Luis Fernando Iribarren tenía 30 años cuando fue detenido en Argentina, en 1995, por el asesinato de su tía, quien sufría una enfermedad terminal. El sujeto intentó justificar el crimen declarando que "me jodía que sufriera y la maté por piedad". La sorpresa llegó cuando se descubrió que el mismo Iribarren mató y enterró a toda su familia una década antes.
Según informó TodoNoticias, tras la revelación de los crímenes en San Andrés de Giles, Iribarren se sumó a la lista de asesinos seriales argentinos y se ganó el apodo de "El chacal" o "El carnicero de Giles".
Además del asesinato de su tía que padecía cáncer, la justicia trasandina lo responsabilizó de las muertes de su padre, madre, hermano y hermana. Todos los homicidios los efectuó con una pistola calibre 22 o a golpes con un hacha.
El sujeto fue condenado en agosto de 2002 a cadena perpetua y durante su condena se recibió de abogado. Peritos psicológicos y psiquiátricos definieron a Iribarren como "omnipotente, narcisista y paranoide".
Según expresó el imputado sobre el asesinato de su tía, "quería ayudarla a terminar con su sufrimiento y procedí a asfixiarla, pero como no pude busqué otra forma. Recorrí la casa y encontré el hacha. Le pegué dos golpes en la cabeza”. Durante meses continuó cobrando la jubilación de la víctima, hasta que el engaño fue descubierto.
La sorpresa fue cuando en la declaración de aquel crimen dijo que “no tuve el coraje de dispararle a mi tía con el arma porque me acordé de lo que les había hecho a mis padres y a mis hermanos, y no soportaría hacerlo de nuevo”.
Ante el juez, el condenado dijo que les había dado muerte a las víctimas porque "les tenía bronca".
Iribarren cumplió 25 años de encierro y continúa recluso. Según indicó el medio citado, duerme en una habitación sin rejas y trabaja todas las mañanas en un criadero de chanchos y una huerta dentro del penal.