Era conocido como "El emperador" y tenía todo para convertirse en una de las leyendas más importantes del fútbol brasileño. Sin embargo, una serie de malas decisiones sepultaron la carrera de Adriano Leite Ribeiro, quien en múltiples ocasiones ha sido captado en un deplorable estado en las calles de Brasil.
Hoy, a sus 42 años, vive entre el acomodado sector de Barra da Tijuca en Río de Janeiro y la favela Vila Cruzeiro, donde constantemente se le puede ver descalzo y bebiendo en la calle.
Es el que describe como "mi lugar" en una desgarradora carta que escribió a corazón abierto en el portal The Players Tribune y donde realizó crudas confesiones respecto a su alcoholismo, su infancia, el impacto que significó la muerte de su padre, y el ser catalogado como una "promesa incumplida" del fútbol.
“Una carta a mi favela”
“Una carta a mi favela”, se tituló el escrito de Adriano, que luego habla sobre ser una "el mayor desperdicio del fútbol": “¿Sabes lo que se siente ser una promesa? Lo sé. Incluyendo una promesa incumplida. El mayor desperdicio del fútbol: yo. Me gusta esa palabra, desperdicio. No solo por cómo suena, sino porque estoy obsesionado con desperdiciar mi vida. Estoy bien así, en un desperdicio frenético. Disfruto de este estigma. No tomo drogas, como intentan demostrar. No me gusta el crimen, pero, por supuesto, podría haberlo hecho. No me gusta ir a discotecas. Siempre voy al mismo lugar de mi barrio, el kiosco de Naná. Si quieres conocerme, pásate por aquí”.
Luego abordó su alcoholismo: "Bebo cada dos días, sí. (Y los demás días, también.). ¿Cómo llega una persona como yo al punto de beber casi todos los días? No me gusta dar explicaciones a los demás. Pero aquí va una. Bebo porque no es fácil ser una promesa que sigue en deuda. Y es aún peor a mi edad”.
“Me llaman Emperador. Imagínate. Un tipo que dejó la favela para recibir el apodo de Emperador en Europa. ¿Cómo explicas eso? No lo entendí hasta hoy. OK, tal vez hice algunas cosas bien después de todo. Mucha gente no entendía por qué abandoné la gloria de los estadios para sentarme en mi antiguo barrio, bebiendo hasta el olvido. Porque en algún momento quise hacerlo, y es el tipo de decisión de la que es difícil retractarse. Hace muchos años que vivo en Barra da Tijuca, una zona elegante de Río. Pero mi ombligo está enterrado en la favela Vila Cruzeiro”, agregó.
Además, según su propio relato, tenía sólo 14 años cuando inició bebiendo alcohol.
"A mi padre le dispararon en la cabeza en una fiesta"
Adriano también repasó el impacto que tuvo en su vida y la de su familia la bala loca que hirió a su padre cuando él tenía sólo 10 años, y que dejó a Almir Leite Ribeiro, alias Mirinho, sin poder hacer su vida normal y sufriendo ataques, hasta su fallecimiento en 2016.
“Es un lugar muy peligroso. La vida es dura. La gente sufre. Muchos amigos tienen que seguir otros caminos. Mira a tu alrededor y lo entenderás. Si me paro a contar todas las personas que conozco que han fallecido violentamente, estaríamos aquí hablando durante días y días.... Maldita sea, a mi padre le dispararon en la cabeza en una fiesta en Cruzeiro. Bala perdida. Él no tuvo nada que ver con el lío. La bala le entró por la frente y se alojó en la nuca. Los médicos no tenían forma de extraerla. Después de eso, la vida de mi familia nunca volvió a ser la misma. Mi padre empezó a tener frecuentes convulsiones. ¿Has visto alguna vez a una persona sufriendo un ataque epiléptico delante de ti? No quieres verlo, hermano. Da miedo. Tenía 10 años cuando le dispararon a mi padre. Crecí viviendo con sus crisis. Mirinho nunca pudo volver a trabajar. La responsabilidad de mantener la casa cayó enteramente sobre las espaldas de mi madre”, relató.
El "golpe" de su salto a Europa
En 2001 Adriano cumplía el sueño de cualquier futbolista profesional: Dar el salto a Europa. Inter de Milán le compró su pase a Flamengo por 13 millones de euros, sin embargo, para "El Emperador" sólo fue un golpe.
"Cuando fui al Inter, sentí un golpe muy fuerte en el primer invierno. Llegaron las Navidades y me quedé solo en mi apartamento. En Milán hace un frío que pela. Esa depresión que golpea durante los meses de frío en el norte de Italia. Todo el mundo con ropa oscura. Las calles desiertas. Los días son muy cortos. El tiempo está húmedo. No tenía ganas de hacer nada. Todo esto combinado con la nostalgia me hacía sentir como una mierda", contó.
En su primera Navidad en Italia, tras una charla telefónica con su madre, confesó: “Agarré una botella de vodka. No estoy exagerando, hermano. Me bebí toda esa mierda solo. Me llené el culo de vodka. Lloré toda la noche. Me desmayé en el sofá de tanto beber y llorar. ¿Qué podía hacer? Estaba en Milán por una razón. Era lo que había soñado toda mi vida. Dios me había dado la oportunidad de convertirme en futbolista en Europa. La vida de mi familia ha mejorado mucho gracias a mi Señor y a todo lo que hizo por mí. Y mi familia también hizo mucho. Fue un pequeño precio que tuve que pagar, comparado con lo que estaba pasando y lo que todavía iba a pasar. Tenía esto claro en mi cabeza. Pero eso no me impedía estar triste”.
Adriano concluye su carta con el regreso a sus orígenes: “Ni siquiera traigo mujeres aquí (favela). Mucho menos me meto con chicas que son de mi comunidad. Porque sólo quiero estar en paz y recordar mi esencia. Por eso sigo viniendo aquí. Aquí se me respeta de verdad. Aquí está mi historia. Aquí aprendí lo que es la comunidad. Vila Cruzeiro no es el mejor lugar del mundo. Vila Cruzeiro es mi lugar”.