La antorcha olímpica se encendió oficialmente el martes en las ruinas de la antigua Olimpia, en una ceremonia tradicional en la que se invocó al dios Apolo y se entregó al primer portador que comienza su recorrido hacia París 2024. No obstante, a 100 días del inicio de la cita, en Francia la población no está feliz.
Y es que según dio a conocer la columnista del diario Clarín, María Laura Avignolo, los frances "no quieren saber nada con los Juegos Olímpicos". Es más, aseguró que existe un "anticlímax" respecto al certamen de los cinco anillos, el cual -explica- se debe a diversos motivos como: La llegada de millones de turistas, el clima de inseguridad por posibles ataques terroristas, y el hecho de que verán afectadas sus vidas y costumbres durante sus vacaciones de verano.
"El gran evento global no entusiasma en demasía a los habitantes, quienes no son demasiado deportistas y sienten que la llegada de 15 millones de turistas los van a forzar a cambiar su vida y sus costumbres veraniegas", señaló.
"El contexto internacional crispado por las guerras en Rusia y Ucrania, y ahora entre Israel, la Franja de Gaza e Irán, ha sumergido al país en “urgencia atentado”, el máximo alerta del llamado "Plan antiterrorista Vigipirate". Patrullas de militares armados recorren la capital y refuerzan los lugares turísticos, sinagogas y colegios", relató.
"Este clima de inseguridad ha forzado al gobierno a emitir un QR para que todos se registren y puedan desplazarse en las zonas de seguridad o visitar a sus familias, amigos o restaurantes en áreas “seguras”, a las que de otra manera no podrán acceder. Este operativo de registro comenzará el 10 de mayo y regirá desde una semana antes del 26 de julio, día de la ceremonia inaugural, hasta el 8 de septiembre, cuando terminen los Juegos Paralímpicos. Serán en total 44 días", apuntó.
"Los migrantes fueron desplazados al interior de Francia para “no ser vistos”, según su sensación. Sin avisarles a los alcaldes, comenzaron a llegar ómnibus con familias a Orleans, Lyon y los pueblos de la Loire, sin alojamiento previsto. Mientras que los “bookinistas”, quienes hace 400 años venden libros viejos a la vera del Sena, ganaron la batalla y no se verán obligados a desmontar sus cajas verdes durante los Juegos Olímpicos. La medida, que había sido justificada por razones de seguridad por el prefecto de la Policía, Laurent Núñez, acaba de ser invalidada por el presidente Emmanuel Macron", advirtió.
"El temor a un atentado existe porque el ISIS-K, con base en Afganistán, ha amenazado a Francia y ya se han desmantelado ataques. Esa es la razón por la que la teatral ceremonia de inauguración en el río Sena, con 170 barcos y casi 300.000 invitados está en duda ante el miedo a un ataque", señaló.
"Los balcones de los edificios a lo largo del Sena se alquilan y se disputan. Pero existe el peligro de derrumbe porque son viejos y no soportan más que 360 kilos cada uno. Nadie está controlando esos alquileres. Pero sí se preocupan por los puentes que cruzan el Sena para que no estén superpoblados y se produzca un accidente. Aún siguen en reparaciones", añadió.
"El jefe de Estado comprende los temores de algunos franceses ante el riesgo terrorista que podría pesar sobre los Juegos Olímpicos, a menos de un año del atentado de Arras, donde un alumno checheno decapitó a un profesor, seguido semanas después por un atentado frustrado en Estrasburgo. El presidente reconoce que uno de los objetivos de los terroristas es “evitarnos soñar”, pero promete “filtrar” a turistas y visitantes para garantizar la seguridad de ceremonias y eventos", complementó.