Detroit se convirtió este jueves en la mayor ciudad de Estados Unidos en declararse en quiebra.
La "Ciudad del Motor", que fue símbolo durante años de la economía estadounidense, acumula una deuda superior a los 18.500 millones de dólares. Una situación que oscurece, aún más, el incierto futuro de una de las grandes metrópolis del país, que llegó a ser la cuarta más grande de todo Estados Unidos.
Detroit fue uno de los centros económicos y comerciales de Estados Unidos. Una ciudad en la que se instalaron los "Tres Grandes" de la industria automotriz norteamericana (General Motors, Ford y Chrysler). Una industria que contribuía directamente e indirectamente con uno de cada diez empleos en los Estados Unidos. Así funcionaba la industria en 1960:
Detroit lleva en caída libre desde 2008, cuando comenzó la crisis financiera en Estados Unidos.
Por su dependencia en la industria automotriz, el área de Detroit es más vulnerable a los ciclos económicos que la mayoría de las grandes ciudades. Un alza en la fabricación de automóviles con tecnología de robots, la mano de obra más barata en otras partes del mundo y el aumento de la competencia en el sector ha conducido a la desaparición de gran parte del empelo en la región.
En junio, el área metropolitana de Detroit acumulaba una tasa de desempleo de 9,4 por ciento, según cifras estatales. Sólo en el estado de Michigan, 408 mil personas estaban desempleadas y buscando trabajo.
A causa de la bancarrota, la ciudad deberá reestructurar su funcionamiento, lo que implicará recortes presupuestarios, más despidos y venta de activos, para tratar de reducir drásticamente las deudas de la ciudad.
CIUDAD FANTASMA
Los datos que aportan los analistas para explicar la situación en la que se encuentra Detroit son realmente sorprendentes.
La ciudad ha perdido hasta un 60% de su población desde los años 1950. Es decir, cerca de 700 mil habitantes han abandonado la urbe. Sólo en la última década ha perdido un cuarto de sus ciudadanos, afectando directamente a la recaudación de la ciudad. La pérdida de contribuyentes y de ingresos, además del desempleo, el cierre de negocios y de empresas, han provocado que la ciudad no pueda hacer frente a los gastos de servicios públicos.
Sólo un tercio de las ambulancias están en funcionamiento. Los servicios de limpieza son deficientes. En algunos sectores el agua o la iluminación no funciona. Bomberos y policía no cuentan con el material adecuado para realizar su trabajo.
Detroit tiene, además, unos 78 mil edificios abandonados, convirtiendo sus calles en una auténtica ciudad fantasma.
La apuesta por los casinos, el béisbol y fútbol americano y el desarrollo inmobiliario no dieron sus frutos. Al contrario. La ciudad aceleró su decadencia ligada a la fuerte corrupción política desarrollada durante los 90. Ahora, los niveles de delincuencia en la ciudad presentan su mayor incremento en 40 años.