Desodorantes ambientales, telas con fragancia y velas aromáticas son cada vez más populares en el mercado de cuidado y bienestar. Siete de cada diez personas usan algún perfume para el cuerpo o casa. Pero, este hábito puede perjudicar la salud, causando alergias, asma, migrañas e incluso interferir con el deseo sexual.
Un estudio realizado por la Facultad de Ciencias de la Universidad de Cincinnati ha demostrado que los olores fuertes, como perfumes, activan células nerviosas de la nariz, asociadas con la sensación de dolor de ciertos nervios en nuestro cerebro. Además, hay aromas peligrosos, dependiendo del pH y de cuan contaminado está el entorno en el que lo esparcimos, provocando en casos extremos trastornos degenerativos cerebrales.
En el caso de los aromatizadores que se enchufan, utilizados en autos o en casa, contienen sustancias tóxicas que están asociadas con el asma, enfermedad crónica del sistema respiratorio.
En el caso especial de las mujeres, los absorbentes perfumados pueden causar alergias porque alteran el pH de la región íntima. Además, los expertos advierten que el uso de productos como talcos es nocivo para la piel femenina, ya que produce una saturación de los poros ubicados en la zona genital, los cuales podrían migrar al sistema reproductivo.
Por último, los expertos sostienen que el uso de fragancias sintéticas interfiere en la atracción que sienten las hormonas naturales. "Cómo aprendemos a reproducir perfumes que son idénticos a los naturales y los olores son importantes en la biología sexual, es posible estar interesarse por la persona equivocada, sólo porque está usando un acondicionador de cabello, cuyo olor es atractivo", dijo Mel Rosenberg, profesor de Microbiología de la Universidad de Cincinnati.