Una crisis de seguridad viven los agricultores de Coquimbo tras una seguidilla de robos a sus cultivos de paltas, almendras y chirimoyas. Cercos eléctricos, torres de vigilancia e incluso zanjas de tres metros de profundidad y 18 kilómetros de extensión son parte de las estrategias para paliar este crítico panorama.
De acuerdo a lo que sostienen los agricultores, se trataría de bandas organizadas de entre ocho a diez personas. "Los cercos no los respetan, así que tomamos la decisión de hacer una zanja", comentó un agricultor de la zona de forma anónima.
"Vienen con drones", afirmó Alfonso Artigues, productor agrícola limarí, quien agregó que los drones son utilizados para identificar a los guardias de los predios. "Normalmente un grupo se puede llevar entre 20 y 30 sacos de 50 kilogramos, en una noche", explicó Ignacio Larral, gerente de producción.
En ese contexto, los dueños instalaron cacetas de guardias, con turnos que incluyen a 40 funcionarios.
Si bien la instalación de zanjas se pensó como una forma de disminuir los robos, la medida no ha sido efectiva. Por ello, los agricultores también plataron matorrales con espinas para detener a los delicuentes.
Entre las víctimas de los robos, además, existe desesperanza respecto a las denuncias a las autoridades. "Ahora denuncias a Carabineros, se los llevan, pero están al otro día en el mismo huerto", declaró el agricultor anónimo.
"La importancia que tiene la denuncia, para nosotros como institución, es que nos mantiene alertas y nos permite focalizar los sectores que se han visto afectados por distintos tipos de delitos y problemáticas", aseguró el teniente Diego Ibarra, de la Oficina de Análisis de Carabineros de Coquimbo.