Apenas le quedan restos de su acento colombiano al neurocientífico Rodolfo Llinás. El investigador de la Universidad de Nueva York estuvo en Valparaíso durante dos días en el marco del Festival Puerto de Ideas. "Fue una fusión muy linda", cuenta a 24horas.cl en el hall del hotel donde se hospedaba. "Los científicos siempre somos un poco huraños y tener la oportunidad de explicar la belleza de la ciencia en un festival tan lindo… Fue fantástico".
Para Llinás el único artista y el único científico es el sistema nervioso y se esmeró en explicar esto en lo que se convertirá en el Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso, el actual edificio Juan Ignacio Molina.
"Hay ciencia en todo arte y hay arte en toda ciencia", explica. "El hemisferio izquierdo habla lee, escribe y hace matemáticas y el derecho pone contexto y tiene humor, es la parte más humana", pero ambas son necesarias en ambas disciplinas porque están interconectadas. Entonces, ¿un científico tiene el lado izquierdo más desarrollado y un artista el derecho? "No, simplemente aprenden a usarlo mejor".
NANOBURBUJAS DE AGUA
Los hallazgos y teorías de Llinás han sido premiados y reconocidos internacionalmente. En la actualidad, trabaja en las nanoburbujas de agua, una “mejor gasolina para las células” que podría suponer un gran avance para enfermedades degenerativas como el Alzheimer.
Todo comenzó cuando un grupo de científicos estudiaba la homogeneidad del agua. "La batieron a una gran velocidad para hacer pequeñas burbujas dentro de las que introdujeron oxígeno", explica de la forma más sencilla posible Llinás. Después, la usaron en plantas y animales y, asombrados por los resultados, lo llamaron para analizar esta agua que "optimiza la vida, nos hace más activos y vivimos más".
"Las células tienen una membrana bilípida y las nanoburbujas son capaces de atravesarla, aunque no sabemos aún cómo. Entra a la célula y se meten en las mitocondrias, aumentando su capacidad para generar energía que se traspasa a la célula. En este proceso no se producen los venenos habituales del oxígeno. El resultado es increíble, pero aún faltan explicaciones porque nunca habíamos visto esto".
Uno de los experimentos fue introducir un pez en este tipo de agua, que se asentó inmóvil en el fondo, porque solo necesitan moverse para respirar y, en esa ocasión, estaba rodeado de oxígeno.
"Nunca había visto una cosa así. Sé que realmente funciona", concluye el neurocientífico, aunque señala que aún faltan más estudios y explicaciones para asegurar que este descubrimiento funcione en los seres humanos.