Reconforta al levantarse temprano, pone en marcha la circulación y crea una transición suave de la noche al día. Para muchas personas, empezar el día sin café es casi impensable. En el futuro, sin embargo, este estimulante podría costar un poco más caro.
"No les gusta ni el calor, ni la sequía, ni la humedad. Necesitan unas condiciones de sombra muy específicas y un suelo rico en nutrientes", explica von Sophie von Loeben, del Instituto de Investigación sobre el Cambio Climático de Potsdam (PiK) sobre la sensibilidad de las plantas de café. Unas condiciones que hasta ahora se daban sobre todo en los países situados alrededor del ecuador, el llamado cinturón del café. Pero las consecuencias del cambio climático están alterando este modelo.
Zonas de cultivo en peligro
En muchos países tropicales se observa que el clima ya no es tan estable como antes, afirma Friedel Hütz-Adams, del Instituto Südwind. "Ahora de repente llueve mucho, hay meses sin lluvia y periodos de calor. Las plantas de café no pueden soportarlo", sostiene Hütz-Adams.
Un estudio de la organización de investigación australiana CSIRO ha demostrado que, en las últimas décadas, las condiciones climáticas desfavorables han reducido cada vez más las cosechas. También hay estudios que predicen que la superficie actualmente apta para el cultivo del café dismuniría en más de un 50 por ciento de aquí a 2050. Esto afectará a muchos caficultores, sobre todo en Brasil y Vietnam, los dos mayores productores mundiales.
¿Nuevos lugares debido al cambio climático?
Como también demuestran los estudios, zonas que antes eran demasiado frías para el cultivo del café podrían ser adecuadas en el futuro, sin embargo, aquí también hay otro problema, ya que muchas de esas zonas son boscosas, algo que sería contraproducente. "Si las talo para cultivar café, agravo el cambio climático porque libero más CO2", señala Hütz-Adams.
Además, los productos cultivados en zonas deforestadas después de 2020 no podrán importarse a la UE, tal como lo estipula la legislación comunitaria. Europa es, a su vez, una de las regiones importadoras más importantes de este producto.
Hasta ahora, el mercado mundial ha estado dominado por dos tipos de café: Arábica y Robusta. Sin embargo, en la naturaleza se conocen unas 130 variedades silvestres de café, algunas de las cuales son más resistentes al calor o a ciertas plagas.
No obstante, plantar sencillamente otras variedades de café no es una solución rápida y fácil. Primero, porque desarrollar nuevas variedades lleva tiempo, y porque hay que esperar tres años antes de poder cosechar un cafeto por primera vez. Y segundo, porque los caficultores, que a menudo ya viven al límite de la pobreza, no pueden permitirse estar sin ingresos durante tres años.
Según estimaciones, este mercado mundial mueve unos 200.000 millones de dólares al año, mientras que las personas que cultivan café reciben menos del 10% de esa cantidad.
¿Cambiar el mercado?
La sensibilización sobre los efectos del cambio climático está presente, dice Hütz-Adams. No obstante, aplicada a gran escala, fracasa, porque los cafeteros no tienen los recursos necesarios para financiar las medidas a fin de proteger el clima.
Según Hütz-Adams, no es razonable que los caficultores inviertan hoy, y que, posiblemente, tengan que pedir dinero prestado sin saber qué precio obtendrán por su café en el futuro. Por tanto, habría que establecer otras estructuras de mercado, formalizar contratos a largo plazo e introducir medidas de apoyo y precios de compra garantizados para incentivar a los cafeteros a adaptar su producción al cambio climático.