Los científicos expertos en nutrición llevan muchos años advirtiendo que, además del factor genético, las dietas altas en azúcar, carbohidratos y grasas serían responsables de los altos índices de obesidad.
Si bien se ha hablado de reducir la ingesta de alimentos altos en calorías, grasas y carbohidratos, la causa de la obesidad no está del todo clara. Ahora, una nueva hipótesis señala que la fructosa sería responsable de conducir a los humanos hacia la obesidad, según se detalla en el estudio publicado este martes por la revista especializada Obesity.
No solo está presente en las frutas
Si bien la fructosa no es la mayor fuente de ingesta calórica, los investigadores proponen que esta desencadena un impulso a comer alimentos altos en grasas y en mayores cantidades, lo que provoca la sobrealimentación.
La fructosa es un tipo de azúcar que puede encontrarse de forma natural en las frutas. Esto no significa que haya que dejar de comer plátanos, manzanas, peras o miel, ya que el organismo puede fabricar pequeñas cantidades de fructosa a partir de carbohidratos como la glucosa o alimentos salados.
Asimismo, este monosacárido puede encontrarse de manera inadvertida en nuestra dieta, puesto que suele ser utilizado como un edulcorante para reemplazar el azúcar o formar parte de algún jarabe o postre.
Una hipótesis unificadora
Los especialistas revisaron diversas hipótesis dietéticas sobre la obesidad: "Aunque prácticamente todas las hipótesis reconocen la importancia de reducir los alimentos ultraprocesados y 'chatarra', sigue sin estar claro si la atención debe centrarse en reducir la ingesta de azúcar, o de carbohidratos de alto índice glucémico, o de grasas, o de grasas poliinsaturadas o simplemente en aumentar la ingesta de proteínas", escriben los investigadores.
Y si bien consideraron que las diferentes premisas son gran parte correctas y, en algunos casos, parecen incompatibles entre sí, "todas ellas pueden unificarse basándose en otra hipótesis llamada como la supervivencia de la fructosa".
La fructosa y el adenosín trifosfato
Los científicos se percataron de que la fructosa provoca un descenso en los niveles de un compuesto llamado adenosín trifosfato (ATP), que proporciona energía necesaria para muchos procesos metabólicos.
A medida que el cuerpo descompone la fructosa, el nivel de ATP baja considerablemente y el organismo recibe una señal de que falta combustible o energía, lo que explicaría por qué se abre el apetito.
"La fructosa es lo que desencadena que nuestro metabolismo entre en modo de baja energía y perdamos el control del apetito, pero los alimentos grasos se convierten en la principal fuente de calorías que impulsan el aumento de peso", señaló en un comunicado Richard Johnson, investigador del Anschutz Medical Campus de la Universidad de Colorado (EE.UU.).
Falta más investigación
Los expertos resaltaron que la fructosa provoca también un efecto que impide que el organismo pueda recurrir a la grasa almacenada. Esto significa que este modo de baja energía se activa aunque haya reservas energéticas disponibles.
La mayor parte de la investigación científica relacionada con la fructosa y sus efectos ha sido realizada en pruebas en animales, por lo que nuevos estudios serán fundamentales para determinar exactamente las implicancias de la fructosa en la obesidad de los humanos.