Así como la digitalización propiciada por la pandemia cambió de manera diametral la relación de las empresas y el teletrabajo, el uso del pago electrónico promete adelantar una revolución en la forma en que las personas interactúan con el ecommerce y los servicios. Y para un experto, tanto por su importancia en la movilidad y la seguridad sanitaria en las ciudades, uno de los más importantes será el transporte público.
¿Es suficiente el pago vía tarjetas con chip (EMV) para un sistema de transporte en Latinoamérica? Waldo Uribe, Regional Product Manager de la pasarela de pagos Kushki, señala que “la llegada de las tarjetas EMV eliminó el manejo de efectivo en los buses, pero en una segunda oleada, se buscará descomprimir las filas en los puntos de recarga físico”.
En un servicio público como el transporte, ofrecer comodidad y ahorro de tiempo a los ciudadanos es clave: “En Santiago, cerca de 10 millones de personas usan el transporte público al mes. Si cada uno de ellos gasta cinco minutos cargando su Bip! (pagando su pasaje), equivale a 34.722 días en fila que nos gustaría transformar en tiempo de vida”, destaca Uribe.
Otra arista importante es el cambio de modelo “card centered” hacia el “user centered”. El Regional Product Manager de Kushki, afirma que una de las posibilidades a futuro es avanzar en la personalización de las tarjetas con chip ¿Qué quiere decir? “Actualmente las tarjetas son anónimas ya que no tienen una persona asociada. Pero si las vinculamos a un usuario, podemos generar lógicas de recarga automática definidas por el usuario, como el pago recurrente, o simplemente cobrar cuando el usuario pase la barrera”.
La personalización de las tarjetas, además, permitiría complementar el plástico por el uso del teléfono, un smartwatch o cualquier wearable en el futuro asociado a un usuario. Actualmente, se calcula que son más de seis millones de transacciones diarias en el transporte público de Santiago.
En países como Perú, donde la digitalización de pagos estaba rezagada respecto de la región, una alianza entre Kushki y la empresa Wego permitió integrar una app que permite a las empresas participantes de la red pública cobrar el pasaje vía QR, afiliado a tarjetas de crédito y pago recurrente de los usuarios.
El caso de Chile
¿Está un sistema de transportes como Red capacitado para innovar en las tecnologías de pago? Según detalla Uribe, grandes cambios con poco impacto al sistema, como la carga de la Bip! con tarjetas de crédito, son rápidamente implementables. Otros, por su parte, requieren la coordinación de varios actores y nueva infraestructura, aunque en ningún caso son posibilidades lejanas.
Uribe señala que “en Chile está pasando algo interesante: el Gobierno (a través de la Dirección de Transporte Público Metropolitana) busca fomentar la participación de múltiples empresas en la comercialización y carga de medios de acceso. En términos prácticos, cualquier empresa podrá crear su propia tarjeta que permita el acceso al transporte público. También se habla de no limitar el medio de acceso a una tarjeta, lo que se expande al uso de teléfonos móviles y wearables”.
Pero para cimentar eso, son varios los actores que deben adaptar sus procesos y dispositivos. Ejemplo de eso son los validadores actuales, que no están capacitados para identificar un código QR (ideales para reemplazar los pases diarios, por ejemplo), un chip NFC (presente en los smartphones) o tarjetas de crédito y débito.
“Para nosotros, la simplificación del proceso de pago es clave, pensando además que el calentamiento global releva la importancia de dar prioridad al transporte público por sobre el privado. El proceso del pago no debería tomar tiempo, debería ser totalmente transparente para el usuario. Y con la integración de nuevos pagos digitales, esos puntos de fricción desaparecen, mejorando el sistema en general”, recalca el experto.