Restaurador de vitrales. Esa es la atípica profesión de Jorge López, quien alguna vez ejerciera como Técnico en Comercio Exterior y que hoy restaura los vitrales del Salón de Honor de la Universidad Tecnológica Metropolitana, UTEM. ¿Qué ocurrió? Desde Francia vendría su inspiración.
Corrían los primeros años de la década de los ochenta. Su madre, empleada doméstica de una mujer cuya hija arribaría a Chile desde el país galo, le comentó que la recién llegada necesitaría a alguien que le fabricara el plomo para restaurar unos vitrales. López, quien entonces tenía 18 o 19 años y se encontraba cesante, no lo pensó dos veces.
“Fui a hablar con ella y me dijo que el trabajo era muy fácil. Me enseñó y entonces yo ahí comencé a trabajar”, comenta. “Me acuerdo que eran como las cinco de la tarde. Yo subí a dejarle el plomo que había preparado durante todo el día y ella había dejado un vitral que estaba haciendo en la mesa. Ahí, me metí a trabajar en él y recién cuando me dieron las doce de la noche me di cuenta. Fue innato”, recuerda el artista.
Según relata, ambos comenzaron a fabricar vitrales juntos a partir de esa fecha y se contrató a otra persona para que hiciera el plomo. No obstante, debió abandonar este trabajo y ejercer en Comercio Exterior, su carrera de origen, porque no ganaba suficiente dinero.
Poco tiempo pasó alejado de su verdadera vocación, porque un cura llamado Óscar Videla, de la Iglesia de los Sacramentinos, lo contactó para que le fabricara unos vitrales y le restaurara otros que se habían caído. “Empecé ahí. En esa parroquia estuve unos siete años. Ahora le hago trabajos a otras iglesias”, apunta.
Una de esas capillas se ubica en la Casa Central de la Universidad Tecnológica Metropolitana, UTEM, cuyos vitrales son obras del artista francés Lucien Bégule y que datan de 1903, o sea, de comienzos del siglo pasado.
La universidad ofrecerá el domingo 25 de mayo, Día del Patrimonio, visitas guiadas a su casona de calle Dieciocho 161, considerada “Inmueble de Interés Histórico y Artístico”, y los vitrales de la parroquia son uno de sus mayores atractivos.
“Me gustaría que vieran esto”, dije el artista restaurador. “El arte y el hecho de conservar lo antiguo. Lo antiguo es precioso”, sostiene López, quien lamenta que existan pocos interesados en aprender sobre su disciplina. “Restaurar es mucho más difícil que fabricar. Es un arte”, sostiene.
“Me gustaría que los niños vieran este trabajo. Les preguntaría si les gusta y si les gustaría trabajar en ellos y aprender a fabricarlos o restaurarlos. Me gustaría eso porque ellos son el futuro y yo sé que hay varios que son artistas. Se ha levantado una generación que tiene muchas habilidades. Son muy inteligentes”, concluye López, abriéndose con decisión a la posibilidad de traspasar sus conocimientos para que su arte, así como sus vitrales, perdure.
24horas.cl con información de UTEM