Los equipos de rescate siguen este viernes buscando sobrevivientes entre los escombros dejados por el masivo terremoto que golpeó el lunes Siria y Turquía, uno de los peores de la región, que deja casi 23.000 muertos.
La ayuda humanitaria empezó a llegar a Turquía, pero el acceso a Siria es mucho más complicado, ya que la guerra destruyó hospitales y causó problemas en el suministro de electricidad y agua. La ONU solo puede enviar ayuda a las zonas rebeldes del noroeste a través del cruce de Bab al Hawa, en la frontera con Turquía.
El sismo es el más fuerte registrado en Turquía desde 1939, cuando 33.000 murieron en la provincia oriental de Erzincan.
Según los últimos balances oficiales, el movimiento telúrico de magnitud 7,8, que estuvo seguido de más de un centenar de réplicas, deja hasta ahora al menos 22.765 muertos, 19.875 de ellos en Turquía y 3.377 en Siria.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 23 millones de personas están "potencialmente expuestas, de las que unos cinco millones (son) vulnerables" y teme que se desencadene una crisis de salud.