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Crimen por encargo: a un año del homicidio de Ronald Ojeda y la hebra que conduce al régimen de Maduro

Testimonios, imágenes y elementos hasta ahora desconocidos de la investigación reconstruyen el bullado caso de secuestro con homicidio del exmilitar venezolano. El puzzle policial a todas luces va más allá del crimen organizado. Mientras algunos imputados apuntan a Diosdado Cabello, otros antecedentes hacen creer que fue el mismísimo "Carnicero de Maduro" el que lideró la operación en Santiago.

Constanza Santa María, Joaquín Labbé, Abner Machuca y Jonathan Flores.

Martes 25 de febrero de 2025

Es una pesadilla de la que no puedo despertar. Ha pasado ya un año y aún es como si fuera a vivir.
—¿Cómo ha sido este año?
Ha sido un año muy difícil. Muy difícil, porque destruyeron mi familia, destruyeron lo más bonito que teníamos que era un hogar. De verdad que es súper injusto cómo de la noche a la mañana nuestra vida cambió tanto. 

Josmarghy Castillo y su familia ya conmemoraron un año desde que el teniente Ronald Ojeda, el exmilitar venezolano asilado en Chile, fue secuestrado desde su departamento en mitad de la noche el pasado 21 de febrero.

La escena fue cinematográfica: un grupo vestido con indumentaria táctica lo sacó sólo con ropa interior desde su departamento en Independencia, en la zona norte de la capital. Esa noche, Ojeda, su señora y un hijo dormían los tres juntos cuando tres hombres, caracterizados como funcionarios de la PDI, ingresaron al edificio, subieron al piso 14, rompieron la puerta del departamento, lo sacaron de la cama y se lo llevaron.

Es un caso que escapa a todo lo que hemos visto como BIPE antisecuestros en los últimos años —admitió el subprefecto PDI, Hassel Barrientos.

Por su perfil político, el fiscal del caso, Héctor Barros, apuntó desde el inicio a que el episodio iba más allá de un acto del crimen organizado. 

—No era una víctima del perfil de los que secuestran normalmente el Tren de Aragua o que han sido víctimas de secuestro —explicó en conversación con Informe Especial. 

Tras meses de indagatoria, hoy por hoy una serie de antecedentes apuntan a la participación del régimen de Nicolás Maduro.  Durante la formalización de los primeros detenidos, varios testimonios vincularon al gobierno venezolano con el secuestro de Ojeda. Más aún, un testigo protegido señaló directamente a Diosdado Cabello, el ministro del interior del país caribeño.

A la fecha, aún falta un secuestrador por identificar. El líder de la operación perpetrada en Santiago. Una de las hipótesis sobre la mesa es que se trata del alto oficial venezolano, Alexander Granko: el mismísimo "Carnicero de Maduro". 

"El miedo nunca se ha ido"

Ojeda llegó a Chile en 2018 junto a su familia. Como oficial del ejército venezolano logró llegar al grado de teniente. Pero fue perseguido por el régimen acusado de un intento de golpe, tras lo cual fue encarcelado en su país. Estuvo alrededor de nueve meses en prisión, hasta que en principio escapó a Perú y luego a suelo nacional. Una vez aquí, por los canales oficiales pidió la calidad de refugiado, estatus que el gobierno de Gabriel Boric le concedió en noviembre 2023, apenas tres meses antes de su asesinato. 

Josmarghy, viuda de Ojeda, aún tiene temor. Pese a ello, accedió entregar su testimonio a la distancia a Informe Especial.

—Él era una persona increíble y las personas que lo conocieron saben cómo era él. Era la alegría, era la persona que animaba cualquier lugar donde iba. Es tan triste ver cómo nos lo arrebataron de las manos de esa manera y, no sé, no hay palabras para describir el dolor que se siente.

Y a un año de la partida de su marido, dice que siguen tomando precauciones. 

—El miedo nunca se ha ido. Nosotros vivimos cuidándonos. Estamos igual atentos, pendientes y todo porque lamentablemente, esté donde esté, hay temor —reconoció.

Ese día, cuatro horas antes del secuestro, el plan ya estaba en marcha. Según la investigación, dos miembros del Tren de Aragua, Michael Villegas y un menor de edad, iniciaron la vigilancia afuera del edificio la noche del 20 de febrero, a eso de las 23:00 horas. Aguardaron a bordo de un Chevrolet Sail blanco.

Recién al día siguiente, a las 03:05 de la madrugada, llegó al lugar el Nissan Versa que simulaba ser un vehículo de la PDI, conducido por Walter Rodríguez,  otro de los participantes que está identificado y con orden de detención, pero a la fecha no ha sido capturado. Acto seguido, cuatro sujetos entraron a la conserjería, presentaron una orden de detención falsa y subieron hasta el departamento de Ojeda. 

Hasta ahí, todo parecía normal. Bajaron a Ronald Ojeda, lo sacaron del edificio y en la calle lo subieron al Nissan Versa, que ante los ojos de cualquiera era un vehículo policial.

—Las vestimentas son especies que pintaron, algunos cascos hicieron que parecieran cascos reales, cascos balísticos que utiliza la policía. Los chalecos antibalas eran solamente chalecos anticorte que utilizan algunos guardias de seguridad, con una imagen con letras PDI en cartulina, corcheteadas sobre esos chalecos —detalló el subprefecto Barrientos.

En definitiva, se preocuparon de aparentar que se trataba de personal policial. 

Pero el primer paso extraño se registró a la salida. Sacaron a Ojeda caminando a la calle y no lo subieron de inmediato al auto. 

Los vigilantes del Chevrolet Sail fueron los encargados de grabar el momento de la captura y enviar el registro a los líderes del Tren de Aragua.

Plan (in)perfecto

Hasta ahí todo parecía un plan perfecto, pero el itinerario tuvo una primera falla. Literal. 

En plena Costanera Norte, en Renca, el auto en que se llevaron a Ojeda sufrió un desperfecto. Ahí entró en escena un tercer vehículo, un Hyundai I10, que llegó al rescate junto al Sail. A este último subieron tres de los falsos PDI. Mientras el I10 lo abordó Walter Rodríguez, esta vez como pasajero, junto a Ronald Ojeda y otro de los secuestradores. 

La viuda de Ojeda supo en el acto que no había sido una detención normal.

—Los hombres no querían hablar, entraron súper callados al departamento. Pero como yo estaba gritando y estaba haciendo mucho ruido, golpeando la pared, ellos lo que hicieron fue hablarme. Y apenas me hablaron, el hombre me gritó que me quede callada. "¡Cállate!", me dijo. Ahí automáticamente le reconocí la voz y supe que era una persona venezolana.

Al fiscal Barros le resonaron dos cosas inusuales: la forma organizada en que actuaron los sujetos y el perfil de Ojeda, pues no era una víctima del tipo que secuestran el Tren de Aragua. 

El asunto se hizo más llamativo aún cuando pasaron los días y nadie se comunicó para pedir un rescate. Ni para hacer un advertencia. Ahí los investigadores se empezaron a dar cuenta que el móvil del secuestro no era precisamente conseguir dinero. Solo tenían un propósito: matarlo.

Nueve días después del secuestro de Ronald Ojeda, la PDI llegó a la toma Santa Marta en la comuna de Maipú. Un lugar que ha sido escenario de varias investigaciones que involucran al crimen organizado caribeño.



Hasta que lograron identificar el sitio exacto donde estaba Ronald Ojeda: fue encontrado al interior del
campamento, bajo una loza de concreto y a 1.70 metros de profundidad. Tuvieron que excavar. ¨Partieron con el rastreo de la brigada canina, que les permitió llegar a un lugar específico.  Bajaron por capas hasta un metro de profundidad y después de eso tuvieron que utilizar una retroexcavadora. Ahí hallaron una maleta de viaje, en cuyo interior se encontraba el cuerpo de la víctima.

—La causa de muerte se debió a que él estuvo suspendido de los brazos, de alguna estructura o de algún techo durante mucho tiempo, y eso le hizo perder la capacidad torácica y generar el proceso respiratorio normal —detalló Barros.

Es lo que técnicamente se llama asfixia mecánica. Así murió Ojeda y, según el Servicio Médico Legal, ocurrió entre 24 y 48 horas antes del hallazgo. 

La policía identificó a los dos primeros involucrados en los primeros días: un menor de edad y Michael Villegas, los mismos que hicieron la vigilancia y que enviaron los registros para demostrar que el plan estaba funcionando.

Mientras el menor ya fue condenado, su compañero escapó de Chile tras el crimen y fue detectado en Costa Rica a mediados del año pasado. Tuvo que ser extraditado desde allí y recién el 19 de noviembre fue traido de regreso para enfrentar a la justicia. Mientras tanto, se encuentra en prisión preventiva en la cárcel de máxima seguridad.

Pero el rumbo de la investigación cambió el 10 de abril de 2024. Todo a propósito del homicidio del teniente de Carabineros Emanuel Sánchez en Quinta Normal. En ambos casos se repiten autos, celulares y participantes. En esa ocasión cayeron tres delincuentes venezolanos: Wilber Cabrera (34 años), Josué Ramírez (28 años) y Yolvi González (21 años). 

Precisamente este último fue parte de ambos delitos. Cuando periciaron su teléfono encontraron un nexo clave: una foto del imputado con la misma vestimenta PDI que se usó para el secuestro de Ojeda. A medida que avanzaron las indagatorias, la evidencia mostró que no eran delitos aislados, que varios de los secuestros y asesinatos ocurridos en los últimos meses tenían nombre y apellido: Piratas de Aragua.

Fue un hecho particularmente importante para nosotros. Logramos acceder a información que no teníamos en ese momento destacó el fiscal Barros.

En definitiva, los investigadores del caso concluyeron que son todos parte de una misma organización, una especie de empresa delictiva. En rigor, funcionan igual que las empresas lícitas, con un dueño, un gerente general, gerentes, jefes de local, etcétera. En el Tren de Aragua el que asoma en la cúspide es el Ñiño Guerrero. Es el jefe máximo. Después viene el jefe de Latinoamérica, Carlos Bobby Gómez; y el jefe de sucursal de Chile, El Turco.

En este caso, si la orden viene del Niño Guerrero, que es el máximo líder, baja a Carlos Bobby, Carlos Bobby la baja a su vez al Turco, y de ahí viene la organización a nivel operativo más abajo de parte del turco.

Tanto así que desde la cúpula hubo llamados de atención por los asuntos que salieron mal, como el auto en pana. De hecho, por culpa de eso aparecieron dos vehículos que no debían aparecer en escena, lo que a permitió a la PDI identificar a Michael Villegas. 

El carnicero de Maduro

Entre los falsos PDI que irrumpieron en el departamento de Ojeda hay uno que llamó particularmente la atención de los investigadores. Su chaleco antibalas es de otro color y se movió con una actitud distinta. Parecía ser el que daba las instrucciones. 

Ese personaje es el único de los tres que no está identificado. Entre las evidencias hay dos huellas dactilares que no se han podido identificar hasta ahora y que, en definitiva, no tienen dueño. Una de las hipótesis es que pertenecería a este personaje, que fue el que conversó con Ojeda en el ascensor. Tomó el celular del teniente y se lo entregó a Walter Rodríguez. En ese teléfono está la famosa huella.

Una de las hipótesis que se ha manejado en las últimas semanas es que el alto oficial venezolano Alexander Granko sería el que faltaría por identificar.

—Esa persona que lo lleva cogido a mi hermano del cuello es Granko Arteaga, para mí no hay ninguna duda. Conozco su comportamiento, porque durante 2017 estuvo torturando a mi hermano —afirmó Javier Ojeda .

Lo llaman el perro carnicero de Maduro y es muy activo en las redes sociales. Se define como hijo de Bolívar y Chávez, y defensor de la revolución bolivariana. En su perfil de Instagram sube contenido cada cuatro días.

En febrero 2024 compartió material en ocho ocasiones. Pero el video del día 18 de ese mes es el que más llama la atención. Aunque no por las imágenes, sino por el comentario que recibió el 1 de marzo en dicha publicación. "Cómo estubo Chile Po (sic)", le comentó un usuario. 


Fue el mismo día que se encontró el cuerpo de Ojeda. 

Javier contó que en semanas previas a la desaparición de su hermano ya habían conversado como familia sobre un posible secuestro. Y para ellos las sospechas recaen en Granko.

—Parece mentira, pero nosotros lo habíamos hablado una o dos semanas antes del secuestro. Lo había hablado con mi hermana, lo había hablado con él. Mi hermana me decía: "¿Y si a Ronald lo va a buscar alguna gente que manden de Venezuela". Y yo le digo que es imposible. Entonces yo le hago ese comentario a Ronald y me dice que, en tal caso, él no descartaría que estaría detrás Granko Arteaga, porque Granko nunca le pudo ganar a él. En todas las torturas que le realizó nunca le pudo sacar información.

Más aún, la viuda de Ronald relató que los días previos al secuestro su marido tenía sospechas de que algo podía ocurrir y estaba planeando salir de Chile.

—Lo que pasa es que habían salido algunas noticias en Venezuela —explicó Josmarghy—. Sabíamos que habían atrapado a un compañero de mi esposo. Ya sabíamos que venían por él también. 

Fiscalía, en tanto, no descartó que el hombre clave de la Dirección General de Contrainteligencia Militar de Venezuela pueda estar implicado.  

—Es una posibilidad —reconoció Barros.

Lo que sí confirmó el persecutor es que se hizo un pago por este encargo al Tren de Aragua en Perú. No se sabe el monto ni quién lo recibió. 

En tanto, las huellas sin dueño ya están en manos del FBI. Ahora sólo queda esperar si hacen match con el falso PDI que queda por identificar.

Chile a la Corte Penal Internacional

Tras la formalización de los primeros detenidos se fijó un plazo de seis meses más para investigar. De las 32 personas identificadas de los Piratas de Aragua, 16 participaron en el asesinato de Ronald Ojeda. De esos 16, nueve están detenidos, incluyendo cinco en el extranjero que están a la espera de la extradición. Entre ellos están los cabecillas, Carlos Bobby y El Turco. Y hay siete con orden de detención que estarían fuera de Chile, algunos probablemente en Venezuela.

Tohá reveló en exclusiva a 24 Horas que en los próximos días una misión encabezada por el canciller y un representante de la Fiscalía, el fiscal Barros o el propio fiscal nacional, viajarán a La Haya, donde funciona dicho tribunal. Llevarán todos los antecedentes que se han reunido en un año de investigación y que apuntan a la participación del gobierno de Venezuela.


No obstante, la familia ha cuestionado un asunto que ellos creen clave y que sospechan pudo haber influido en la suerte que corrió Ojeda.
Casi un mes antes del secuestro, una delegación chilena comandada por el entonces subsecretario Manuel Monsalve viajó a Venezuela y firmó un documento de cooperación e intercambio de información entre ambos gobiernos.

—A mí no me queda claro que después de ese evento, que fue el 17 de enero, sospechosamente el 21 de febrero pasara un evento como este, donde justamente se da la violación de la soberanía de Chile, como el lamentable asesinato— reprocha el hermano de Ronald.

Básicamente, lo que estableció dicho convenio fue el intercambio de información sobre detenidos, bandas de crimen organizado, antecedentes penales, además de blancos investigativos entre Chile y Venezuela. Pero la ministra del Interior, Carolina Tohá, le restó importancia. 

—Ese convenio no se alcanzó a implementar. Los convenios tienen varias etapas; en un primer lugar, se firman, después se hacen protocolos de implementación. Una vez que se firma el protocolo de implementación, hay una fecha para la aplicación, y aquí, la última etapa no alcanzó a concluirse, porque entre medio fue el secuestro del teniente Ojeda y eso tensionó la relación y no alcanzó a aplicarse —enfatizó. 

Y aunque se hubiera puesto en marcha, aseguró que no habría hecho una diferencia.

Chile no es un país ingenuo. O sea, tenemos refugiados en Chile, tenemos personas que tienen vinculaciones políticas y, en ningún caso, hubiera compartido información sensible a las autoridades venezolanas de ese tipo de sujetos o de ese tipo de casos.

De paso, descartó tajantemente que entre la firma del convenio y el secuestro del militar se haya entregado alguna información sobre él a Venezuela.

—Tenía estatus de refugiado. Por lo tanto, en ningún caso iban a entregarse antecedentes respecto a sus movimientos al país del cual estaba refugiado, respecto del cual había pedido refugio porque se sentía amenazado. Entonces, eso no sucedió. Lo cual no quiere decir que desde Venezuela no haya habido un monitoreo a sus movimientos, a sus redes sociales, en fin, eso puede ser, pero en eso no tuvo nada que ver con Chile en ningún caso.

Con todo, el Estado de Chile sigue trabajando para encontrar a los responsables, materiales e intelectuales de este crimen. Más aún considerando que se trata de un hombre que escapó de Venezuela, perseguido por Maduro, al cual se le dio refugió y terminó asesinado en manos de sus propios compatriotas.