Las embarazadas que consumen comida "chatarra" traspasan éste hábito alimenticio a su bebé.
Ese fue el resultado de una investigación aparecida en la revista FASEB Journal.
La dieta materna induciría sobre el circuito de señalización de opiáceos en el cerebro del bebé en gestación, afirman los investigadores.
Por eso, los recién nacidos responderían menos a los opiáceos, liberados naturalmente al consumir productos altos en azúcar y grasas.
La tolerancia a la comida chatarra implicaría consumir más de ésta, generando una adicción que acarrearía obesidad y problemas metabólicos. Luego, riesgos cardiovasculares y otros.
Los experimentos se hicieron con ratas, pero sus resultados no debieran variar aplicados a seres humanos, sostienen los autores de la investigación.
Según el director del laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (Estados Unidos), José María Ordovás, "la alimentación de la madre durante el embarazo 'educa' las papilas gustativas del feto a través del líquido amniótico. Por ejemplo, si la madre tiene una dieta rica en frutas y vegetales, el bebé aceptará más rápidamente estos alimentos cuando empiezan a ser introducidos en su dieta sólida", afirmó en un artículo publicado por el periódico español El Mundo.
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