos.
Pero otros expertos, incluido el jefe de la Reserva Federal o Fed, el banco central de Estados Unidos, argumentaron que los aumentos de precios serían "transitorios" y desaparecerían a medida que disminuyeran los problemas en las cadenas de suministro relacionados con el covid.
La Fed, que lanzó sus propias políticas de estímulo al comienzo de la pandemia, tardó en responder a los aumentos de precios, incluso cuando comenzaron a modificarse las expectativas de inflación en EE.UU., dice el economista Ricardo Reis, profesor de la London School of Economics.
"Eso(el cambio en las expectativas) es lo que convirtió lo transitorio en persistente y nuevamente la Fed tardó en responder a eso", señaló Reis.
Este miércoles la Fed anunció el mayor aumento de las tasas de interés en casi 30 años como parte de su estrategia para detener el incremento de la inflación
Dado que los hogares de EE. UU. se vieron protegidos por los cheques de estímulo, el incremento de los precios no se sintió ampliamente el año pasado como una crisis del costo de vida, a pesar de que los salarios no acompañaban la inflación.
Pero a medida que los consumidores agotaron sus ahorros, el panorama fue cambiando, creando un serio problema político para el presidente estadounidense Joe Biden, a quien los republicanos culpan del aumento de los precios.
Biden, por su parte, ha responsabilizado a la guerra en Ucrania, que afecta los suministros de petróleo y las exportaciones de productos básicos como trigo, elevando los precios e impactando en consumidores en todo el mundo.
En la Eurozona, los precios subieron a una tasa anual del 8,1% en mayo, liderados por países cercanos a Rusia que dependen de su petróleo y gas, como Estonia, donde los precios subieron un 20,1%.
En Reino Unido, que también depende en gran medida de las importaciones de alimentos y energía, la inflación alcanzó el 7,8% en abril (justo por detrás de Estados Unidos entre las economías más avanzadas) luego de que se elevara el tope que limitaba las facturas de energía, señala la OCDE.
El índice de precios al consumidor compilado por el gobierno británico, que excluye los costos de vivienda, que sí están incluidos en la cifra de la OCDE, mostraron un aumento aún más rápido: 9%.
Incluso Japón, que ha luchado por mantener sus tasas de inflación por encima de cero, experimentó un aumento de precios del 2,5% en abril.
La OCDE espera que la inflación alcance su punto máximo este año, con un promedio de 5,5% entre las economías más avanzadas y un 8,5% para los 38 países de la organización, antes de retroceder en 2023.
El profesor Reis dijo que se siente alentado por los pasos que la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y otras instituciones han tomado para enfrentar el problema, incluyendo el aumento de las tasas de interés.
Al encarecer los préstamos, tales medidas ayudan a enfriar la demanda de los hogares y las empresas, aliviando las presiones sobre los precios.
"Espero, aunque es un poco incierto, que esto pueda suceder sin causar una recesión", dijo Reis.
El experto agregó que es poco probable que se regrese a la meta típica de inflación del 2%.
Incertidumbre
A corto plazo, el incremento en las tasas de interés aumenta la incertidumbre económica, especialmente en los países más pequeños, que son vulnerables a los cambios repentinos en los flujos de dinero y las fluctuaciones del tipo de cambio.
Incluso en las economías más grandes, los políticos buscan formas de amortiguar el impacto de la inflación en hogares afectados por el aumento vertiginoso del costo de la vida.
El gobierno de Reino Unido anunció recientemente una medida para combatir el aumento de las facturas de energía: un paquete de ayuda de 15.000 millones de libras esterlinas (US$18.000 millones) financiado por un impuesto extraordinario a las empresas de petróleo y gas.
Algunos países de Europa, como España y Portugal, han fijado precios máximos para el gas, un tipo de respuesta que los economistas generalmente desaconsejan, ya que los topes tienden a mantener alta la demanda al subsidiar el consumo.
En EE.UU., Biden liberó cantidades sin precedentes de petróleo de las reservas nacionales para intentar reducir el precio de la gasolina que, además de los alimentos, es el otro punto de "dolor" más inmediato para los consumidores.
Pero a medida que la guerra en Ucrania sigue dejando en evidencia problemas de suministro, el poder de los políticos y los bancos centrales queda limitado, señalan los analistas.
"A la larga, pueden hacer muchas cosas en términos de invertir en diferentes políticas de transición energética y cosas por el estilo", dice Oscar Jorda. "Pero a corto plazo realmente no hay mucho que se pueda hacer".