Un hombre fue condenado a más de diez años de cárcel este martes en el céntrico estado mexicano de Querétaro por el asesinato de Athos y Tango, los perros de rescate y asistencia emocional que formaban parte de los cuerpos de emergencia de la Cruz Roja Mexicana, y por el que se llegó a juicio penal sobre maltrato animal por primera vez en la historia del país.
Una jueza dictó 10 años y seis meses de prisión al responsable de haber envenenado a los perros rescatistas el 13 de junio de 2021 tras haberle proporcionado salchichas envenenadas y causarle la muerte a los dos animales.
Balam, hijo de Athos, sufrió también una grave afectación por la comida adulterada.
Crueldad contra los animales
Son tres los delitos por los que se le encontró culpable a Benjamín "N”: delito contra animales agravado -uno por la muerte de Athos y otro por la muerte de Tango, así como la agresión contra Balam- por las lesiones provocadas; y crueldad animal por el veneno utilizado.
Por esto, además de cárcel, Benjamín "N” tendrá que pagar 2,3 millones de pesos (poco más de 115.000 dólares) para la reparación del daño, aunado a una multa que asciende a 115.000 pesos (alrededor de 5.700 dólares).
"Logramos una sentencia con pena privativa de libertad de diez años y seis meses y una reparación del daño ejemplar, acorde al valor que tenían los perritos, la capacitación y todos los cuidados que contaban y que le fueron proporcionados por su manejado”, declaró a medios la abogada Mónica Huerta, asesora jurídica de Edgar Martínez, entrenador y dueño de Athos y Tango.
Pena máxima
Considerando el criterio que la jueza contempló para la determinación de la sanción, se le otorgó al imputado la pena máxima contemplada dentro del concurso de delitos, aunque esto no significa que el responsable vaya a pisar de inmediato la cárcel, pues el próximo 30 de agosto tendrá que presentarse nuevamente en sesión en los juzgados, donde se leerá la sentencia.
"Una vez que sea leída la sentencia, el 30 de agosto, tiene 10 días hábiles para apelar (…) Tendría que agotar sus recursos, la ley le concede ciertos recursos, como la apelación y posterior. Si no le es favorable el fallo de esa apelación, vendría un amparo directo”, agregó Huerta.
La abogada detalló que la jueza consideró que el grado de afectación por la pérdida de ambos perros fue alta, pues no sólo se dañó al manejador de los canes, sino también a la sociedad, por la labor que realizaban, por lo que consideró que se trata de una pérdida irreparable que "ni la pena ni la cantidad económica son suficientes para reparar el daño en este caso en concreto”.