Abril Dispenza tenía dos años cuando un virus afectó gravemente su corazón, ocasionando que un trasplante fuera la única solución para salvar su vida, pero el donante no llegaba y cuando pensaban que todo estaba perdido apareció Enrique Pereyra, quien le dio el corazón de su pequeña hija Ayelén de apenas 18 meses que había muerto producto de un accidente junto a su madre.
Luego del trasplante, la familia de Abril no perdió el contacto con el hombre que le dio la vida por segunda vez a su hija, por lo que ahora cuando cumplió 15 años quisieron que fuera parte importante de la celebración.
La historia de esta adolescente conmovió a todo Argentina, ya que está cargada de momentos y situaciones que se dieron para que pudiera tener un final feliz.
Todo comenzó en el 2004 cuando Abril enfermó quedando como prioridad nacional para recibir un trasplante de corazón. Tanto fue el revuelo y la dificultad para conseguirlo que el presidente de ese entonces, Néstor Kirchner, promovió en su nombre la ley de "donante presunto", o como es llamada en Chile ley de "donante universal", es decir que todo mayor de 18 años es donante mientras no manifieste lo contrario.
Otro problema que se presentó fue que cuando lograron conseguir el corazón de la hija de Enrique, se dieron cuenta que el grupo sanguíneo de Ayelén no era compatible con el de Abril, por lo que los médicos se arriesgaron a algo muy pocas veces realizado e inédito en ese país, un trasplante cardíaco de "sangre cruzada" .
Ahora, 13 años después de su operación la joven quiso homenajear al hombre que le salvó la vida invitándolo a entrar junto a ella a su fiesta de 15 años, una celebración muy importante en Argentina.
"Él no sabía nada, pero nosotros veníamos pensándolo hacía meses con Abril. Se lo propusimos cinco minutos antes de la fiesta, para que no pudiera negarse. Yo estaba muy preocupado de que él estuviese incómodo. Nunca quiso hablar con los medios y había muchos en la fiesta. Me dijo 'ese es tu lugar' y yo le dije 'los dos somos los papás de Abril", contó al Clarín el padre de Abril, Sergio Dispenza.
En la fiesta también estuvieron los médicos que le realizaron el trasplante y los que se encargaron del traslado del corazón.
La fiesta que duró toda la noche quiso entregar un claro mensaje: donar órganos es donar vida.