Nelson Martin salió a escena luego de Rod Stewart. Un escenario que para muchos habría sido infranqueable, pero no para "Gigi".
La rutina del "ejecutivo curadito" le dio grandes dividendos al cómico nacional que, haciendo uso de recursos básicos como una mesa y una silla realizó su rutina sin grandes altos, pero sin bajos que le hicieran recibir la reprobación de la Quinta.
Luego de 25 minutos de explícitos intentos de hacer reír, los que tuvieron a Gigi literalmente en el suelo por lograr la sonrisa y mientras marcaba el peak de la jornada con 45 puntos de rating, el humorista se retiró esperando la vuelta.
Carolina de Moras y Rafael Araneda lo dijeron bien, estaba nervioso antes de salir y la rutina no era de las mejores, pero el público lo premió con el respeto y también con las antorchas, un tanto forzadas, pero entregadas.
El regreso de Gigi al escenario fue más relajado y con un humor que hizo recordar los noventas, con un muñeco de Pinochet incluido en reemplazo del popular "Melame" (interpretado por Mauricio Flores), el que logró conectar con el "monstruo", pero que no brilló por lo corto del espacio, el que quizás con más minutos alcanzaba el gran éxito.
Lo que vino después fue "un gusto personal", una imitación del triunfador de Viña, Raphael, la que logró su cometido, un aplauso cerrado del público, pero que se vio desordenada dentro de una rutina que buscaba el humor.
Tres segmentos como el stand-up comedy, la aparición del muñeco como en sus mejores tiempos y la imitación que le dieron una forzada Gaviota de Plata al artista, el que fue aceptado, escuchado y querido por el monstruo, entregándole también la versión de oro del premio, pero no dándole el cartel del triunfador del humor en Viña.
"Disculpen los nervios del principio y gracias por escuchar la rutina", soltó un emocionado Gigi Martin que cerró una rutina de 40 minutos sin otro bis. Un show que le trajo dividendos, pero que seguramente no estará entre lo mejor del humor en Viña.