El 14 de junio de 1981, Chile y Argentina intercambiaron supuestos espías que se encontraban detenidos en los respectivos países.
Ambas naciones tomaron la decisión tras una petición del papa Juan Pablo II sobre realizar medidas efectivas de distensión, en el marco de la mediación del Vaticano para evitar una guerra entre ambos países ante el conflicto fronterizo del canal Beagle.
Chile dejó en libertad a ocho hombres de nacionalidad argentina, entre los que se encontraban dos oficiales del ejército de ese país vecino.
Un grupo fue aprehendido en Punta Arenas en 1980 y sus integrantes fueron condenados por la justicia militar chilena a tres años de prisión acusados por atentar contra la seguridad nacional .
Argentina por su parte entregó a cinco chilenos que se encontraban detenidos en ese país desde 1978, acusados de presunto espionaje. Se trataba de Lautaro Arancibia Clavel, Eduardo Segundo Delgado Quilodrán, Germán Voguel Blaya, Nicolás Díaz Pacheco y Juan Vicente Arrau.
A su arribo al país, pudieron ver a sus familiares en el aeropuerto por 15 minutos, tras los cual fueron trasladados hasta el hospital de la Universidad Católica para realizarse un chequeo médico. Luego de eso, se reencontraron con sus cercanos en un emotivo encuentro captado por la prensa de esa época.
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