Click acá para ir directamente al contenido

La dura historia detrás del periodista que se hizo viral: "Me da muchísima pena"

En redes sociales se tomaron con humor un despacho previo a la final de la Libertadores donde la persona aparecía en aparente estado de ebriedad.

24Horas.cl TVN

Martes 27 de noviembre de 2018

Luego de que Conmebol informara de la suspensión de la final de la Copa Libertadores entre River Plate y Boca Juniors, Canal 4 de España hizo un enlace en directo con su corresponsal en Argentina, el cual rápidamente se transformó en viral.

¿El motivo? El periodista Ángel Sastre se mostró con problemas para hablar, en aparente estado de ebriedad, lo que fue tomado con humor en redes sociales.

Tras esto, Antonio Pampliega, periodista con el que Sastre estuvo secuestrado por Al Qaeda en Siria durante 299 días, publicó una carta en la que explica las secuelas que les dejó aquel terrible suceso.

Yo, después del secuestro, también aceleré y perdí el control de mi vida. Hice cientos de cosas de las que me arrepentiré el resto de mi vida. Me da pena Ángel. Muchísima. Porque Le quiero. Porque me veo reflejado en él. Porque me imagino cómo se debe sentir en un día como hoy”, expresó.

"Después de haber sobrevivido a un secuestro nos creímos invencibles. Hemos superado un puto secuestro. Podemos con todo. Nos creemos los reyes del mundo... Un mundo que gira y gira y que nosotros no somos capaces de controlar. Porque va todo demasiado deprisa. Porque no somos conscientes del trauma que tenemos encima y que lo hemos pasado nos ha dejado marcados para siempre", agregó.

EL MENSAJE DE PAMPLIEGA

Leo los comentarios de cientos de personas, dañinos, obviamente. Veo el escarnio público al que Ángel está siendo sometido. Y me da vergüenza. Y pena, muchísima pena. Lo sencillo es machacarlo y hundirlo. Es lo sencillo. Quedarnos con esa imagen. Ángel no está bien. Es obvio. Pero ninguno lo estamos. Porque hemos sido unos cobardes y no hemos tenido el valor suficiente de enfrentarnos cara a cara con nosotros mismos. Ninguno nos hemos mirado al espejo. Porque nos da miedo nuestro reflejo.

Después de haber sobrevivido a un secuestro nos creímos invencibles. Hemos superado un puto secuestro. Podemos con todo. Nos creemos los reyes del mundo... Un mundo que gira y gira y que nosotros no somos capaces de controlar. Porque va todo demasiado deprisa. Porque no somos conscientes del trauma que tenemos encima y que lo hemos pasado nos ha dejado marcados para siempre. Pero nosotros miramos a otro lado. Huimos de aquellos que tratan de aconsejarnos para que retornemos a la senda. Y, al final, los alejamos de nuestra vida porque molestan. A nadie le gusta escuchar cosas que le desagradan.

Yo, después del secuestro, también aceleré y perdí el control de mi vida. Hice cientos de cosas de las que me arrepentiré el resto de mi vida. Traté a las personas que más me quieren (en especial a una) como trapos. Perdí el norte, el sur, el este y el oeste. Y me quedé sólo. Vaya que si lo hice. Y comencé a dar tumbos por la vida. Hasta que un día, me di un hostión. Perdí lo más preciado que tenía por haberlo maltratado durante más de un año. Aguantó y aguantó hasta que ya no pudo más...

Y en ese momento es cuando te miras al espejo y te das cuenta que te has convertido en una persona que no reconoces. Y que, por primera vez en tu vida, eres consciente de que estás autodestruyéndote. Y decides, año y medios después de recuperar la libertad, que necesitas ayuda. Necesitas ayuda porque tienes que salir del agujero en el que te has metido tu solo. No. Aquí no te han obligado a entrar lo has hecho por voluntad propia. Y ahora, después de ver dónde estás, rompes a llorar porque quieres recuperar tu vida anterior.

Me da pena Ángel. Muchísima. Porque Le quiero. Porque me veo reflejado en él. Porque me imagino cómo se debe sentir en un día como hoy. Me duele ver como compañeros de profesión se están cebando con él echando más gasolina a su ya de por sí delicada situación.

Ángel, por favor, cuídate. Hazlo por los que te quieren. Pero sobretodo por ti. No te autodestruyas. Te quiero, hermano.