El reloj marcaba las 17:40 del pasado 20 de marzo, cuando los detectives apostados en el Aeropuerto de Santiago, sospecharon; algo no encajaba entre el rostro del ciudadano chino que tenía enfrente con la fotografía del pasaporte británico que portaba para viajar a Sao Paulo.
Los agentes de la PDI observaron con detención el documento de identidad inglés y se percataron de dos situaciones. La primera, el número de serie (1244864xx); la segunda, que el sujeto de origen asiático se llamaba, supuestamente, Kwun Pan Wong.
Acto seguido, los policías inspeccionaron el equipaje y, entre ropa y ropa, encontraron un pasaporte chino con otra numeración (EJ79897xx), un permiso de viaje y un carnet del mismo país. Eso sí, esta vez el rostro coincidía con otro nombre: Jianming He, nacido en China el 11 de junio de 1987.
Al ser consultado, aseguró que el pasaporte británico lo había tomado “por error” de un supuesto amigo, sin entregar mayores detalles.
Los detectives no le creyeron y al revisar en el sistema informático, apareció una sospechosa coincidencia: Kwun Pan Wong había ingresado a Chile usando el mismo documento el 18 de marzo -o bien dos días antes- por el mismo terminal aéreo.
El hallazgo descartó que el visado que portaba el Jianming He le perteneciera a un amigo, pero abrió un nuevo flanco investigativo: ¿Quién era en realidad Kwun Pan Wong? ¿Qué peso criminal tenía Jianming He para abandonar el país con un pasaporte que no le pertenecía? ¿Si no eran la misma persona, Kwun Pan Wong seguía en Chile? ¿Cuántos casos similares había? A todas luces, dijeron fuentes institucionales, olía a un cambio de una persona por otra.
La PDI se comunicó de inmediato con la Fiscalía Occidente, porque algo estaba claro: se trataba de “una acción deliberada para ocultar su identidad y evadir los controles migratorios nacionales e internacionales, suplantando la identidad de un tercero”, detalla uno de los documentos del caso, a los que accedió Informe Especial mediante fuentes judiciales.
Chino fantasma
Jianming He fue detenido en el acto, bajo el delito de “usurpación de nombre”, y el 21 de marzo pasó a control de detención ante el Primer Juzgado de Garantía de Santiago.
En la audiencia, el Ministerio Público solicitó ampliar la detención. Razones había de sobra para la solicitud, porque en esa misma Fiscalía existen varias investigaciones en contra de ciudadanos chinos ligados al crimen organizado transcontinental que operan en Chile.
La jueza María Inés Lausen declaró legal la detención y accedió a que Jianming He pasara bajo custodia de Gendarmería las siguientes 48 horas, mientras la autoridad buceaba en registros internos y de Interpol.
El 23 de marzo, Jianming He enfrentó la formalización de la investigación por usurpación de nombre. El Ministerio Público solicitó la prisión preventiva, pero la jueza Marlis Welsch rechazó la petición, ya que en los sistemas policiales no se encontró ningún antecedente que diera cuenta de otro delito.
Al mismo tiempo, le impuso a He la medida cautelar de arraigo nacional y firma semanal en la Primera Comisaría de Santiago.
Además, ofició a la Embajada de China en Chile para que He compareciera junto a un diplomático, el 26 de marzo pasado, y así revisar las medidas cautelares impuestas, ya que no contaba con un rut chileno ni domicilio conocido.
Sin embargo, Jianming He no se presentó. Acto seguido, el magistrado Fernando Guzmán despachó una orden de detención en su contra, a cargo tanto de la PDI como de Carabineros.
“Encontrándose válidamente notificado el imputado y no habiendo asistido a la audiencia sin dar alguna justificación de ello, se despacha orden de detención, la que se deberá diligenciar por ambas policías correspondientes al domicilio del imputado, debiendo dar cuenta de la tramitación de dicha orden al Tribunal en un plazo de 30 días”, determinó Guzmán, según consta en la resolución a la que accedió IE.
Mirando el vecindario
La presencia del crimen organizado chino en el país ha ido en sostenido aumento en los últimos cinco años. Tráfico de marihuana, ketamina, metanfetamina, cocaína, trata de personas, tráfico de migrantes, uso de armas y nuevas asociaciones delictivas con venezolanos y colombianos, son una muestra de que la mafia del gigante asiático ya no solo es transnacional y especializada, sino además transcontinental y diversificada.
Esto último porque en Europa falsifican monedas de dos euros de tal calidad, que es casi imposible distinguir una de otra. También crean bancos clandestinos y al igual que los cárteles mexicanos han elegido Cataluña —en España— como su centro de operaciones, vinculándose desde allí con criminales de Italia y Lituania.
En la Fiscalía Occidente lo saben bien, porque en enero pasado detuvieron, en dos operativos ligados a una misma causa, a seis chinos relacionados con varios envíos de metanfetamina provenientes de Europa, México y con vínculos en Sao Paulo.
Actualmente, en esta ciudad brasileña la criminalidad asiática dedica sus días al secuestro, extorsión, narcotráfico, entre otros ilícitos, que mantiene en alerta a las autoridades de ese país.
De hecho, en diciembre de 2024 la policía paulista detuvo —en la frontera con Venezuela— a Liu Bitong, un mafioso chino de alto rango que operaba en Sao Paulo, quien estuvo ocho años prófugo. Se le acusó de asesinar a tres comerciantes locales por no cumplir sus exigencias, entre otros ilícitos.
Eso no es todo, porque el mismo clan que dirigía Bitong fabricaba metanfetamina para venderla al menudeo. Las clases de capacitación las cursaron con los profesores del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) mexicano, según los antecedentes de la indagatoria brasileña.
De allí que el caso del pasaporte británico en Chile generara sospechas, porque el destino del falso Kwun Pan Wong era precisamente Sao Paulo.
País del edén
Con todo, en la región el fenómeno es más amplio y complejo. Tal como en Brasil, la criminalidad proveniente del gigante asiático hace lo propio en Argentina, con delitos similares; y tiene a las autoridades arrinconadas bajo el viejo principio que indica que el gato siempre es más lento que el ratón. Dicho de otro modo, el Estado no da abasto frente a la creatividad criminal.
En Chile, si bien el tamaño de la organización no alcanza los ribetes de los países mencionados, lo cierto es que en 2024 y en 2025, las detenciones de chinos ligados al tráfico de drogas, armas, trata de personas, tráfico de migrantes, y delitos secundarios —como el robo de autos de alta gama, aunque hay un sólo caso conocido— aumentó como nunca antes.
El año recién pasado, la PDI —en un caso de la Fiscalía Centro Norte— detuvo a dos ciudadanos chinos ligados a salas de juego ilegales que funcionan en casi la totalidad de las regiones del país. Ambos operaban con un venezolano que, cuando fue apresado, mantenía en su poder droga, pistolas, cientos de municiones y una subametralladora, tal como informó en su minuto Interferencia.
A principio de año, en tanto, el Ministerio Público Occidente logró la detención de tres chinos vinculados al tráfico de cinco kilos de metanfetamina que provenía de Europa, y que tenían vínculos con México y Brasil.
A los pocos días cayeron otros tres. Uno de ellos vivía en una sala de juego clandestina ubicada en la parte trasera de un mall ubicado en La Pintana, que se sospecha es propiedad de un empresario chino avecindado en Chile.
El sujeto decidió colaborar con la PDI apenas fue detenido. Gracias a ello los detectives llegaron a otro domicilio en La Cisterna, donde se incautó droga, armas y 90 mil pesos argentinos.
En este sentido, todo indica que las “tríadas” chinas se están coordinando en Sudamérica para sus fines propios. Tanto es así que, en el marco de una causa de la Fiscalía Centro Norte por tráfico de migrantes, se descubrió que la red asiática traía personas desde China vía Europa, Perú, Bolivia y, en menor medida, cruzaban desde Brasil.
La investigación indica que para ingresar a suelo nacional lo hacían por la pamplina y porosa frontera norte, pero también desde Argentina a lomo de caballo -cruzando la cordillera- por pasos no habilitados en el sur chileno.
Nannan Shen, sindicado como uno de los líderes de esta mafia fue detenido en Perú en 2024 y la Corte de Santiago autorizó la solicitud de extradición a Lima.
El sujeto, según estableció la indagatoria, operaba entre Asia y Sudamérica con soltura. Y el dinero que pagaban los traficados para llegar a Chile, era depositado en al menos seis bancos chinos que están fuera del alcance del Ministerio Público nacional.
Todo lo anterior, sin contar con investigaciones en contra de la mafia Bang de Fujian, que no sólo operaba en Santiago, pues tenía a uno de sus presuntos líderes en Temuco; además, otra indagatoria tuvo lugar en Quinta de Tilcoco, Región de O’Higgins.
Lo llamativo es que en el último informe publicado en 2024 por el Ministerio Público —que da cuenta del comportamiento del crimen organizado en Chile desde 2015 a 2023—, sólo aparece lo obvio: venezolanos, colombianos y peruanos, entre otros.
De los malos del gigante asiático ni una palabra.